Culturas — 30 de noviembre de 2018 at 23:00

La mujer egipcia y sus joyas simbólicas

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Mujer egipcia

Cuando el historiador observa la omnipotencia del faraón en el antiguo Egipto, tiende a creer, con la mentalidad actual de clichés preconcebidos y películas infantiloides, que la sociedad, o sea, el pueblo llano egipcio, tenía un bajo nivel cultural, sufría opresión y esclavitud bajo el dominio de la corte y los sacerdotes. Parece que la realidad era otra.

También en el asunto femenino se supone, generalmente, que la mujer era un mero ser procreador y sumisa esposa que no pintaba nada. Esto se debe a que, en comparación con los siglos posteriores y las muy pocas etapas de la historia en donde la mujer ha sido reconocida jurídicamente independiente, por lógica simplista, se supone que cuanto más atrás en la evolución lineal de esta teoría, menos derechos tuvo la mujer y los súbditos de este Egipto faraónico, olvidando torpemente que la historia ha tenido, tiene y tendrá ciclos positivos y negativos en espiral, según los acontecimientos y acciones humanas.

Hemos de reparar estas opiniones con un pequeño esfuerzo y buena voluntad. En especial en lo concerniente a la mujer egipcia.

La mujer egipcia ocupaba un lugar en la sociedad con igualdad de derechos que el hombre, pues, para sus creencias religiosas, ella representaba a la diosa Isis en la vida cotidiana, diosa del amor al mismo tiempo que esposa y madre. Por ello se enseñaba al joven varón que respetase y amase a la esposa. En lo jurídico, ella, ya casada, tenía independencia económica, pues se heredaba por vía materna sin distinción entre mujeres y hombres. A los hijos se les aconseja que cuiden de la madre y la lleven todo lo posible «como ella te llevó a ti y tus pesares durante mucho tiempo» (Ani). También se aconseja dejarle a ella el cuidado de los objetos de la casa, los afeites y los adornos y joyas… A la esposa se le llamaba «dama de la casa», como alma del hogar y su firme columna. Se casaban muy jóvenes.

No se ha llegado a descubrir una ley estricta sobre el matrimonio en Egipto. Dejando al margen los casos especiales, los matrimonios de la corte, se sabe que el matrimonio era un contrato privado entre dos jóvenes; ellos se casaban a la edad de quince o dieciséis años, y las mujeres a la de doce o trece. En el contrato se especificaba muy claro el «Año de Comida», es decir, el año que se daban ellos mismos de prueba; si transcurrido este, la joven pareja no congeniaba en su convivencia, el matrimonio, sin más trámite, podía disolverse.

La mujer egipcia, como todas las mujeres de todas las épocas, gustaba de los adornos típicamente femeninos: cremas, perfumes, lazos, vestidos de finísimo y blanco lino ajustado a su cuerpo y joyas de más o menos valor, de más o menos materiales preciosos. Todo ello estaba sujeto al poder adquisitivo de la dama de la casa. Por ello, lo que nos ha legado la arqueología han sido los objetos valiosos que adornaron a las mujeres importantes de la corte y realeza gracias a la permanencia de los materiales utilizados: oro, diorita, granate, amatista, turquesa, esmeralda… Todos ellos principalmente ubicados en la parte oriental del desierto, excepto la plata, que era muy escasa al no tener yacimientos cercanos.

Los orfebres fueron grandes maestros trabajando el oro, con hilos finísimos trenzados en cadena para celdilla en donde incrustaban gemas, y también en moluscos como las conchitas de «cauris» del Mar Rojo. Lo más antiguo que se ha descubierto hasta ahora proviene de la zona de Saqqara, lugar de la famosa pirámide.

En la necrópolis de Dashur, el arqueólogo francés J. Morgan encontró, a finales del siglo XIX, siete ajuares de mujeres de la casa real del Imperio medio: tobilleras de oro y amatista reconocidas como tales por las pinturas que las representan. También, cinturones de fertilidad que se ponían las jóvenes mujeres bajo el ropaje, brazaletes y anillos con distintas representaciones.

LA MUJER EGIPCIA Y SUS JOYAS SIMBÓLICAS 1

He aquí algunas bellas joyas junto con referencias de su significado simbólico.

