Culturas — 31 de diciembre de 2020 at 23:00

Animales simbólicos entre los indios Pueblo

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Animales simbólicos entre los indios Pueblo

Se conoce como Pueblo a algunas etnias nativas norteamericanas que ocuparon la llamada región de las Cuatro Esquinas (la cruz donde limitan Utah al noroeste, Colorado al noreste, Nuevo Méjico al sureste y Arizona al suroeste). En su tiempo, se denominaron como «Anasazi» por error, debido al vocablo navajo que los obreros que estaban desescombrando los restos arqueológicos utilizaron para designarlos, y que en este idioma significa «enemigos» o «antiguos enemigos». En este trabajo, se denominarán Pueblo Ancestrales, si se refieren a esta cultura desaparecida, y Pueblo actuales, o simplemente Pueblo, a sus descendientes culturales en la actualidad.

(Extracto del capítulo «Religión de los indios pueblo» del libro, aún por publicar, sobre esta cultura)

Hoy se tiende a utilizar la denominación Pueblo Ancestrales para distinguirlos de los actuales Pueblo, que, si bien más hacia el sur, continúan habitando esta zona, e incluso utilizando los restos de edificaciones de los ancestros de los cuales aseguran descender. Los nombres de Zuni (o Zuñi) Hopi resultan más familiares, pero a esta familia étnica se les añaden los Keres, Tewa, Tiwa, Towa…, y sin duda, la influencia cultural a la que sometieron a los Apache y Navajo, tribus procedentes del Canadá, mucho más nómadas, cazadoras y recolectoras, y que chocaron con las sociedades Pueblo largamente establecidas (de ahí lo de «enemigos») y mucho más socialmente desarrolladas.

Los Pueblo presentan un conjunto de creencias muy consolidado y complejo, que a la dificultad de la interpretación añade el hermetismo de algunas de sus facetas. Por diversos motivos, la asistencia a determinadas ceremonias está completamente vetada al hombre blanco, y solo algunos privilegiados, como Elsie Clews Parsons (1875-1941), antropóloga y socióloga, las han conocido en vivo. La obra de esta científica de campo es tan monumental que aún no ha sido superada. Investigó a fondo el folklore y vivió de primera mano muchos rituales y vivencias místicas de estos Pueblo, lo que le valió la censura de muchos chamanes y jefes tribales; de alguna manera, no le perdonaron la divulgación de sus más íntimos secretos, e incluso le achacaron errores de interpretación de todo el material por ella recogido y publicado. Hablar, entonces, de las creencias religiosas y del corpus mítico de los Pueblo Ancestrales entraña una doble dificultad. Por un lado, el hecho cierto de su desaparición, o dilución en otras formas culturales. Por otro, que los herederos civilizatorios de estos antiguos ancestros continúan vivos y, por tanto, practicando, modelando y diferenciando un tronco de creencias heredado y que se personaliza en cada tribu, casi en cada ciudad, llegando a divergir y a veces ofrecer narraciones aparentemente disímiles, donde en realidad no hay diferencia subyacente.

La descripción general de la mentalidad de estas sociedades dista mucho de parecerse a nuestra forma de ser occidental y, por tanto, a la idiosincrasia de aquellos que ocuparon su territorio venidos de allende los mares. Por suerte, estos terrenos áridos y resecos, donde la vida hoy es muy dura, no despertaron tanto la codicia de los otros lugares sustraídos al nativo piel roja, y aparte de la riqueza mineral que ofrecían, su poca utilidad para agricultura y ganadería ha permitido que más o menos estas naciones conserven parte de su territorio. Allí aún pueden desarrollar sus danzas, vivir sus fiestas, adorar a sus kachinas [1] y establecer una relación con el medio que normalmente se usa como modelo de cultura ecológica. Por diversos motivos, hasta nosotros ha trascendido una visión del nativo norteamericano con una forma de ser holística y respetuosa para con el ecosistema, y este rincón del subcontinente norteamericano también presenta esta romántica perspectiva. Dejando de lado el debate sobre si la aproximación de estos pueblos es cierta o solo un cliché, lo que podemos asegurar es que sus relaciones con el mundo vivo son radicalmente distintas, y su percepción del universo es mucho más mítica que positivista. Hablar con ellos de generalidades trasciende lo anecdótico y entra de lleno en una visión simbólica del cosmos y sus habitantes, donde los animales compartieron pasado con la raza humana y compartirán destino.

Para los nativos americanos en general, los animales fueron indispensables para su supervivencia. No solo ofrecían una fuente de comida, sino que resultaron la materia prima necesaria para la variada y numerosa actividad diaria. Ropa, herramientas, enseres domésticos, instrumentos musicales para danzas o interpretaciones, individuales o colectivas, como tambores, baquetas, cascabeles y sonajeros, flautas, etc.; cobertura de hogares móviles, como los tipis; ropa, calzado, hilo, pegamento, sonajeros, elementos rituales, armas de caza y de combate… En todos los sentidos, los animales fueron vitales en su cultura.

Pero el indio Pueblo, como todas estas culturas norteamericanas, se aproximaba al «hermano» animal con una perspectiva totalmente diferente a la occidental. Él no iba a aprovecharse de estos seres, porque estos seres compartían con él el mundo. La muerte de un animal para su posterior uso era un acto realizado con respeto. Existía la creencia general de que, a no ser que el espíritu del animal abatido fuese honrado tras su muerte, este no facilitaría su posterior captura otra vez, y poco a poco el cazador iría perdiendo habilidad, cegado por el orgullo y la vanidad, y poniendo en riesgo la supervivencia del propio clan. Matar un animal siempre fue un asunto muy serio, y ningún animal consentiría en su muerte si esta se ejecutaba sin el debido protocolo. En una serie de mitos ampliamente difundidos, son los animales o ciertos seres poderosos los responsables de instruir a los cazadores sobre estos rituales imprescindibles para un resultado exitoso. En todo caso, es un tabú inviolable que un cazador cace al animal tótem de su clan o tribu. En su tradición, el Creador (que a veces toma la forma de un animal de poder, o es ayudado por uno, como Coyote) dio origen a todos los seres de su creación en un plano de igualdad, fueran animales, pájaros, peces, insectos, plantas e incluso el hombre o los elementos del paisaje (ríos, valles, montañas, etc.). Su dios no puso a disposición de la humanidad su creación para su exclusivo uso o disfrute. Más bien, hizo a la raza humana responsable del resto de seres.

Algunos académicos ven una constante entre los distintos mitos de creación/emergencia entre las diferentes naciones indias. Parece existir una pauta mayoritaria en la que, sea cual sea la tribu, podría establecerse una sucesión de tres fases en las cuales se realizó el proceso. Entre los Pueblo, el número es Cuatro, y los Navajo hablan de Cinco, pero los sucesos acaecidos podrían resumirse en solo tres momentos fundamentales. La primera época incluye a los First People, «Primer Pueblo», donde espíritus humanos y animales no diferenciados existían en armonía. A esta fase siguió otra tras diversos tipos de catástrofes cataclísmicas, y algunos de los Primeros se convirtieron en los animales que hoy más o menos conocemos, procedentes tanto de espíritus netamente humanos como de animales. Fue una época oscura, donde se trastocó el orden natural de las cosas. La humanidad llegó luego, donde plantas, animales, pájaros y peces acabaron siendo lo que hoy conocemos.

Referirse a los espíritus animales es hablar de conceptos colectivos de dudosa traducción. No está muy claro el límite que se establece para estos seres y su realidad (que, según ellos, nos precedieron en el proceso de Emergencia [2] y que son más antiguos que la actual humanidad) en cuanto a si son espíritus independientes o colaboradores, intermediarios, compañeros de ruta en el camino de la vida o simplemente mascotas. Este ancestral «Pueblo Animal» es considerado diferente de los animales actuales, no obstante. Estos Animales previos a la creación que vendría luego (y que pocas veces es una creación, sino una emergencia desde otro mundo, o una remodelación del mundo tras inundaciones y destrucciones de diversa índole, principalmente a través del fuego y el agua) eran más bien espíritus, potencias, incluso dioses menores (ya creados y a su vez creadores). Solo cuando aparecimos como humanidad actual, consciente (otras formas antiguas de humanidad eran descritas como amorfas, como la arcilla, o incluso como nubes o simples hálitos), los Animales se convirtieron en animales, como los conocemos ahora.

En este proceso de arribo de la humanidad a este mundo desde otro, los animales gobernaban esta Tierra y poseían los dones del hombre que estaba por llegar. O el hombre por llegar tenía las características de estos animales, primeramente. Podían hablar, por ejemplo. Sin embargo, la aparición del hombre actual provocó que los animales perdieran esa capacidad (o, desde otra perspectiva, el hombre perdió la capacidad de entender cómo le hablaban). Por eso, determinadas personas poseían la capacidad de comprender y utilizar el lenguaje animal y comunicarse con ellos. Muchos chamanes, incluso, son descritos con el poder del cambio físico, y en todo caso, con la habilidad de extraer de los animales poderes y conocimientos secretos, que luego eran utilizados para el bien de la tribu. Es famosa la tradición de la «búsqueda de la visión», en donde, tras la abstinencia, la vigilia y el ayuno necesarios, un ser humano podría encontrar su «ánima» maestra, su espíritu animal, y conseguir consejo espiritual para su vida cotidiana.

