Editorial — 30 de junio de 2014 at 22:00

No es fácil construir

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Cada vez se hace más evidente en nuestra sociedad la necesidad de cambios profundos, que renueven las formas gastadas. Ya habíamos dicho que en la etimología de la palabra crisis se apuntaba su significado de cambio. Nos acordamos de aquellas palabras de Holderlin: «Que cambie todo a fondo, que de las raíces de la Humanidad surja un nuevo mundo»…
Cambiar, sí, pero ¿hacia dónde?, ¿por dónde?, podemos preguntarnos, dispuestos a encontrar nuevos paradigmas que demuestren que se puede superar lo caduco, lo que ya no sirve. Bien, ya vamos encontrando en el mundo de las ideas y las reflexiones, que es el nuestro, interesantes sugerencias, y sobre todo, valientes.
Nos damos cuenta de que la mayoría de los cambios que necesitamos se encuentran en el campo de los valores morales, es decir, que la transformación de nuestra sociedad pasa necesariamente por una renovación ética, un diálogo social intenso sobre lo que merece la pena preservar, evitando los enfrentamientos o los resentimientos. Hace falta capacidad de diálogo, abrirse a los demás, recuperar el sentido de lo que es de todos. Mayor compromiso por parte de cada uno para aportar posibles soluciones a los problemas. Pocas mejoras vamos a poder introducir en nuestro mundo si solo recurrimos a la descalificación sistemática de los que no piensan como nosotros y renunciamos a aceptar que quizá estén en lo cierto.
No va a ser fácil. No es fácil construir, pero es apasionante pensar que podemos contribuir a que nuestro mundo sea un poco más justo, y más feliz.

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