Culturas — 6 de mayo de 2007 at 08:10

Descubre la mujer Piel Roja

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Se ha dicho que la posición de la mujer en una sociedad es la prueba de su nivel de civilización. En ese caso, la sociedad india era enormemente civilizada, pues la mujer poseía una posición segura y digna, que giraba en torno a la familia, la cual no sólo era la unidad social, sino también la unidad de gobierno.

El clan al que pertenecía era como una familia más extensa, y la unión de varios clanes mediante el matrimonio y la vinculación voluntaria constituía la tribu.

La visión que nos ha llegado de ellas no trata en profundidad todos sus aspectos. Los conocimientos que poseían y transmitían eran valiosos, valores que hoy en día se están perdiendo, como la bondad, la generosidad, valores tradicionales combinados con el trabajo y la devoción a la familia. Si bien es cierto que no en todas las tribus tuvieron la misma consideración, en otras eran tratadas igual que los hombres, y a veces incluso, actuaron como jefes y guías.

mujeres_piel_roja__1_.jpgLOS NIÑOS
Tan pronto como la mujer india sabía que estaba embarazada, aminoraba su ritmo de trabajo e iniciaba un periodo de disciplina durante el cual se le prohibía hacer muchas cosas. Por ejemplo, no se le permite comer determinados alimentos, como corazón o vísceras. El sentido religioso del que estaba impregnado el indio lo recibía desde que se hallaba en el vientre de su madre. Ésta tomaba una actitud y meditación “secretas”, que hacían que “el alma del niño se fuera impregnando del amor al Gran Misterio”. El silencio y el aislamiento eran la regla de la mujer embarazada, realizando largos paseos por los grandes bosques.

Tan pronto como un niño o niña nacía, se le ponía un “nombre sagrado”. Para ello se le llevaba a un anciano notable, al hombre edicina de la tribu. Los nombres de las niñas estaban relacionados con el hogar o las cosas bellas, también con famosas hazañas guerreras. Recibían nombres como ‘Mujer nutria sagrada’, ‘Noche misteriosa’, etc. El hecho de que este nombre fuera sagrado, hacía que las madres les dieran apodos a sus hijas, a menudo en relación con algún rasgo notable de la criatura, como por ejemplo: ‘Niña del pelo largo’.

Las madres amamantaban a sus hijos hasta los 3 y 4 años. Los bebés permanecían envueltos la mayor parte del tiempo. Se les vestía en la parte superior del cuerpo, mientras la inferior estaba recubierta de musgo suave y seco. Después, los envolvían con tela o cuero suave y los ponían dentro de su bolsa o cuna de musgo. La bolsa de musgo quedaba atada por la parte anterior, de modo que sólo estaba al descubierto la cabeza del bebé. Se le sujetaba una tabla en la parte posterior de la bolsa a fin de darle un marco sólido para transportarla, y para que el bebé quedara más protegido.

Estas cunas eran esenciales para los viajes a caballo. La correa de la parte posterior de la cuna se colgaba en la gran asta de la silla de montar femenina, de estilo tradicional. Si la madre estaba trabajando por el campamento, colgaba la correa en alguna rama, a cuya sombra podía dormir el bebé. Dentro del tipi o tienda se hacían pequeñas hamacas donde ponían a los bebés para que no entorpecieran el paso.

LA TRANSMISIÓN DE LOS VALORES
Cuando un hijo empezaba a andar, se le daban las primeras lecciones de respeto. En contra de lo que puede parecer, se prestaba mucha atención a los niños. Éstos crecían en medio de la actividad cotidiana de la casa, y por eso aprendían los valores y costumbres familiares de un modo natural.

Se les enseñaba desde el primer momento a respetar a las personas mayores. Todas las familias solían tener un altar en su tipi, y los niños tenían que aprender desde el principio que no podían jugar a su alrededor. Aprendían una serie de reglas que debían cumplir en presencia de los hombres medicina o personas espirituales de la tribu. Aunque pueda dar la impresión de que los niños indios no lo tenían fácil para jugar, no hay nada más lejos de la realidad. ¿Cómo puede crecer un niño sin jugar? Las niñas tenían por juguetes pequeñas copias de los objetos con los que sus madres trabajaban, pequeños tipis y equipos de acampada, muñecas y cunitas, además de herramientas en miniatura para curtir y cocinar. Los ancianos de las tribus, como hacían antaño nuestros abuelos, les contaban historias y cuentos, se les hablaba de las “mujeres santas” que organizaban las danzas del sol, con la esperanza de que aprendieran a ser honradas, buenas y virtuosas.

EL MATRIMONIO
A menudo se casaban siendo unas niñas. Los maridos debían esperar hasta haber conquistado su amor con sus constantes luchas y hazañas, lo que generalmente no ocurría hasta que tenían casi 30 años. Era habitual que un hombre notable de sesenta o setenta años tuviera seis o siete esposas, entre ellas algunas lo bastante jóvenes como para ser sus nietas.