La unión entre animales y humanos era tan fuerte que incluso abundan los matrimonios entre humanos y animales, previa transformación de uno de ellos en la forma del otro. Sin embargo, en estos casos, la rotura de algún tabú vuelve a la forma primigenia a quien lo rompe, y el desdichado o desdichada pierde su conexión con su pareja. Entre los Zuñis, ciertos mitos de la muerte incluyen la descripción del viaje de un joven, que atrapa un águila en una rampa (ver más adelante), pero en vez de utilizarla la ve tan bella y poderosa que se enamora de ella. Convertido en águila se casa con ella, y, junto a su esposa, vuelan más allá del horizonte, hacia el Pueblo Águila, hasta que llegan a un poblado donde se les aconseja que no se dejen tentar por los danzarines. Sin embargo, el poder de la música es tan fuerte que olvidan la prohibición.

Tras una noche de desenfreno, el muchacho despierta otra vez con forma humana, perdido todo rastro de su amada esposa, y en el centro de unas ruinas Pueblo. Entonces comprende que los espíritus de los muertos aún perduran, de alguna manera, entre las ruinas, vivos a su modo, en una ciudad que conserva su poder, y que lo vivido fue una experiencia compartida con los difuntos que aún pueblan esa ciudad. Solo la superación de determinadas pruebas le volverá a su aspecto de hombre-águila, con la cual volverá a reunirse con su esposa, mujer-águila.

Muchos personajes animales, dotados de poderes especiales que les caracterizan, juegan importantes papeles en las creencias mitológicas Pueblo. Quizás uno de los más importantes sea Mujer Araña, cuyo significado y el lugar que ocupa en la cosmovisión Pueblo es muy relevante.

Araña

La Mujer Araña (Spider Woman) es un símbolo casi universal entre las tribus norteamericanas, aunque su rol no tiene por qué estar ligado al de tejedora del destino, ni siquiera a gestar el mundo. El papel de Spider Man, que también aparece, es mucho menos relevante (al menos, hasta la llegada de Marvel Comics…).

Mujer Araña es un personaje acompañante, solucionadora de problemas, sabia y sanadora, muy cercano a los Pueblo en las etapas de emergencia, en los primeros tiempos míticos. También se la conoce como Abuela Araña, o simplemente Abuela.

En este perfil de Mujer Araña, cubre una amplia representación de caracteres y acompaña como personaje principal o mítico un repertorio muy variado de narraciones. Ayuda a héroes a cumplir con su misión, se encarga de la distribución de determinados objetos (como las estrellas), procura la felicidad de quien le pide consejo…

Spider Rock, en De Chelly Canyon, es el hogar tradicional de Spider Woman. Muchos otros personajes femeninos actúan de diosas para la humanidad, y la prevalencia de estos personajes, que entre los Pueblo llegó a alcanzar la equivalencia a una deidad principal, señala al menos una época donde la cultura era matriarcal y la mujer poseía un papel mucho más activo y destacado en el gobierno de la tribu. No nos olvidemos que los Pueblo son «moetias», sociedades donde la pertenencia a un clan u otro lo dicta la familia materna, no la paterna (sociedades matrilineales). Mujer Araña, en definitiva, jugaba el rol crucial de enseñar a la gente cómo vivir y cómo sobrevivir no solo físicamente, sino espiritualmente también, en un ambiente tan duro.

Llegado este punto, merece la pena detenernos un poco más extensamente en la lectura de uno de estos mitos de emergencia, un mito Hopi, que puede ayudarnos a entender la mentalidad de los Pueblo, pero también las relaciones que en sus cosmogonías se establecen entre seres sobrenaturales, seres humanos, animales y aves.

Al comienzo no había nada, salvo un espacio infinito en el que solo Tawa, el espíritu del Sol, habitaba. Tawa reunió algunos de los elementos del espacio e inyectó su propia sustancia en ellos para crear así el Primer Mundo. En este mundo se alojaron criaturas similares a insectos, que moraban en cuevas profundas y húmedas y luchaban entre sí. Del todo insatisfecho con esta creación, Tawa envió un nuevo espíritu, Abuela Araña [3] , que debía guiarlos en un largo viaje. Abuela los conducía mientras cambiaban de forma, mientras en sus cuerpos creció pelaje, adquirieron colas y formas de perros, lobos y osos. Siendo así, llegaron al Segundo Mundo, pero Tawa aún seguía disgustado, porque aunque más bellas y armoniosas, estas criaturas todavía no entendían el significado de la vida, no al menos mucho más que sus grotescos predecesores. Entonces el espíritu del Sol envió de nuevo a Abuela Araña, que nuevamente condujo a estos seres en un segundo viaje. Mientras tanto, Tawa creó un Tercer Mundo, más ligero, más húmedo. Cuando estos seres, encabezados por Abuela Araña, llegaron al Tercer Mundo, ya se habían convertido en personas. Una vez allí, Abuela Araña les advirtió que de todo punto renunciaran al mal, que arrancaran de sus corazones los espectros de la perversidad y que vivieran por siempre en armonía. Entusiasmados, los nuevos seres humanos construyeron pueblos y plantaron maíz.

Pero hacía frío. Abuela Araña acudió otra vez para enseñar a la humanidad a tejer y a fabricar vasijas. Las ollas no se podían hornear, el maíz no crecía bien, hacía frío.

Un día apareció Colibrí, explicando que era un heraldo de Masau’u, el señor del fuego y de los muertos. Masau’u aún vivía en otro mundo más arriba, sobre el cielo, llamado el Mundo Superior. Colibrí enseñó a los seres humanos a hacer fuego con un troquel, y luego se fue. Así, la humanidad, por fin, aprendió a hornear su cerámica y esta se volvió dura y resistente. Calentaron sus cuerpos frente al fuego del hogar, y allí cocinaron su carne, en vez de comer todo crudo. Las cosas empezaban a mejorar en el Tercer Mundo.

Pero el ser humano es como es, y pronto los hechiceros comenzaron a desatar el mal en esta tierra de promisión, cociendo pócimas que dañaban a las personas y desviaban sus mentes de la virtud. Los hombres jugaron, en vez de cuidar sus campos. La mujer se rebeló, y tampoco atendía su parte de la empresa familiar. Las lluvias no llegaban, y el maíz falló. Abuela Araña volvió a advertirles, congregando a la gente que todavía tenía buen corazón, y advirtiéndoles que deberían dejar ese mundo e irse al Mundo Superior. Tras este aviso premonitorio, los más sabios de entre los escogidos oraron durante cuatro días y luego, con arcilla, realizaron una especial ceremonia, donde dieron vida a una golondrina a la cual encargaron encontrar el camino al Mundo Superior. El pajarito voló hacia el cielo y halló una abertura, pero los fuertes vientos reinantes lo zarandearon, lanzándolo de un lado a otro sin posibilitarle que continuara su camino. Golondrina volvió de regreso, y esta vez los sabios fabricaron una paloma, que sí voló a través del agujero en el cielo, donde encontró una gran tierra que se extendió en todas direcciones, pero totalmente carente de vida.

Paloma volvió e informó de lo que había visto. Por tercera vez, el consejo de sabios se reunió para fabricar en esta ocasión un halcón, pero este voló y regresó con el mismo mensaje. Por tanto, los sabios fabricaron un cuarto pájaro, un pájaro-gato [4] , que sí fue capaz de llegar a Masau’u, volviendo con el mensaje del dios de que serían bien recibidos.

Al escuchar la buena nueva, la gente lloró de alegría, se realizaron danzas y el poblado rebosaba euforia. Cuando la calma se impuso, alguien hubo que preguntó: ¿cómo llegamos hasta el agujero en el cielo? A la mayoría se les nubló la sonrisa del rostro…

Abuela Araña volvió a intervenir, y le recordó que, entre los hermanos, estaba presente la ardilla [5] , quien, al alimentarse de piñones, podría ayudarles a plantar un árbol lo suficientemente alto como para alcanzar el agujero. Ardilla fue alistada como voluntaria y se puso rápidamente a la tarea. Plantó un abeto, pero no creció lo suficientemente alto. Luego probó con un cedro, pero creció solo ligeramente un poco más. También falló el primer pino que plantó, y fue entonces cuando comenzó a preguntarse si no estaría presente alguien con un corazón malvado. El pueblo aseguró que sus intenciones eran puras, y Ardilla continuó con su trabajo. En el cuarto intento, se plantó una caña, y Abuela Araña sugirió a la gente que cantara lo suficientemente bien y alto como para que la caña creciera hasta donde ellos necesitaban. Dicho y hecho, la tribu entonó una bella melodía mientras sus asombrados ojos contemplaron cómo la caña crecía, crecía y crecía hasta alcanzar la abertura. Esta abertura era el sipapu, y Ardilla explicó que la gente podía trepar y salir por él, porque estaba hueco. El jefe y los sabios trazaron cuatro líneas en el suelo, y dijeron que si algún hechicero cruzaba las líneas, moriría. Fue así como, dirigidos por Mujer Araña y sus hijos gemelos, la gente subió por fin al mundo superior, el actual Cuarto Mundo.

