No lo hemos escrito en ningún código, ni nos hemos puesto de acuerdo, pero es evidente que a quienes hacemos Esfinge y a nuestros colaboradores nos parece que la filosofía es útil y, por lo tanto, recomendable. Nos referimos a esa filosofía que es capaz de salir a la calle y mostrar que puede proporcionar los métodos que estamos necesitando para ser más libres y encontrar respuestas a nuestras preguntas y soluciones para los problemas de nuestra sociedad. Es útil, pero no como lo es una herramienta, sino porque sirve a lo más valioso que tenemos, que es nuestra capacidad para pensar.
Cuando nos miramos a nosotros mismos y a nuestro alrededor, cuando sentimos la necesidad de abrir caminos en nuestra vida, orientarnos mejor y entender lo que sucede en el mundo, si tenemos a mano algún texto filosófico inspirador, escrito por alguno de los grandes sabios que dejaron huellas profundas, es probable que encontremos lo que buscamos: una orientación, un consejo, una recomendación, que nos saquen de nuestro atolladero.
Para ello es indispensable tener la mente abierta, saber que nos queda mucho por aprender y no dejar de practicar el arte de hacer preguntas, previo al de responderlas. Este número de Esfinge nos ofrece sustancia para esas reflexiones tan necesarias, esos diálogos tan indispensables. Para ello, como sugiere nuestro entrevistado José Antonio Marina, es importante ser conscientes de nuestras palabras, cuidar nuestros lenguajes, pues a través de ellos pensamos y sentimos.
Por eso, queridos lectores, os ofrecemos este conjunto de palabras escritas para vuestro ejercicio frecuente de alimentar las ideas y ponerlas en práctica.