En estos tiempos de crisis, asistimos con inquietud a las dificultades que atraviesan nuestros científicos para poder llevar a cabo sus proyectos de investigación, muchos de ellos truncados en la mitad de sus procesos, por falta de fondos. Una muestra más de la miopía que nos aqueja, demasiado atados a los resultados a corto plazo, o a lo que nos ofrece el inmediato presente.
Y sin embargo, este es el mejor momento para mirar a lo lejos, hacia el futuro, con la audacia necesaria para buscar nuevas soluciones a problemas viejos y enquistados.
Para ello, es interesante que estemos atentos a los trabajos de quienes son capaces de vencer las inercias y se atreven a pensar de otra manera, a buscar la forma de desarrollar las potencialidades que todavía laten en cada ser humano y las cualidades que nos pueden hacer mejores y más eficaces para incrementar los índices de felicidad de nuestras sociedades.
En este número de Esfinge recogemos sugerentes propuestas, como relacionar salud y espiritualidad, o atrevernos a considerar el enigma del tiempo, formulado de otra manera y a buscar nuevos paradigmas para investigar, pues hay muchas preguntas en nuestra búsqueda, que esperan respuestas sensatas.