Entrevistas — 31 de diciembre de 2019 at 23:00

Alberto Monterroso Peña: «Estoicismo: una filosofía de esfuerzo por la superación»

por
Alberto Monterroso Peña

Alberto Monterroso Peña (1965) es doctor en Filología Latina y ejerce actualmente como profesor de Latín y Griego en el IES Blas Infante de Córdoba. Publicó su tesis doctoral sobre la vida y obra de Séneca el Viejo. Siempre dispuesto a colaborar en la difusión de la cultura clásica, participó en la dirección académica del I y II Congreso Internacional sobre Marco Aurelio, es autor de El emperador impasible, La Córdoba de Claudio Marcelo, Diez mujeres en la vida de Séneca, Relatos romanos, Lo que de verdad importa de la Córdoba romana y Séneca, la sabiduría del Imperio, un retrato histórico, político y filosófico de Lucio Anneo Séneca.

Hablar de Séneca es hablar del estoicismo. ¿Qué aporta Séneca a esta corriente filosófica que ya era conocida por personajes como Zenon de Citio o Catón?

Séneca es el gran pensador del estoicismo romano. Tres siglos antes había nacido esta filosofía en Grecia, pero es Séneca quien la traslada a Roma y la adapta mejor que ninguno de sus predecesores al espíritu romano y al Imperio. El estoicismo ya era, en tiempos de la República, la gran ideología de Roma, en el terreno intelectual, moral y político. Pero es Séneca quien la lleva a la cumbre, quien la adapta al Imperio, quien la dota de una fuerza y de una cercanía que no había tenido nunca desde su fundación.

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¿Séneca descubre el estoicismo en Roma o esa actitud ante la vida ya está presente en su Corduba natal?

Séneca es un hombre de gran inquietud intelectual que, desde su juventud, entró en contacto con todas las filosofías de su tiempo. Las entendió y practicó. Conoció perfectamente a los presocráticos, a Platón y Aristóteles. Fue pitagórico, simpatizó con algunos postulados de Epicuro y eligió al final el estoicismo como forma de vida. Es la suya una filosofía ecléctica, en cuanto que nutre al estoicismo de todo aquello que es útil y proviene de otras filosofías; por eso sus contemporáneos lo calificaban como filósofo sui géneris. Pero el estoicismo lo conoce Séneca como la gran ideología de su tiempo, como la corriente más potente de su época y como la más decididamente política.

Séneca nace en el seno de una familia ecuestre republicana donde el estoicismo es dominante. Su padre era un gran estoico. La Córdoba en la que nace es estoica, como lo es la propia Roma y todo el Imperio. Pero Séneca conseguirá traer al estoicismo de las regiones etéreas del pensamiento para hacerlo carne, hacerlo realidad, convertirlo en la ideología que puede levantar un Imperio, ofrecerlo como un mundo de ética y política para el buen gobierno, y lo que es más importante consigue acercarlo al ser humano y convencerlo de que puede alcanzar la felicidad personal. Séneca no solo ofreció un modelo de convivencia y política al Imperio. Con sus ideas enseñó a vivir a sus contemporáneos y nos puede seguir enseñando a vivir a las generaciones posteriores: a nosotros y a los hombres del futuro.

¿Se encuentran ideas del estoicismo en la obra de Séneca el Viejo?

Muchas. La figura de su padre, Séneca el Viejo, fue imprescindible para la formación y maduración intelectual de Séneca el filósofo. Muchas citas que aparecen en la obra del gran filósofo cordobés están tomadas del libro que escribió su padre, Controversias y suasorias. La influencia de la familia, del entorno cultural y político de la gens, del carácter de aquella Córdoba, colonia patricia, en que nació, son determinantes para la formación estoica de Séneca. Lo que ocurre es que Séneca va más allá. No se limita a profesar una filosofía que era la más común de Roma en aquellos tiempos, sino que sabe aplicarla a la vida real y al mundo de la política. Sabe enseñarla a través de sus obras, de sus cartas, de sus tragedias, para mostrar al mundo una forma de comportarse y para enseñar al ser humano a conducirse por la vida. Séneca el Viejo era un gran pensador estoico, pero el hijo conseguirá asimilar todo ese conocimiento y el de los grandes profesores y pensadores que conoció y leyó, para auparse sobre hombros de gigantes y llevar al estoicismo a la cumbre de la intelectualidad de su tiempo, convirtiéndolo así en una corriente de pensamiento humana y social que ha tenido una enorme influencia en los siglos posteriores hasta hoy día.

