Ciencia — 20 de septiembre de 2012 at 00:35

Ciencia para poetas. Poesía para científicos

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Con la imagen todavía presente de la guillotina sobre la cabeza de María Antonieta, viene a mi memoria una de las muchas cabezas que rodaron en ese reinado del terror, en la Place de la Revolution (hoy Plaza de la Concordia); en mayo de 1794 el químico Lavoisier aceptaba su destino.

La ley que causó una de las mayores revoluciones de la química fue descubierta por Antoine-Laurent Lavoisier: “La materia no se crea ni se destruye solo se transforma”. Junto con su mujer, que compartía con él la pasión por la investigación y una inteligencia brillante, elaboraron el sistema métrico, el método de nomenclatura química, identificaron el oxígeno, el hidrógeno, y además de muchas otras aportaciones a la química, demostraron que un objeto oxidado no perdía peso sino que ganaba pues atrapaba moléculas de oxígeno del aire. Fue la primera vez que se comprendió que la materia se puede transformar pero no eliminar. Cuando quemamos un libro, la materia se convierte en ceniza y humo, pero la cantidad total de materia en el universo es la misma.

En su caso no fue la intolerancia a las nuevas ideas lo que le llevó a la guillotina, sino que fue la crítica a uno de los agitadores políticos de la mayor revolución política en la historia de Europa. Lavoisier como miembro de la Real Academia de ciencias demostró la falsedad de una teoría sobre la combustión de un científico joven: Jean-Paul Marat, y éste nunca se lo perdonó, sediento de sangre como un vampiro no vaciló en denunciarlo a la Asamblea Nacional.

Desearía que ocurriese lo que Benedetti nos cuenta en su Historia de Vampiros, quizás así las vidas de científicos, políticos o ciudadanos comunes estarían más protegidas. Aquí os lo transcribo:

Era un vampiro que sorbía agua
por las noches y por las madrugadas
al mediodía y en la cena
era, ¡abstemio de sangre!
y por eso el bochorno
de los otros vampiros
y de las vampiresas
contra viento y marea se propuso
formar una bandada
de VAMPIROS ANÓNIMOS
hizo campaña bajo la menguante
bajo la llena y la creciente
sus modestas pancartas proclamaban
¡VAMPIROS BEBAN AGUA
LA SANGRE TRAE CÁNCER!
es claro los quirópteros
reunidos en su ágora de sombras
opinaron que eso era inaudito
aquel loco aquel alucinado
podía convencer a los vampiros flojos
esos que liban boldo tras la sangre
de modo que una noche con nubes de tormenta
cinco vampiros fuertes
sedientos de hematíes plaquetas leucocitos
rodearon al chiflado al insurrecto
y acabaron con él y su imprudencia
cuando por fin la luna
pudo asomarse vio allá abajo
el pobre cuerpo del vampiro anónimo
con cinco heridas que manaban
formando un gran charco de agua
lo que no pudo ver la luna
fue que los cinco ejecutores
se refugiaban en un árbol
y a su pesar reconocían
…. que aquello no sabía mal
desde esa noche que fue histórica
ni los vampiros ni las vampiresas
chupan más sangre resolvieron
por unanimidad pasarse al agua
como suele ocurrir en estos casos
el singular vampiro anónimo
es venerado como un mártir

Sara Ortiz

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