Sociedad — 30 de junio de 2019 at 22:00

El Camino de Santiago como metáfora de la vida

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El camino nos iguala y nos diferencia.

Esto presenta una paradoja. ¿Cómo puede algo diferenciarnos e igualarnos a la vez? Trataré de explicarlo.

Dice Cervantes que el amor nos iguala a todos, y seguro que habréis escuchado alguna vez que la muerte equipara a ricos y pobres, reyes y súbditos, rockeros y hippies… Pues el Camino también. Visto desde afuera, todo son botas, mapas, mochilas, sombreros, ampollas y poco o ningún maquillaje. Sin embargo, a partir de ahí, cuando todos quedamos en esas mismas condiciones, surgen las diferencias. Intentaré explicarme mejor. Por un lado, todos somos caminantes y, por otro, cada caminante hace su propio Camino.

Algunos prefieren madrugar mucho y acabar pronto. Otros no madrugan, alargan la etapa y llegan incluso a hacer una parada para comer al mediodía. Están los que caminan pausadamente y los que andan deprisa. Cada peregrino tiene su ritmo y prefiere no alterarlo, aunque esto suponga caminar a solas un trecho.

En un albergue escuché que lo mejor para los pies era ponerse dos calcetines (uno fino interior y otro grueso en contacto con el calzado). El de al lado lo confirmó, pero siempre con botas ligeras, añadió. Un tercero no estaba de acuerdo; prefería deportivos, ya que las botas le «asaban» el pie. Otro más alabó las propiedades de sus plantillas, recién salidas al mercado. En fin, cada uno tiene su manual perfecto del calzado… y ninguno es igual.

Lo mismo pasa con los horarios de las comidas y qué alimentos son convenientes. Un tema abstruso es la mochila y la forma de ordenar los diferentes elementos del equipaje, según el uso que vamos a hacer de ellos. ¡Y qué decir del tipo de ropa!

Aunque todos tenemos que hacer el mismo Camino, solo caminando vamos conociendo nuestros propios puntos fuertes y débiles. A partir de ahí, podemos potenciar unos y superar los otros. Pero, en cualquier caso, solo con la acción y posterior reflexión adquirimos experiencia: eso es auténtica sabiduría. Ahora, apliquémoslo a la vida.

Hay un gran peligro en todo esto. Se trata de pretender que otra persona haga exactamente lo que nos ha ido bien a nosotros. Podemos dar mil consejos, pero cada uno debe caminar-conocerse a sí mismo. Hay tantos caminos como caminantes.

El Camino nos hace iguales, pero hacer el camino nos diferencia.

 

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