Una diosa que algunos eruditos ven como una versión de Spider Woman es Sus’sistinako (Mujer Pensante o Mujer Profetisa), creadora entre los pueblos Keres de Nuevo México (Acoma, Laguna, Santa Ana, Zia, San Felipe, Santo Domingo y Cochití). La relación mitológica de esta diosa se complica, porque a veces aparece como hermana de Spider Woman (Mujer Araña), con la cual llega a competir para demostrar, con hechizos y encantamientos, cuál es la más poderosa; y porque en otras narraciones adquiere un perfil masculino, como en Zia. Mujer Pensante, macho o hembra, es un ejemplo de ser creador capaz de crear a partir de sus pensamientos (recordemos, es una poderosa hechicera), lo cual también podría indicar el carácter andrógino e indiferenciado de estas primeras figuras en las cosmogonías Pueblo.

Existen algunos animales fuertemente simbólicos y ampliamente presentes en todos los mitos nativos. Otros, son animales más particulares, y no faltan animales que aún no han sido identificados zoológicamente, como el denominado en keresiano «shuhu’na». También entre los Hopi este animal se consideró real. Es descrito como de talla intermedia entre el coyote y el zorro, y cazaba otros animales introduciéndose en ellos por el oído. Lejos de respetar el profundo conocimiento zoológico de los indios para con su ecosistema, los hay que pretenden ver en este ser a la comadreja, la señora de los animales cavadores entre los Pueblo, cuya piel está muy presente en distintos ornamentos de bailes kachinas. Como si no supieran lo que es una comadreja. El caso es que, en lenguaje Hopi, la palabra para comadreja es «pivani», luego este misterioso ser no puede identificarse con el mustélido. Otros piensan que quizás se refieran al jaguar, extinguido ya de esas zonas, pero presente hace diez siglos. Quizás solo sea un mito más, o tal vez su curiosa forma de actuar sea simbólica, no lo sabemos a ciencia cierta, y el propio animal sea en sí una tradición o leyenda.

Los Hopi rezan directamente a animales. El león (puma), el oso, el gato salvaje y el lobo, como animales asociados a los dioses de la guerra. El halcón guarda relación con los jefes guerreros (curioso; el halcón era el animal de los faraones en Egipto). Los animales de caza siempre eran interpelados para que «se dieran a sí mismos», para que los Pueblo pudieran aprovecharlos: ciervos, cabras de las Rocosas, antílopes, wapitíes, liebres y conejos. Son considerados «animales de compañía», en el sentido literal del término, hermanos de camino sobre la faz de este mundo. La serpiente emplumada o cornuda, conocida como Serpiente de Agua, que viven en manantiales, y todas las criaturas acuáticas son en el mismo sentido «animales de» las nubes.

Entre los Zuni, los pájaros son denominados como «pequeños sirvientes» y exploradores; son mensajeros, y en ese rol fueron enviados a buscar a las desaparecidas Doncellas del Maíz. De entre los pájaros, los colibríes juegan un papel especial como mensajeros entre los Acoma. Otros pájaros son usados para denominar personajes, y a los jefes o a los clowns sagrados se les llama como a los pequeños chochines o los ruiseñores.

Los animales de presa muestran un rango más independiente y autónomo, y suelen ser patrones sobrenaturales, especie de espíritus custodios de sociedades Pueblo.

La casa de los «dioses animales» es Shipap o Shipapolima, en el este. Cada animal es también una orientación y un color. Así, león es norte y amarillo, el color del norte. El oeste y el azul se relacionan con el oso. El tejón es el animal del sur, y su color es el rojo (entre los Hopi, es el lugar del gato salvaje). El este es del lobo, y su color es el blanco. El águila marca el zénit, y otros animales, como la musaraña, rata de abazones o la serpiente, rigen la dirección «abajo».

Algunas partes de animales son utilizadas en las ceremonias como ornamento exclusivo y de referencia simbólica. Destacan escápulas, plumas y garras, espinas de puercoespín (muy utilizadas en tocados) y muñequeras de piel de búfalo, como las que ostentaban los Gemelos, regalo de su padre, el Sol.

Pasemos ahora, brevemente y sin agotar el simbolismo, a comentar alguno de los rasgos más llamativos de animales significativos o sugerentes, por un motivo u otro, incluyendo algunos personajes que se relacionan directamente con ellos a través de su nombre, como el caso de Kokopelli y Coyote.

Kokopelli

De entre los personajes curiosos que aún hoy pueden contemplarse heredados de los Pueblo Ancestrales, Kokopelli es, sin duda, el más célebre para la cultura americana actual. Su nombre proviene del Hopi, aunque es una deidad universal entre los Pueblo. No suele faltar en las danzas de kachinas. Su figura es fácilmente identificable como la de un ser antropomorfo encorvado y con una flauta o chirimía en la boca (a veces, dos). Nunca se representa estático, y siempre suele estar dotado de alegría y movimiento de danza, aunque algunas autoridades (ninguna de ella músico) piensan que quizás estemos viendo una cerbatana (¡).

La antigüedad de este pícaro adorable se remonta como mínimo a mediados del s. VIII, y su imagen fue ya motivo ornamental de la cerámica. Se ha querido ver el origen de Kokopelli en los pochtecas (comerciantes) aztecas que hasta aquí llegaron para intercambiar mercancías, con su saca al hombro y su flauta para convocar a los paisanos (como nuestros afiladores). Sin embargo, esta figura amorfa, lisiada y musical podría guardar un simbolismo mucho más profundo, y enlazar con ciertos principios constructores esotéricos del universo, a manera de demiurgo creador. Dioses del fuego han sido representados deformes en lugares tan lejanos como la India, y a nadie se le escapa el poder mágico de la música en el proceso de creación.

En lo que a nosotros respecta, su relación con el mundo animal proviene de su propio nombre, que alumbra la idea de que no representa a un hombre, sino más bien a un insecto antropomorfo. «Koko» es otra deidad presente en los panteones Hopi y Zuñi, o bien «madera» (ver más adelante); y «pilau», joroba, o «pelli», un tipo de mosca del desierto con una enorme probóscide y un tórax muy voluminoso y visible, de donde resultaría el parecido con su joroba. Además, las figuras más antiguas de este diablillo lo hacen parecer realmente con un insecto.

En Hano, un asentamiento Hopi (Nuevo Méjico), podemos encontrar un Kokopelli con su esposa pintados de negro, y se les llama Neopkwai’i, que significa «gran hombre negro». Hay quien ve en esta representación a Esteban, el gigantón de color que acompañó a fray Marcos de Niza en sus rutas de exploración por estos lares. Se sabe que Esteban estaba más pendiente de las muchachas Zuni que del oro que se estaba buscando, y que eso propició que los celosos maridos lo asaetearan con saña. El Kokopelli de Oraibi porta un saco de camisas y mocasines robados a novias, y por ello también se asocia a la memoria de Esteban, aunque esa relación es, obviamente, muy posterior al origen de Kokopelli.

El rango temporal en que este símbolo ha sido usado también es soberbiamente amplio. El período de su representación abarca desde las pithouses Pueblo (200 d. C.) a la actualidad, donde es usado como marca comercial de cualquier tipo de producto y empresa en USA. Su fama trasciende el tiempo y su nombre o su icono se utilizan para cualquier cosa. El origen y su auténtico significado, no obstante, siguen siendo un misterio. Es un personaje variable e inconsistente, interpretado de innumerables formas: un sacerdote de la lluvia, símbolo de fertilidad, deidad, trovador o comerciante itinerante, chamán o curandero, cazador, guerrero, mago e incluso como un insecto. A su heterogéneo simbolismo le podríamos añadir un cierto matiz de juerguista y calavera. Este buhonero itinerante puede usar su flauta para anunciarse a los caminantes con los que se encuentra. Su melodía indica sus intenciones pacíficas y la certeza de que ningún enemigo se encuentra cerca.