Anillo de oro y coralina que representa un gato, un animal muy valorado por los egipcios en referencia a lo que simboliza. Es él quien ve por la noche la magia escondida para los humanos y le asociaron a la diosa Bastet, que tenía su culto en la ciudad de Bubastis. Erróneamente se ha creído que los egipcios adoraban a los animales. Nada más lejos de la realidad. Ellos encontraban en la naturaleza animal las características que la distinguían y lo asociaban a la virtud que debía inspirar al humano. Un mensaje simbólico que llegaba a despertar en cada cual conocimientos de acuerdo a sus capacidades. Era hermoso estéticamente para el que lo miraba y un mensaje para quien se preguntaba intrigado.

Brazalete de oro con gemas y Khepri. Este escarabajo está relacionado con el antiquísimo dios Khepri (del verbo keper, «llegar a ser»), que simbolizaba la resurrección o transmutación del alma y es de raíz solar. La propietaria declaraba abiertamente que era una discípula en formación espiritual esperando poder levantar el vuelo hacia la sabiduría, al igual que el torpe escarabajo abre sus alas cuando ya se ha cansado de arrastrarse por el suelo y empujar bolas de heces.

También había filigranas de orfebrería de una delicadeza asombrosa. Son coronas y diademas de las princesas de Dashur y fueron utilizadas en las ceremonias de la corte.

Corona de flores de turquesa y otras gemas entretejidas en finos alambres de oro.

Diadema de oro con cabeza de ciervo central, otros más pequeños y flores.

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Collar y diadema real en oro laminado.

Collar de las moscas . En oro laminado, perteneció a la reina Ahhotep, dinastía XVII, llamada «reina de la libertad». Fue regente y madre del faraón Kamosis durante su minoría de edad. En su regencia dirigió la recuperación de Egipto, después de la gran derrota infligida a los hicsos y pasó la corona a su hijo al llegar su mayoría de edad. Este le impuso la mayor distinción guerrera: el «triple collar de las moscas». Se encuentra en el museo de Bulak (el Cairo).

Nejbet: Es la diosa-buitre, protectora de los nacimientos y guerras llevando en sus garras el Shen, símbolo esotérico sobre el mundo espiritual y lo material.

Hay en la dilatada historia del Egipto faraónico muchísimas incógnitas y enigmas de todo tipo. Pero en lo que nos ocupa referente a las joyas y materiales funerarios, encontramos algunas cuestiones que están sin respuesta.

LA MUJER EGIPCIA Y SUS JOYAS SIMBÓLICAS 3

¿Por qué no usaron plata por estar lejos los yacimientos y, sin embargo, utilizaron granito de Asuán, a unos 1000 km de distancia para los enormes sarcófagos de más de 80 toneladas? O también, ¿por qué usaron muchísimo lapislázuli para sus joyas, si los yacimientos se encontraban en Afganistán, a más de 800 km? ¿Por qué usaron la diorita, que tiene la segunda mayor dureza después del diamante? Son secretos que los expertos y sabios egipcios guardaron para acicate de futuros investigadores.

Cada metal y piedra preciosa tenía una relación astrológica, de donde recibía su influencia: planeta-metal-piedra preciosa poseían un maridaje oculto que los sacerdotes conocían y enseñaban en sus centros docentes del saber.

Todo el arte egipcio es sagrado, aun los más pequeños objetos de la vida cotidiana. Para ellos suponía un contacto directo con lo intangible que nos rodea a los seres humanos, lo que refleja el arquetipo cuando nos abrimos a la conexión mistérica de su influencia; y ellos lo sabían y lo practicaban con sincera devoción.

La mujer egipcia, al igual que toda mujer, gustaba de adornarse con joyas y abalorios. Pero en el caso de las egipcias, era tan alta la formación recibida desde la infancia, era tal la reverencia por la naturaleza del entorno, el amor por la vida como donación de los dioses y diosas de su panteón, y tantas las sabias y mistéricas enseñanzas recibidas desde su tierna infancia, que cada joya aceptada en su cuerpo era una influencia sagrada que custodiaba todas las horas y los días, con sus alegrías y pesares, para ayudarle a ser mejor en su momento existencial en espera del Amenti benigno y justo.

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