Arte — 31 de agosto de 2015 at 22:00

Alegoría del amor y el tiempo

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Nos encontramos ante un cuadro de género cortesano, en que se contrarrestan lo hermoso y lo feo, de actitudes retorcidas y manieristas. En el centro, muy destacada, está Venus, cerrando con sus piernas la delimitación espacial que arriba forma el brazo de Cronos, a la derecha el putto y a la izquierda su brazo. En una mano lleva la manzana de oro del juicio de Paris, y en la otra, la flecha que le ha arrebatado a Cupido, con lo que ahora es ella quien domina al enamorado joven. Este la abraza y acaricia, en un gesto que fue cubierto por un velo que desapareció en la limpieza de 1958.

Arriba a la derecha se encuentra Cronos, con su reloj de arena sobre su cabeza, que concede a los amantes un tiempo y les proporciona un lugar hermoso: el simulacro de cielo que realiza extendiendo tras ellos el paño de bellísimo azul. Frente a él, le ayuda un misterioso personaje, inexpresivo, en diagonal con las máscaras de la esquina inferior derecha: es el fingimiento que trae el amor, el modo en que todo lo que no nos gusta del ser amado lo cubrimos, lo disimulamos, le negamos realidad.

A la derecha, un putto sonriente les va a arrojar un puñado de rosas, y lleva cascabeles en el tobillo: es quien les va a donar belleza y alegría; y tras él, una extraña quimera de dulce rostro, pero con el cuerpo de un animal mítico, porta un panal de miel en una mano y una garra de ave rapaz en la otra: faz amable la del amor, que esconde sus bajos instintos, que lleva dulzura, pero que puede desgarrar…

Detrás de Cupido, un hombre grita desesperado mesándose los cabellos; su interpretación es incierta, pero podría ser un símbolo de los celos o de la mentira, en oposición a la alegría de los inicios.

El tema probablemente deriva, en este cuadro de Bronzino, de Pontormo, su padre adoptivo. En todo caso, la ejecución del cuadro no resultó fácil, como muestran las muchas correcciones reveladas por el examen radiográfico: casi todas las figuras se cambiaron varias veces de posición. Incluso las líneas del perfil de Venus no se adaptan exactamente a las pinceladas de color.

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