Kokopelli es una figura común entre los Pueblo, Hopi y Zuni. Como kachina, es un intermediario que porta regalos para los bebés, un eficaz seductor de doncellas (de ahí su perfil crápula) y un maestro en la caza. Kokopell’Mana es la contraparte femenina de Kokopelli, cuya máscara porta un hombre (siempre son hombres los que portan las máscaras kachinas). Apasionada y lujuriosa como su marido, «ella» les hace señas de manera obscena y picarona y los invita a competir. Si atrapa a uno, lo arroja al suelo e imita la cópula, para deleite de los espectadores. En cierta historia que sucedió en Oraibi (asentamiento Hopi), Kokopelli es descrito jorobado y físicamente desventurado, pero no obstante atractivo, a la manera del Loki nórdico. En ella, Kokopelli encuentra esposa y tiene hijos, aun en contra de la opinión de su abuela, y es ayudado por la Mujer Araña cuando lo intentan asesinar, por envidia, un clan de hechiceros.

Coyote

No podemos hablar de Kokopelli sin mencionar a otro personaje universal entre las naciones indias. Nos referimos a Coyote. Coyote es una figura compleja, contradictoria y colorida, presente en prácticamente todas las tradiciones culturales nativas americanas. Siempre masculino, posee una contraparte femenina que recibe distintos nombres en las distintas lenguas. Entre los Navajo, es Ma’ii.

Es un prototipo de embaucador, siempre engañoso, astuto y a veces deshonesto. Pero su picardía suele volverse en contra suya la mayoría de las veces, e incluso llega a morir en estas historias, aunque siempre es capaz de renacer, reencarnando de nuevo. Maneja una poderosa magia, es capaz de crear y transformar, y a menudo resulta imposible de vencer. También podía cambiar su apariencia o intercambiar pieles con hombres cuyas esposas deseaba. Se sale siempre con la suya, y aunque sus acciones a la larga resulten beneficiosas, pueden acarrear el mal. Por ejemplo, trajo la muerte para evitar la superpoblación. A este respecto, el mito cuenta que Ma’ii existió junto con el Primer Hombre y la Primera Mujer en el Primer Mundo. En otras versiones, fue creado en el Cuarto Mundo. En todo caso, después de la aparición, la gente quiso saber su destino. Alguien arrojó un raspador de piel al agua, declarando que, si se hundía, la gente eventualmente moriría, pero si flotaba, seguirían viviendo. El resultado fue que el raspador flotaba. Entonces, sin embargo, Coyote tomó una piedra y la arrojó al agua. Declaró que, si flotaba, la gente viviría para siempre, pero si se hundía, todos morirían tarde o temprano. Naturalmente, la piedra se hundió y la gente se enojó. Coyote explicó que, si no hubiera muerte, habría demasiada gente en el mundo y, finalmente, no habría lugar para plantar maíz. La gente vio la sabiduría de esto y aceptó la inevitabilidad de la muerte.

Es el primero en manejar el fuego y en dar a conocer este secreto al hombre. Libera al búfalo, y convierte a los monstruos malvados en piedra (ver más adelante). En algunas tradiciones de otras naciones indias, es el Compañero del Creador, al que ayuda en su trabajo primigenio de manifestación.

Se muestra como el responsable de que algunas estrellas tengan formas definidas (constelaciones), pero otras no, repartiéndose al azar. En otras tradiciones, es Pluma Azul la niña responsable de la aparición del cielo estrellado. Después de una gran inundación, la gente de Cóchiti se mudó al norte hasta que las aguas retrocedieron. Finalmente, Iatiku, la Madre Maíz de los Pueblo, les dijo a todos que era seguro regresar a su hogar en el sur. Le dio una bolsa cerrada y bien atada a una niña llamada Pluma Azul para que la llevara con instrucciones de no abrirla. En el camino hacia el sur, la chiquilla no pudo contener su curiosidad, por lo que desató la bolsa. Cuando lo hizo, las estrellas se derramaron de la bolsa y se dispersaron en todas las direcciones de forma desordenada, como la mayoría de las que vemos en el firmamento. Pluma Azul volvió a cerrar la bolsa rápidamente, pero solo quedaron algunas estrellas. Cuando llegó a Cóchiti, las estrellas restantes se colocaron en sus lugares apropiados en el cielo. Es por eso por lo que solo unas pocas estrellas tienen nombres y son conocidas por las personas.

El papel en esta historia entre Niña Azul y Coyote es perfectamente intercambiable, y es Coyote quien encarna este relato. Por ejemplo, en el cuento Zuni «Coyote roba el Sol y la Luna» (Williams et al 2004), Coyote se alía con Águila, y roba una caja a unas kachinas después de bailar, una caja que contiene luz. Avisado por Águila de que no la abra, Coyote es vencido por su curiosidad y libera al Sol, que marcha lejos, y a la Luna, la cual trae el invierno al mundo. En seguida la vegetación se marchita y adormece, y un manto blanco cubre la tierra. Es el momento en el que la Tierra empezó con las estaciones.

En otro perfil, posee un apetito sexual insaciable, presume de su priapismo, se satisface con toda mujer que despierta su lujuria. Se llega a contar que eliminó los dientes de la vagina que en los orígenes tenían las mujeres, para disfrutar de las relaciones, marcando el origen del placer sexual; de alguna manera, pues «inventó» el sexo.

Pero también es un demiurgo del paisaje. Modela montañas, deriva ríos, cambia el relieve de la superficie terrestre según sus designios, ayudando a tallar el Gran Cañón, por ejemplo.

Según una leyenda Paiute, antes de que hubiera ningún piel roja, la Gente Leyenda (To-when-an-ung-wa) vivía en Bryce Canyon. Había muchos de ellos, de todos tipos y clases. El pueblo Pájaro, los Animales, la Gente Lagarto y todos se parecían a la Gente Hombre. Por alguna razón, la Gente Leyenda cedió al mal y se pervirtieron. Acapararon el agua de los arroyos y los frutos del bosque, todas las nueces, todas las bayas, impidiendo a otros sobrevivir al invierno. Lo hicieron porque podían transformarse y convertirse en gigantes. Por que se volvieron malos, Coyote los convirtió a todos en rocas. Para ello los invitó a un festín, les hizo vestirse con sus mejores galas, pintar su rostro de tonos rojos, y antes de que pudieran probar el primer bocado, obró su magia. Hoy en día, cualquiera puede ver ese acto de transformación, y descubrir, en los caprichosos relieves de este paisaje, hileras de Gente en pie, otros sentados, algunos más en grupos. «Tú puedes ver sus caras, como pintadas, justo como eran antes de coinvertirse en piedra». Todo eso ocurrió millones de años antes de que apareciera la raza humana.

Serpiente

La serpiente es un poderoso símbolo entre los nativos americanos. Guarda relación con los procesos de sanación, la fertilidad, la lluvia y el conocimiento esotérico. Se asocian con los relámpagos. Por su manera de cambiar la piel, son un símbolo de la renovación y el renacimiento. Los Hopi las consideran mensajeras del inframundo y guardianas de los espíritus. Cada dirección del espacio posee un guardián- serpiente. En el mito de emergencia Hopi, la tribu caminó protegida hacia el sur por Pálulukang, la Serpiente del Sur. Muy hacia el norte, en Ohio, existe un montículo artificial en forma de una gigantesca serpiente, que se remonta a la época de los Constructores de Montículos (1000 a. C.-200 d. C.) hace aprox. 2500 años. Esta larga loma, solo observable desde el aire y levantada casi al borde de un cráter meteorítico, tiene la silueta de un enorme ofidio de 380 m de largo, 6 m de ancho y 1,2 m de alto. Comienza en una espiral apuntando al norte y termina con la cabeza, en la que muy probablemente hubo un altar. Parece que quiera engullir un enorme huevo. Es el mayor montículo-efigie del mundo. Los Hopi afirman que este montículo fue levantado por sus antepasados durante su migración, y el huevo, en una de sus interpretaciones, sería la colina del asentamiento Hopi que la serpiente estaría guardando y protegiendo.

A principios del segundo semestre se lleva a cabo el baile del antílope, o la mucho más famosa danza de la serpiente, en la que personas expertas danzan con serpientes vivas en la boca, que posteriormente son liberadas. Esta danza hopi tiene lugar cada dos veranos. Los miembros de la alianza capturan serpientes durante cuatro días, serpientes que son llevadas a la kiva y guardadas en recipientes. A lo largo de los siguientes cuatro días tienen lugar las danzas. En el noveno día se permite la asistencia del público, y los sacerdotes bailan con estas serpientes, que al final del ritual son devueltas a la naturaleza, como mensajeras de los ruegos tribales. Para ello, las serpientes son depositadas en un montón, en el centro de la plaza, y desde allí son vueltas a capturar y arrojadas a las afueras a los cuatro puntos cardinales, para que las serpientes puedan arrastrarse hasta el inframundo e interceder ante los dioses de la lluvia.

El enorme interés turístico incrementó las visitas hasta tal punto que, en 1917, se prohibió la fotografía de esta ceremonia.

Águila

Poderoso símbolo usado universalmente por todas las naciones indias. El vuelo del águila, alto y majestuoso, hasta desaparecer por encima de las nubes, la hace semejarse al Dios supremo, o ser la mensajera de los altos dioses del cielo. Allí, en el cielo, se la asocia con los fenómenos atmosféricos, y puede controlar la lluvia, el rayo o las nubes, en otros aspectos simbólicos. Posee una amplia relación con el Pájaro del Trueno. Como ave de presa, el águila no era considerado un «pájaro», un «pequeño sirviente», sino un espíritu poderoso, independiente, patrón sobrenatural de algunas sociedades Pueblo.

