Hay tantas obras en que los artistas escondieron detalles, que sólo un ojo despierto alcanza a ver: desde la técnica que tras una pincelada ocultaba toda la teoría sfumata de Leonardo da Vinci; la mezcla de pigmentos que nos presenta Giotto en su paleta; el brillante realismo de los pintores de Flandes que tras espejos escondían su identidad; los juegos de perspectivas de Velázquez, Ghiberti, Goya.
¿Los jóvenes de hoy sabemos qué es la belleza? ¿Alguna vez la hemos visto en el mundo acelerado que conocemos?
La búsqueda de la belleza ha estado presente en todas las épocas de la historia, desde las esculturas primitivas egipcias, las vasijas y platos griegos y romanos hasta las pinturas murales de las cavernas de Altamira. Esto lleva a admitir que la belleza ha sido a lo largo de la historia algo importante. Pero en una sociedad que ha visto estallar bombas y guerras, que conoce mejor el plástico que el barro, ¿aún podemos hablar de belleza?
Para una comprensión completa de ella vamos a intentar entenderla de forma racional. Tal y como afirma el catedrático Salabert : “La estética es un juicio subjetivo, el criterio de nuestro intelecto formado por el conjunto de acciones y pensamientos que han dado forma a nuestra sensibilidad, y ésta la que ha dado forma “al gusto”.
Esto explica el porqué cada individuo tiene una idea diferente y propia de la belleza, ya que para lo que uno es, no lo es para otro, y lo que en un país está social y moralmente aceptado, en otro es duramente castigado; todo es relativo. El gusto por una tendencia puede ser compartido por muchos o por pocos, ser apoyado por medios de comunicación o tener respaldo popular en núcleos desconocidos. De cualquier modo, los pensamientos son subjetivos y limitados. Como seres que existimos en una realidad cambiante, sujeta a circunstancias, a un tiempo y a un espacio, necesariamente las ideas de las que dispongamos, también lo serán. Pero por otro lado, han sido muchos los personajes que buscaban, cada uno a su forma, ir más allá de las ideas que se manifiestan variantes. Artistas, poetas, pintores, arquitectos invirtieron su habilidad en concebir una idea que no fuese cambiante, que se sostuviese sobre sí misma, al margen de las estaciones del año, de los personajes que tuviesen el poder, e incluso de las modas de las sociedades.Esta idea que no cambia, que es invariable, ha sido expresada por pintores, poetas, pero también por matemáticos al profundizar hasta el conocimiento íntímo de los números y comprenderlos. Como también los científicos que intentan encontrar la célula primera de vida y descubrir por qué se puso en movimiento. La búsqueda de esa Idea hierática, es también la búsqueda de la Belleza.
Por un mecanismo de lógica en cadena, si nuestra realidad es relativa y buscamos concebir una idea que no lo sea, deberemos buscarla más allá de los límites de la realidad. Además, si la belleza que nos rodea es finita, deberá de haber una que no lo sea y será ésta la idea Invariable que perseguimos. Siguiendo el planteamiento concluiríamos que la belleza manifestada de la Naturaleza y las obras de arte que ha levantado el hombre forman parte de una idea de belleza que se oculta tras la primera.
Hay tantas obras en que los artistas escondieron detalles, que sólo un ojo despierto alcanza a ver: desde la técnica que tras una pincelada ocultaba toda la teoría sfumata de Leonardo da Vinci; la mezcla de pigmentos que nos presenta Giotto en su paleta; el brillante realismo de los pintores de Flandes que tras espejos escondían su identidad; los juegos de perspectivas de Velázquez, Ghiberti, Goya; o las miradas de complicidad entre amantes de los besos fragonarienses.
Los detalles que dejan los artistas a su paso son la estela de algo mayor, de algo más que no llegamos a ver. Los símbolos son envoltorios de “algo más que trazos”. Ese “algo más” es el sendero a seguir para comprender el misterio que hay detrás de los personajes de los lienzos que enfrente del pelotón vemos sonrientes.En conclusión: la belleza no es menos real hoy que para los griegos hace 3000 años, ya que, como hemos visto, “la estética depende de la sensibilidad de cada individuo y de con qué pensamientos y acciones alimentemos nuestro intelecto”.
Los pensamientos están íntimamente ligados a nuestra imaginación. Sólo somos capaces de pensar aquello que antes fuimos capaces de imaginar. La auténtica belleza es un camino a recorrer, más que con la mente racional, con una mente imagino-intuitiva con la que podremos entender los misterios que se esconden tras los límites variables de lo bello.
1.- Profesor de Arte y Filosofía en la Universidad de Barcelona. Ampliaciones y posibles consultas en su libro El signo y el no signo. Editorial Cátedra.
2.- Hierática proviene de la lengua griega (heron), que significa incambiable, solemne, sublime, divino.
3.- Salabert. Op. cit
Un excelente artículo, muy bien escrito y acertado en el tratamiento del tema.