La poligamia con esposas muy jóvenes hay que entenderla desde el punto de vista de los estilos de vida naturales de los indios para apreciarlo correctamente. Uno de los resultados de estas relaciones de antaño, si damos algún valor a la filosofía de la supervivencia del más apto, es que en el pasado los hombres más viejos del pueblo indio eran aquellos que habían sobrevivido a los numerosos peligros de la guerra y de la vida en la naturaleza virgen, y su descendencia podría tener posibilidades de sobrevivir igual que ellos. A causa de las guerras constantes, la tasa de mortalidad entre los hombres jóvenes era muy alta, lo que daba lugar a que las mujeres fueran mayoría en el pueblo indio. Ésta era, probablemente, la razón principal por la que los hombres tenían varias esposas.

Al igual que los bisontes salvajes protegen celosamente sus harenes y luchan contra los intrusos, también los esposos vigilaban a sus esposas.

mujeres_piel_roja__4_.jpgLA DANZA DEL SOL
La gran prueba de la verdad de la virtud de las mujeres era la gran ceremonia de la Danza del Sol, ya que sólo las mujeres que habían sido fieles a sus esposos tenían derecho a hacer los votos sagrados.

No era raro que un marido desafiara a su esposa a organizar una Danza del Sol si dudaba de su fidelidad. Todos los miembros de la tribu eran educados en la idea de que mentir en unas circunstancias tan sagradas significaba la muerte para el mentiroso y el sufrimiento para sus parientes.

Esto no quiere decir que la Danza del Sol fuera principalmente una prueba de la verdad para las mujeres consagradas, ya que era raro que alguna de esas mujeres no llevara una vida del todo irreprochable, y todos lo sabían.

Todas las mujeres indias practicaban un “estilo de vida sagrado”, pero entre ellas había algunas especiales, que el resto de la tribu veneraba como “mujeres sagradas”. Eran las patrocinadoras de la Danza del Sol o de las ceremonias del pabellón de medicina. Se trataba de la ceremonia más importante del pueblo indio, y siempre estaba patrocinada por una noble mujer que ha sido fiel a su esposo y ha llevado una vida honrada en todo. Este hecho, por sí solo, ha contribuido desde antiguo a que las mujeres tuvieran una posición especial.

Cada mujer sagrada que patrocinaba una Danza del Sol representaba a una de las legendarias mensajeras del Sol. Los rituales para ser patrocinadora de la Danza del Sol duraban 4 días, durante los cuales, una de las cosas que hacían era ayunar. Otra tarea que realizaban algunas mujeres era transportar el paquete de la pipa de medicina, que era pesado porque en él había muchos artículos sagrados, entre ellos dos pipas sagradas. Para abrir este paquete había que realizar una ceremonia muy larga.

Algunas mujeres tenían el poder de comunicarse con los espíritus. Conocían todas las ceremonias y curaban a la gentemediante el conocimiento de las plantas medicinales.

mujeres_piel_roja__2_.jpgLA GUERRA Y EL RITUAL
También entre las mujeres indias había guerreras. Algunas acompañaban a sus maridos a la guerra y otras renunciaron a las labores domésticas a cambio de las actividades guerreras, practicadas habitualmente por los hombres. Algunas fueron importantes, muchos hombres las consideraban como un jefe, y las seguían de buena gana siempre que ellas querían dirigirlos.

Se ha escrito sobre robo de caballos, caza de bisontes, epediciones guerreras, etc. Las mujeres indias no tenían precisamente una vida aburrida dedicada a las tareas del hogar. Su espíritu no estaba vacío de relatos y anécdotas, pues las mujeres indias poseían unos conocimientos con los que contribuyeron a la historia del mundo.

El pueblo indio era consciente y despierto; nunca hacía las cosas porque sí, todos sus actos tenían un sentido, todo lo hacían con ceremonia, cada acto tenía un ritual. El más importante de los actos conocidos en la familia del hombre, y que el indio conocía muy bien, era “el libre albedrío”.

El skan, o impulso de la vida, no dirigía ni obligaba al hombre. Por el contrario, el hombre dirigía el impulso y así se procuraba su propia protección, cuidaba de sí mismo. Aunque también podría volver el impulso de la vida hacia el mal si así lo quería.

El pueblo indio se preguntaba: ¿no podría retener el hombre en su cuerpo algo de su espíritu, que lo dignificase? Algo que fuera suyo desde el comienzo. Ese algo era aprender a reconocer su “voz interior”. Ésta identificaba la verdad, pero nunca pedía que el hombre se comportase según la verdad. El ser humano era quien elegía, y esta elección en el pueblo indio se dejaba en la misma medida a hombres y a mujeres.

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