Para los Zuni representa la dirección Arriba (el cénit). A los Hopi les recibió un águila al emerger a este mundo, con la promesa de que, si alguna vez querían enviar un mensaje al Padre Sol, podían usar una de sus plumas para ello. El águila disparó una flecha a dos insectos que poseían el poder del calor («mahus»). Al recibir las heridas, los insectos comenzaron a tocar sus flautas y las heridas sanaron mágicamente. A partir de entonces, estos insectos acompañaron a los Hopi en su migración. Uno de ellos, según esta narrativa, se llamó Kókopilau (Kokopelli?), de las palabras «kóko», madera, y «pilau», joroba. Su aspecto y color fue el que invitó a que recibiera este nombre. Portador de una bolsa de semillas, a medida que avanzaban esparció las semillas en la tierra baldía, las cuales iban brotando al son que tocaba en su flauta, lo cual las alegraba y las hacía calentarse lo suficiente como para crecer.

El águila fue un animal tabú para ser comido, aun en caso de necesidad, y aunque sus plumas resultaban indispensables para confeccionar los bastones de plumas para las ofrendas (junto con las de pavo), estaba prohibido, prácticamente entre todas las naciones indias, su caza o muerte. Para ello, solían atraparlas en los nidos, o bien con una curiosa trampa que consistía en excavar un pequeño foso, donde cupiera el cazador, cubrirlo de ramaje y colocar un conejo o alguna otra presa apetecible encima, mientras el nativo esperaba dentro del agujero. Cuando el águila se abatía para cobrar la presa, era agarrada por las garras y sujeta para su manipulación. A pesar de la aparente facilidad de esta técnica, cualquiera que haya visto de cerca un animal de la envergadura del águila calva americana ( Haliaeetus leucocephalus) sabrá que a estos animalitos conviene tenerlos cuanto más lejos, mejor, y que un adulto intentando zafarse de su capturador es mucho más peligroso que otro abatido de un certero flechazo. Las plumas así conseguidas también eran usadas como ornamentos, dado que cada acción valerosa se premiaba con una de ellas. Los grandes guerreros de las llanuras portaban una diadema de plumas de águila que, a caballo, aun arrastraba por el suelo. Era usual, también, el uso de las plumas de águilas en los bastones de «coups» (bastones de «toque», con los que golpear al contrario en combate), más propias de tribus guerreras, donde cada enemigo vencido y cada acto en combate reportaba un número de plumas, con una decoración individualizada respecto a la hazaña que se había ejecutado. Estas plumas solían exhibirse juntas a lo largo de una vara, recubierta en piel (el bastón de toques). Los Hopi, no obstante lo dicho, se sabe que sacrificaban ritualmente águilas en determinados días de ceremonias.

Entre esta nación Pueblo, Kwatoko es el nombre dado al Gran Águila, que los Acoma y los Zuni llaman como «Alas de Cuchillo». La leyenda dice que este gigante puede robar mujeres y arrancar cabelleras. Los chamanes de las sociedades de cazadores Pueblo obtenían su poder de animales de presa, no solamente leones y gatos salvajes, sino también de todos los tipos de águila americana y algunas clases de halcón.

El modelado de los bastones de caza Pueblo, que se parecen a los bumeranes, se inspiraron en la forma del ala del halcón, que, se dice, fue el primero que poseyó uno, dándoselo posteriormente al hombre. Lo guardaba celosamente debajo de su ala, y por ello la forma. El jefe de caza Acoma o el custodio de los fetiches de caza Zuni, tenía que ser un hombre del clan Águila. Estos bumeranes americanos solían usarse para caza menor en tierra: conejos, ardillas, perritos de las praderas, codornices, etc.

En general, los animales de presa siempre fueron considerados mediadores entre el hombre y Poshayanki [6] en las sociedades curativas Zuni. En el Rezo de Curación, el jefe medicina-del agua de la sociedad Marca de Fuego invocaba:

León del norte, dame el poder para ver la enfermedad.

Oso del oeste, dame el poder para ver la enfermedad.

Tejón del sur, dame el poder para ver la enfermedad.

Lobo blanco del este, dame el poder para ver la enfermedad.

Águila del cénit, dame el poder para ver la enfermedad.

Musaraña de la tierra, dame el poder para ver la enfermedad.

Tú, mi Padre Sol, dame el poder para ver la enfermedad.

Tú, mi Madre Luna, dame el poder para ver la enfermedad.

Todos los Antiguos, dadme el poder .

El águila es el animal que viene del cielo. Su color es el del cénit (arriba), el negro (las plumas de águila, como las de pavo, son negras y terminadas en un penacho blanco). Con algunas variaciones, cada dirección (eran seis) guardaba relación con un animal y con un color, como hemos visto al principio. El amarillo se asocia al norte, y con el puma. El azul representa al oeste, con el oso. El rojo queda para el sur, y el animal que lo representa es el tejón. El negro se usa indistintamente para el cénit y para el nadir (abajo), siendo es este caso el animal, el topo. El lobo es el animal del este, y su color es el blanco. La vida viene del este, y la muerte está al oeste. Por ello los cadáveres eran enterrados enfrentando al este. En la oración, se invocan los poderes de todas las direcciones del espacio, porque el Poder es ubicuo, viene de todos y de todo.

Sin embargo, los Pueblo no interpretan las direcciones como nosotros, porque lo que nosotros llamamos puntos cardinales, para ellos, se señalan a partir de la salida y puesta del sol en los solsticios, por lo que su rosa de los vientos se dispone en diagonal, respecto de la nuestra (es decir, su este es en realidad noreste, punto de salida solar en el solsticio de verano; su sur, un punto en el sureste, la salida del astro en el solsticio de invierno; el oeste en el suroeste, puesta del sol en el solsticio de invierno; y el norte, en el noroeste, puesta del sol en el solsticio de verano).

Tejón

Entre los Zuni, es el dios de las bestias. Aparece en el mito de los orígenes Hopi como sanador. Una niña enfermó en el viaje al sur, y nadie acertaba con el método de curación. Fue entonces cuando el hombre más viejo del clan fue al bosque para encontrar el remedio y allí conoció al Tejón, quien no solo le facilitó la hierba que curó a la niña, sino que instruyó al chamán en todas las plantas y árboles con poderes curativos. En homenaje a esta acción, el clan se bautizó a sí mismo como el Clan Tejón, y hoy es uno de los cuatro clanes más influyentes entre los Hopi, el custodio del Abeto Sagrado. Desde que ocurrió esto, solo un chamán del Clan Tejón puede ser elegido jefe de curadores. Es él, además, el encargado de recoger las hierbas ceremoniales, como ocurre, por ejemplo, en el ceremonial de la Danza de las Serpientes.

Este hechicero se conoció con el nombre de Salavi, y fue un gran hombre santo medicina. Cuenta la tradición que al morir se transformó en un abeto, y de ahí que el clan sea el protector de este árbol, tan importante para la vida del bosque en invierno, que mantiene a una pléyade de herbívoros con sus acículas durante las épocas en que no hay nada que comer. Las kachinas hopi utilizan ramas de abeto en sus danzas, y para los O’odham, sus ancestros se salvaron de la inundación que estuvo a punto de destruirlos en una bola hueca hecha de resina de abeto.

El tejón es el animal patrón de una esotérica y misteriosa sociedad de curadores, los Poboshwimkya, que desapareció en la última mitad del siglo XIX. Fueron una de las pocas sociedades célibes entre los nativos norteamericanos, y ni siquiera podían tocar a una mujer con intenciones afectuosas.

Pavo

El pavo salvaje es un animal ampliamente presente entre los mitos y el folklore. Suele estar unido a significados agrícolas, aunque también se asocia con asuntos de guerra. Para los Hopi, las plumas de pavo simbolizaban la locura y el misterio de la creación.

Existe la tradición entre los Pueblo (excepto los Hopi) de que el Día de Todos los Santos son depositadas en las afueras de las ciudades plumas de pavo bocabajo, apuntando hacia el norte, durante el crepúsculo o la noche. Además de ofrendas de comida, también se suelen enterrar manojos de plumas de pavo en honor a la Madre Uretsete, otra forma de Iyatiku (entre los Keres) o diosa del maíz (hija de la Mujer Araña, cuya hermana gemela es Naotsete).

