Solemos referirnos al desarrollo en un sentido material, relacionado con los niveles de renta, o las tecnologías que manejan las diferentes sociedades. Tenemos una visión reduccionista de un aspecto tan importante y relacionado con la necesidad de mejora que tenemos los seres humanos, en todos los aspectos de la vida.
Hay otras maneras de entender el desarrollo humano, en un sentido más amplio y completo, que nos resultan más interesantes. Son las que parten de la premisa de que somos seres en evolución, que tenemos cualidades aún latentes cuyo desarrollo nos aportará mayor plenitud y felicidad, nos permitirá ensanchar nuestros horizontes y alcanzar nuestras metas. Puede tratarse de habilidades de todo tipo, de aprendizajes que nos pueden resultar útiles, pero también de capacidades para comprender el mundo y a nosotros mismos.
En este número de Esfinge hablamos de una cualidad, tan mal comprendida y hasta menospreciada y sin embargo tan necesaria, como la intuición, que con tanta frecuencia se confunde con los impulsos irracionales o incluso con caprichos y arbitrariedades. Este es solo un ejemplo de que hay muchos conceptos que deben aclararse y analizarse para descubrir todas las posibilidades de desarrollo que nos ofrecen.
En esta misma línea, nos hemos interesado también por la práctica de ciertas artes marciales enfocada desde una perspectiva filosófica, pues consideramos que ofrecen mucho más que una simple técnica defensiva o de ataque.
Y continuamos avanzando en nuestro compromiso de buscar propuestas interesantes y útiles que nos ayuden a orientar nuestros pasos hacia un verdadero y completo desarrollo humano.