A propósito del pavo, se recoge un curioso cuento zuni muy parecido al de nuestra Cenicienta. Cuentan que hace mucho tiempo había una pobre chica que cuidaba pavos de otras personas a cambio de algo de comida y ropa. Pero solo le daban prendas usadas para vestir, por lo que su aspecto era sucio, raído, y mostraba el aspecto de años de malos cuidados y falta de nutrición. Se dio el caso de que este Chica de los Pavos llevaba años deseando asistir a un importante baile ceremonial, pero sabía que con su aspecto eso era poco menos que imposible. Así andaba ella, rumiando sus pensamientos, cuando, para su sorpresa, los pavos le dijeron que la ayudarían a asistir a la fiesta. La vistieron con un lujoso traje y adornaron su pelo y su talle con exquisita orfebrería. Antes de que se fuera al baile, los pavos le advirtieron de que tenía que comprometerse y volver pronto, pero, por desgracia, no lo hizo. Disfrutaba tanto que prolongó su danza hasta la puesta del sol, que fue cuando recordó su compromiso. Al llegar al corral, los pavos habían desaparecido, y mientras ella corría tras la bandada, su ropa volvió a hacerse jirones, y su aspecto retornó, sin remedio, al habitual. La Chica de los Pavos volvió a ser la pobre y andrajosa chiquilla que siempre fue…

Perrito de las praderas

El perrillo de las praderas es un tipo de ardilla terrestre (Gén. Cynomys, Fam. Sciuridae) emparentado con las marmotas, de los que hubo varias especies en el subcontinente norteamericano. Perseguidos como amenaza, muchas de estas especies desaparecieron, y hoy se está volviendo a intentar reintroducir en sus lugares naturales, dado que ha podido demostrarse que son imprescindibles para recuperar la biodiversidad original de la pradera. Por ejemplo, su costumbre de eliminar arbustos y brotes arbóreos facilita el crecimiento de la hierba nativa, necesaria para mantener las manadas de bisontes. Se considera lo que se llama, en ecología, un especie «ingeniera» del ecosistema (como, por ejemplo, el castor o las termitas).

El perrito de las praderas es otro motivo común entre los diseños piel roja. Su simbolismo se asocia al agua, y al menos en dos relatos Jicarilla (Apache) se cuenta cómo, en última instancia, Perro de las Praderas salva la vida de un cazador que se queda sin agua y está a punto de morir de sed. No obstante, es curioso que coincide la idea de que no lo sacia, sino que solamente le da lo suficiente, in extremis, para sobrevivir y seguir adelante, una suerte de interpretación de confianza en la potestad divina. En una de esas historias aparece el elemento mágico de un pequeño vaso que, por mucho que uno beba de él, jamás se vacía. Ambos simbolismos están en relación obvia con algún mito de iniciación, donde es en el límite de la necesidad material donde el «alma» se salva con un poco de la sabiduría. Este símbolo queda reforzado por la presencia del vaso mágico, que nunca tiene final, que cuanto más se da y reparte, más es capaz de contener.

Conejo

Este simpático y nervioso animalito comúnmente figura como un tramposo y sagaz personaje en los cuentos indígenas. Por ejemplo, entre utes y paiutes, Conejo causa un incendio planetario al destrozar el Sol y esparcirlo por la tierra, y una posterior inundación con sus lágrimas. La mancha de su espalda fue causada por el Sol, y esta broma originó la contienda donde Sol tuvo las de perder frente a Conejo.

Mapache

Es otro personaje revoltoso e inteligente. A veces aparece asociado a Coyote, a veces él solo. Siempre hambriento, buscando comida, es capaz de engañar a cualquiera por conseguirla. Se cuenta que llegó a robar a su propia abuela bellotas que esta tenía para pasar el invierno, pero fue descubierto. Ni corta ni perezosa, la abuela le atizó en la cara con la rama con la que estaba removiendo las brasas, quemándole el rostro y dejando para siempre esta marca como de antifaz, que identifican fácilmente al animal.

Lobo

El lobo es un pariente del zorro y del coyote, y como tal, intercambia sus papeles con ellos. En algunas ocasiones, incluso, es quien crea a Zorro y Coyote. Es un cazador poderoso, y a veces, como ellos en general, pero sobre todo como Coyote en particular, es un héroe cultural que reúne la primera tierra seca, conforma la primera humanidad o da paso a las estaciones, como entre los Utes, donde Sunawavi (el Lobo) también fue quien trajo el fuego a los humanos. Entre los Zuni, era el Dios Animal del Este.

Más al norte, entre los pawnee, Lobo es un dios celeste que fue derrotado por Estrella de la Mañana.

Zorro

El zorro es uno de los compañeros más comunes de Coyote, pero que a menudo demuestra ser un falso amigo, robándole la comida. En otras ocasiones acompaña al lobo, y entonces suele vencerle en cualquier duelo con su astucia. En algún mito aparece como héroe, pero el papel común de Zorro es siempre menor. En cierta leyenda apache Jicarilla sustituye a Coyote, porque cuentan cómo en un principio las luciérnagas guardaban el secreto del fuego. Fue el zorro quien las engañó, les robó el fuego y se lo dio a la raza humana.

Oso

El oso es uno de los animales más comunes en los mitos nativos americanos, donde la mayoría de las veces aparece como amigable e inteligente. A veces es taimado, malicioso y perverso. Puede ser un héroe cultural, un compañero, un señor de los animales o un jefe del inframundo, capaz de otorgar poder y sanación. Sin embargo, es entre las culturas del noroeste donde el oso posee una mayor presencia e importancia, como entre los algonquinos, en cuyas danzas rituales aparece como eje central la figura del oso.

Debido a la capacidad del oso de hibernar, asumen el simbolismo de la renovación y el cambio estacional. Comer carne de oso era un tabú entre las tribus de las praderas, que decían descender del oso. En la mayoría de las tribus, el oso figura en los ritos básicos de iniciación para los jóvenes, ya sea para chicos o para chicas, en ceremonias chamánicas y en procesos de curación ritual.

Del oso toman la fuerza los guerreros y los cazadores, y entre los Pueblo (antiguos y modernos) se celebraban algunas danzas de primavera en el momento en que los osos despertaban, para darles la bienvenida y que su presencia no causara daño en el poblado. Una kachina Oso, llamada Aincekoko entre los Zunis, toma parte en esta danza, y para ellos el oso es el dios de las bestias, simbolizando el oeste. Entre las tribus del cañón del Colorado (los Havasupai), el oso fue el primer gran chamán, y por eso los sanadores suelen fortalecer su poder en forma de piel de oso que visten durante el proceso de curación, así como llevando collares de sus garras, dientes y pelo de estos animales. Además, suelen pintarse símbolos de osos (su silueta o sus huellas generalmente) sobre la cara y el cuerpo. El cráneo del oso es un elemento imprescindible en los altares en muchas de las ceremonias Pueblo. Entre los Navajo, el oso forma parte imprescindible del ceremonial del Camino de la Montaña.

Mariposa

La mariposa es una figura especialmente prominente entre los mitos y rituales Hopis, apareciendo frecuentemente desde los restos prehistóricos de cerámica a la Danza de la Mariposa, que todavía se practica. Hay un Clan Mariposa entre los Hopis Pueblo, y también una kachina que personaliza la mariposa. Los Navajo la incluyen en sus ciclos de historias, y los apache Jicarilla consideran que las mariposas son bellas muchachas que al pasar a este nivel desde el inframundo se convirtieron en estos coloridos animalitos. Una kachina Zuni, Paiyatemu (héroe cultural, símbolo de la juventud, que trae de vuelta a la tribu a las Damas del Maíz), posee una flauta mágica de la cual, cuando toca, surgen mariposas que revolotean a su alrededor.

En cierta leyenda, el Creador, para compensar los inconvenientes de la ancianidad, regaló a un grupo de felices niños que vio jugando una bolsa en la cual introdujo todo lo bueno de la vista y todo lo bueno del sonido que los ancianos suelen perder. Cuando los niños, sorprendidos, abrieron la bolsa, de ella surgieron mariposas, vestidas con los colores más hermosos del universo, y dotados del poder del canto. Así los niños podrían disfrutar en el presente lo que en el futuro iban a perder. No obstante, el pueblo Pájaro se sintió celoso, y reclamó su exclusividad en el trino, por lo que el Creador retiró a las mariposas la facultad de cantar.

Muchacha de las Flores es un personaje mitológico de los apache Montaña Blanca. Esta bella mujer era hija de un hombre medicina, y no podía elegir con quién casarse. Su corazón, además, estaba dividido entre dos guerreros. De acuerdo con la costumbre, se celebró un concurso (las apuestas, los juegos y los concursos son muy populares entre los indios) para definir quién acabaría casándose con ella. Entre las pruebas se incluía la captura de un caballo salvaje, recoger sillas de colores del fondo profundo de un poderoso río, y cobrar una pieza de caza capaz de alimentar una familia con una sola flecha. La siguiente prueba consistió en defenderse, desarmados, frente a numerosos enemigos, y los aspirantes a marido, Kosowa y Tomoka, superaron ampliamente todos los requisitos. El desafío más importante, y el final, se llamaba el regalo del Padre Cielo, donde cada uno de los guerreros debería conseguir un don especial obtenido de los espíritus, que debía ser presentado al chamán para que este decidiera cuál era el merecedor del premio. Kosowa volvió con un ternero blanco de búfalo. Tomoka, aparentemente, solo pudo traer un tambor bonitamente decorado, lo que pareció indicar que Kosowa sería, finalmente, el pretendiente afectado.

No obstante, Tomoka empezó a declarar que su tambor era un regalo directo del Gran Espíritu, con el poder de alejar la sequía para siempre. Para demostrarlo, Tomoka se sentó y comenzó a golpear el tambor con una cadencia profunda y solemne, e inmediatamente empezó a llover…

El destino quiso que en ese momento la tribu fuera atacada por invasores del norte, y fue necesario recurrir a los guerreros para combatirlos y echarlos de las tierras de la tribu. Tal fue así, que la doncella no pudo realizar su casamiento, y durante meses tuvo que esperar la vuelta de los guerreros. Esta, sin embargo, jamás se produjo, porque ambos murieron en combate y además no pudieron rescatar sus cuerpos y llevarlos a la aldea. La gente intentó consolar el corazón roto de Muchacha de las Flores sin conseguirlo, y la muchacha decidió ir a buscar a sus amantes. El Creador quiso ayudarla y convirtió los colores de los escudos de combate en flores, para que la muchacha pudiera localizar a sus amantes sobre el campo con facilidad, pero el número de caídos eran tan grande que el Gran Espíritu comprendió que nunca tendría tiempo de hacerlo. Fue así como decidió transformar a Muchacha de las Flores en mariposa, que desde entonces vuela de flor en flor buscando los colores exactos que puedan delatar el lugar donde yacen sus amores caídos.

Tortuga

En la constante de buscar un origen a las características físicas animales, o a cómo las personalidades animales influyeron en distintas partes de nuestra propia personalidad como seres humanos, la tortuga otorga larga vida. En principio, según la leyenda, parece ser que fue un animal que acostumbraba a llevar grandes cargas, pero que con el tiempo se cansó y fue encorvándose, hasta adoptar su forma actual. Una de las cosas que sostuvo fue la tierra seca, nadando sobre un lago en el cual flota nuestro mundo. Esta idea sugiere el uso de la tortuga en algún mito de la creación, en el que esta surge de las aguas primigenias en forma de Tierra Seca, representada por el caparazón de una tortuga.

Debido a su lentitud, como en las fábulas clásicas, los demás animales la ridiculizan. Sin embargo, Tortuga es respetada como una poderosa chamán, guardiana de la salud espiritual o destructora de monstruos. Con sus garras, cava y cava, siendo capaz de separar las aguas primordiales de la primera tierra.

Entre otras tribus, una gran inundación destruye el humanidad y la expone a monstruos gigantes acuáticos, y es entonces cuando Tortuga se convierte en héroe civilizatorio, salvando al ser humano (indios Caddo y Arikaras de Oklahoma, por ejemplo).

Con su caparazón se fabrican sonajeros sagrados, cuyo repiqueteo característico resuena en todo ceremonial Pueblo, en toda danza, en toda obra escénica, ritual familiar o social.

Puma

Es otro poderoso animal; de hecho, el felino más grande de Norteamérica. Se considera otro dios de las bestias, como el oso, y entre los Zuni se asocia al norte.

En las narraciones sobre las diferentes emergencias, Puma suele aparecer de una manera u otra. Por ejemplo, para los Keres, Puma custodiaba el shipap, el lugar por donde emergieron a esta realidad. Entre los Tewa, los espíritus que pretendían emerger enviaron a un ser humano a explorar el mundo superior. Cuando este regresó, lo hizo en forma de León de Montaña.

Es una figura invocada entre la Gente Nube (espíritus benevolentes que rigen la lluvia, pero que también son los espíritus de los seres humanos buenos, que pueden llegar a convertirse en miembros del Pueblo Nube). En una oración invocando la lluvia puede leerse: «León del Norte… intercede(d) por nosotros con la Gente Nube, para que rieguen la tierra» [7] .

Nutria

El perfil ecológico de la nutria la hace un animal idóneo para ser un «rescatador» de la Tierra seca desde el fondo del agua. Así aparece representada en no pocos mitos a lo largo de toda Norteamérica.

En cierto mito Navajo, las nutrias son tan pícaras y astutas que consiguen incluso engañar a Coyote.

Cierto día, las nutrias retozaban jugando en una poza del arroyo. Coyote, curioso, se acercó a ellas y preguntó si podía unirse al juego, pero las nutrias se negaron, conocedoras de lo engañoso que Coyote podía llegar a ser. Coyote, zalamero, insistió tanto que al final las nutrias aceptaron su participación. Como había que apostar algo, Coyote apostó su propia piel. Coyote perdió, y las nutrias le arrancaron la piel de la espalda sin piedad, mientras gritaba de dolor. Al terminar, Coyote se arrojó al agua en un intento de recuperar su piel, cosa que no sucedió. Se tiró y volvió a salir del agua tantas veces que al final quedó dormido, y las nutrias, apiadadas de él, lo enterraron en un agujero de tejón (recordemos que era un animal sanador), del que, ahora sí, emergió con una piel reciente y nueva. Sin embargo, su piel no era la de antes, lustrosa y brillante como la de las nutrias, sino un pelaje áspero y aburrido, el pelo que los coyotes han usado desde entonces.

Coyote no aprendió la lección y repitió el desafío. Como esta vez no tenía una piel bonita que ofrecer, las nutrias rechazaron su lance, y Coyote se retiró malhumorado a lo alto de un acantilado desde donde siguió insultando a las nutrias, intentando participar en el juego. Hastiadas de esta actitud, las nutrias pidieron ayuda al Pueblo Araña, que treparon por el acantilado detrás de Coyote tejiendo fuertes redes en árboles y arbustos. Cuando terminaron, las nutrias atacaron a Coyote, que, al huir, pronto quedó atrapado en las telarañas. Las Golondrinas del acantilado volaron entonces desde las paredes del cañón y destrozaron a Coyote, llevándose fragmentos a sus nidos. Le rasgaron la piel en tiras que se pusieron alrededor de la cabeza. Es por eso por lo que estos pájaros tienen bandas en la cabeza hoy en día.

Muerto Coyote tras todas estas peripecias, volvió de alguna manera a la vida. Pero lo hizo enconado contra golondrinas, arañas y nutrias, ante lo mal que lo habían tratado, por lo que se dice que todavía está rumiando su venganza.

Pájaro trueno

Pájaro Trueno o Ave del Trueno es un poderoso icono simbólico, un animal fantástico que aparece en los mitos piel roja de todas las naciones. Es un ave gigante, con poderes sobrenaturales asombrosos. Los relámpagos hienden el aire cuando Ave Trueno abre y cierra sus ojos, y provoca el trueno cuando bate sus vigorosas alas. Se dice entre los Pueblo que cuando un jefe del Clan Ave Trueno muere, es usual escuchar truenos en la lejanía. Águilas y halcones son representantes de este ser para-dimensional, y de él reciben en última instancia sus atributos.

Influenciados en el Popol Vuh (algo que no es de extrañar, porque las rutas comerciales entre las Cuatro Esquinas y Mesoamérica estuvieron abiertas durante milenios, mucho antes de la llegada de los europeos), Ave Trueno gusta de jugar al juego de pelota, y ya sea por su fuerza, por su sabiduría o por sus artimañas, siempre gana cuando lo hace.

Puede aparecer también luchando contra monstruos y seres gigantes, como el duelo que mantuvo frente a las Serpientes de Agua, según relatos Lakota.

Los Thunderbirds también fueron una valiente división de nativos americanos que participó activamente en la II Guerra Mundial. Desde el norte de África y bajo el mando de Patton, avanzaron a través de Sicilia, Francia, los Países Bajos y Alemania, hasta liberar los campos de exterminio nazis. Patton, no muy dado a elogios, llegó a decir de ellos que «era una de sus mejores divisiones, si no la mejor». Capturaron más de 30.000 prisioneros.

Su emblema es un cuadrado (por las Cuatro Esquinas y los cuatro Estados), el animal del centro es el Ave Trueno en su forma tradicional y, atención, los colores rojo y amarillo representan un homenaje al pasado de estos cuatro Estados, de fundamental herencia española . El símbolo, era, en principio (dado que la División Thunderbird no se creó para su lucha en la II Guerra Mundial, sino mucho antes) un esvástica, símbolo muy utilizado por los Pueblo Ancestrales, sobre todo en cerámica y cestería. Pero cuando a Hitler se le ocurrió utilizar esta cruz, las insignias de los soldados hubieron de ser cambiadas por completo. El motivo utilizado finalmente fue un diseño de Woody Big Bow, artista kiowa. Netflix ha rodado una serie con las hazañas de estos soldados.

Cuervo

Es un animal que suele ocupar el papel de Coyote como personaje astuto y tramposo, sobre todo en las tribus del noroeste del Pacífico (en América, pero también en Asia). Se relaciona con la figura antropomorfa Montezuma (no confundir con el último emperador-tlatoani -azteca, Moctezuma), un héroe cultural entre los O’odham. Para ellos, fue el primer hombre, creado con barro por el Gran Misterio.

Es creador de la humanidad, y por diferentes caminos le regala el bien de la Luz (simbolizado en el fuego). Entre los Pueblo, Águila o aun Halcón asume el papel que Cuervo tiene en los mitos del norte helado.

Correcaminos

El correcaminos real tiene poco que ver con el pícaro personaje de la Warner, siempre en disputa, como posible cena para un hambriento coyote. Es un ave emparentada con los cucos, pero terrestre, cuello mucho más corto que los dibujos, larga cola (que usa para mantener el equilibrio en los giros a la carrera), de unos 60 cm de largo y entre 40 y 50 cm de alto. Vive en los desiertos y subdesiertos de Norteamérica, hasta cerca del Yucatán, en Méjico.

Para los Apache, Correcaminos fue quien trajo el fuego, o más bien, lo recuperó. Cierto día en que la tribu había salido a cazar, abandonó a su suerte el fuego tribal con tan mala fortuna que no previeron las lluvias que apagaron la hoguera. De vuelta, tiritando de frío, lamentaron su descuido y pidieron ayuda a Correcaminos. Este prometió ayudarlos, y trepó a la montaña donde vivía el dios del rayo, a rogarle le entregara un palo de fuego para los humanos. Encolerizado por el atrevimiento, el dios se negó entre relámpagos y truenos terribles. Correcaminos no solo no se amilanó, sino que con sus recias patas agarró uno de los palos del fuego, lo colocó sobre su espalda, enroscó las plumas de su cola sobre él, y se lanzó en una carrera desesperada montaña abajo, mientras el dios del rayo le lanzaba flechas encendidas.

Correcaminos pudo refrescarse en un arroyo y llevar el fuego a los hombres, pero las hermosas plumas de su penacho habían sido chamuscadas, excepto un pequeño puñado, sus ojos habíanse vuelto rojos por el calor y el humo, y su espalda mostraba una línea pardusca donde había sostenido la tea ardiente. Ese es el aspecto, desde entonces, que tiene el correcaminos, y cuando se le oye cantar al atardecer o al amanecer, cuando está de caza, el hombre sonríe agradecido y recuerda la hazaña de este valiente pájaro.

En otra leyenda del suroeste, Correcaminos es el líder de las aves, porque cuando los pájaros discutieron entre ellos para elegir a un jefe, no se pudieron de acuerdo. No se decidieron por la oropéndola, a pesar de sus plumas doradas y hermosas, porque era un pájaro muy silencioso. Tampoco señalaron al alcaudón, porque, todo lo contrario, era demasiado hablador, y propenso a burlarse de todo y todos. Tampoco el arrendajo [8] , que sumaba a los defectos de sus predecesores el ser un redomado fanfarrón. Finalmente se decidieron por Correcaminos, no solo porque hablaba bien, sino porque su rapidez le permitiría puntualidad en todas y cada una de las futuras reuniones. Sentido práctico.

Búho

Dada su conducta tan característica, el búho suele aparecer en todos los panteones del mundo como símbolo de sabiduría. Mayormente, entre los nativos americanos ha jugado como un espíritu sabio y amistoso, a menudo en relación con la Luna. Es una figura prominente entre los Pueblo del norte de México. Para algunas tribus, es un consejero sabio y amigable. Para otros, es un protector que advierte contra el peligro o un enemigo que se acerca; o un profeta que predice el clima, la muerte inminente o la llegada de buenas nuevas.

Entre los Apache, Búho era un monstruo de carácter malévolo y corrosivo. Entre los Dinéh (Navajo) se explica el origen del búho, cuando al monstruo Águila de la Roca le cambiaron los polluelos, dando comienzo a esta nueva raza de pájaros.

Los animales y la curación

Las sociedades curativas Keres suelen ser los grupos dominantes en las ciudades de estos Pueblo, y las prácticas y creencias de sus chamanes reciben la máxima atención. El origen de la curación o el chamanismo Keres se piensa que se basa en la posesión por parte de los doctores de poderes animales asociados con enfermedades. De esta manera, los doctores, poseyendo los poderes de los hechiceros o brujos, pueden actuar como ellos, y utilizan el mismo poder que causa la enfermedad para curarla (magia por empatía, una suerte de cura homeopática). De igual manera, los hechiceros pueden transformarse en animales, así que poseen el poder de la sanación. La transformación en animal y la obtención de poder desde los animales son los dobles aspectos del concepto de espíritu familiar o espíritu guardián, sostenido por muchos pueblos indios, o con la idea de animal tótem (aunque un tótem tiene significaciones rituales y sociales diferentes en algunas regiones, como entre las naciones indias de la costa noroeste del Pacífico. Entre los Pueblo, este concepto es colectivamente compartido entre las distintas sociedades y clanes. No obstante, la diferencia entre el poder de un chamán y el poder de un brujo radica en la individualidad de este último, mientras que el primero pertenece a una sociedad donde es iniciado, cuyos ritos y ceremonias son los que le dotan de poder.

Un hechicero puede causar daños individuales o a una comunidad al completo, enviando epidemias o provocando inundaciones, incluso enfermando, matando personas. En este último caso es donde entra el uso del animal, porque «envía» soplando al cuerpo de la víctima insectos, gusanos procedentes de un cadáver, trozos de ropa de un difunto, huesos, espinas… y un largo etcétera de elementos que, dotados de la magia del brujo, causan el efecto deseado. Un hechicero puede destruir cosechas, soplando y enviando de esta forma orugas o saltamontes a los campos que se busca dañar.

Este recorrido, aunque prolijo y extenso, no deja de ser una muestra diminuta de ejemplos a los que nos hemos acercado con la mentalidad racional del mundo europeo. Los animales, para estas culturas, representan una dimensión distinta pero que interpenetra la nuestra, y aparecieron con nosotros para compartir el mundo. Incluso, al principio, nos ayudaron, nos instruyeron, nos facilitaron la supervivencia. Los animales nos convirtieron en hombres y mujeres, y recibimos el encargo sagrado de cuidar de ellos.

Quizás, llegados a este punto, merezca la pena volver a ser un poco animales para recuperar nuestra auténtica esencia de seres humanos.

 


[1] Dice Clews Parson (1939) que casi cualquier espíritu o deidad puede ser representado como una kachina, si se personaliza con la máscara y los elementos simbólicos apropiados. La kachina, pues, no es el danzante, no es el chamán en la ceremonia o en el baile, pero la kachina está allí porque es capaz, si la ceremonia funciona bien y cada miembro cumple con su papel, de «encarnar», se hace presente a través de la enorme maquinaria espiritual de la ceremonia.

[2] Para los actuales Pueblo, los Pueblo Ancestrales, sus lejanos antepasados, no vienen de ningún lugar del mundo. Según las tradiciones, vienen de un tiempo, porque hablar del origen supone mezclar el tiempo y el espacio. Se puede estar hablando de dónde, cuando en realidad se explica el cuándo. Algunas historias de la Creación de los nativos americanos cuentan que llegaron a su tierra escalando desde el mundo o mundos de abajo, y dónde está la entrada a ese mundo, por dónde surgieron y hasta dónde tenían que llegar en sus migraciones son detalles que varían, pero no mucho, de unos Pueblo a otros.

[3] Abuela Araña es el equivalente de Mujer Araña entre los Hopi.

[4] El pájaro gato gris (Dumetella carolinensis) no es un animal mítico fantástico, sino el único representante de su grupo, y que se llama así porque su canto parece un maullido. No se conoce el nombre original de este pájaro, dado que en la época en la que surgió este mito, no había gatos en Norteamérica. Aprovechemos para señalar la clara influencia cristiana que, ya en el s. XVI, los religiosos españoles insuflaron en este relato y que todavía perdura.

[5] La pequeña, dicharachera y semiterrestre ardilla listada ( chipmunk), Gén. Tamias y Gén. Eutamias.

[6] Líder de los dioses animales Zuni, los seres encargados de las Seis Direcciones. Es un héroe civilizatorio que fundó la medicina y capitanea las ceremonias de curación.

[7] Blancas nubes flotantes, / nubes como las llanuras, / venid y regad la tierra. / El sol abraza la tierra / para que sea fructífera. / Luna, León del norte, / Oso del oeste, / Tejón del sur, / Lobo del este, /Águila de los cielos / Musaraña de la tierra, / Anciano héroe de guerra, / Guerreros de las seis montañas del mundo, / interceded por nosotros con la Gente Nube, / para que rieguen la tierra. / Recipiente de medicina, recipiente de nube y jarrón de agua, / dadnos vuestro corazón / para que la tierra sea regada. (Pate, 1974).

[8] En realidad, un «blue jay», un cierto tipo de córvido azulado hermosísimo que no tiene nombre traducido al español.

 

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