¿Es el estoicismo una actitud conformista ante lo que nos depara la vida sin pretender cambiarla o mejorarla?

En absoluto. El estoicismo es una filosofía de lucha y esfuerzo por la superación, por la construcción de nuestra propia personalidad, por conquistar la sabiduría y la felicidad. Es un pensamiento que requiere esfuerzo, pero que no se deja engañar. Aceptar lo inevitable no significa conformismo. El estoico conoce sus límites. Sabe que hay asuntos que se escapan a nuestro poder, es consciente de la fragilidad humana y no pide imposibles. Pero, conocidos nuestros límites, pone todo su esfuerzo en cambiar la realidad, en dar la mejor respuesta ante la adversidad, en fomentar la paciencia y las virtudes, en encajar con valentía nuestras derrotas y tener la suficiente inteligencia como para convertirlas en victorias o, al menos, minimizarlas. Es una filosofía muy potente para tiempos de crisis, sociales y personales.

¿Tuvieron preceptores o maestros estoicos los emperadores hispanos Trajano o Adriano?

Seguramente sí, porque los pensadores más importantes de la época son estoicos y epicúreos. Pero, en el terreno de la política, el estoicismo es la corriente idónea, porque los epicúreos no se interesaban por la política. El pensamiento de Trajano y Adriano, como el de sus sucesores Antonino Pío y Marco Aurelio, es el estoicismo. Esta es una filosofía y una política que adoptaron todos los emperadores del siglo II excepto el último, Cómodo, que prefirió el camino de la tiranía. En realidad, el estoicismo en política se opone a la tiranía, los dos modos de gobierno que imperaron en Roma tras Augusto y que hizo distinguir a los historiadores entre buenos y malos emperadores.

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¿Ha sobrevivido el estoicismo al paso del tiempo bajo nuevas formas?

Sí. El estoicismo está vigente aún hoy en nuestros días. Sobrevivió a la caída de Roma a través del cristianismo, que se empapó de él y lo adoptó como fuente teórica doctrinal de toda su moral. El cristianismo favoreció que se conservaran las obras de Séneca y otros estoicos porque asimilaron completamente su pensamiento, adaptándolo a su teología y sus dogmas. Pero podemos decir que el estoicismo pervivió en el cristianismo y continuó su andadura más allá. Es la ideología de los grandes pensadores del Renacimiento y la Edad Moderna. Inspiró a Montaigne o Descartes. Fue el arsenal ideológico de los intelectuales de la Revolución francesa. Ha seguido influyendo como corriente de pensamiento hasta nuestros días, en que la moderna psicología cognitiva lo ha puesto de moda en pleno siglo XXI.

¿Qué aportó el estoicismo al cristianismo emergente?

Le dotó de todo el arsenal ideológico, moral y filosófico que constituyó la nueva religión. No solo por la fuerza de este pensamiento. Hay que pensar que el cristianismo nace dentro del mundo romano y que el estoicismo es la gran ideología de la época. Pablo de Tarso es un hombre de formación estoica, nacido en una ciudad de gran trayectoria estoica. El estoicismo es el modo de pensar de aquellos tiempos y los padres de la Iglesia estaban imbuidos de él.

¿Fue el estoicismo el soporte ideológico de Roma?

Sí. De una parte de Roma. A nivel personal, en la forma de vivir la vida de cada cual, el estoicismo es una corriente como pueden ser otras, epicureísmo, eclecticismo, etc. Pero en el terreno político, la importancia del estoicismo es extrema. Ya los principales políticos de la República romana eran estoicos, como Catón. Pero desde que Séneca escribe libros sobre política e Imperio, como De Clementia, el estoicismo se convierte en la ideología política dominante, algo que luego Herodiano llamará «ideología antonina», que no es otra cosa que el estoicismo aplicado a la política tal como lo entendieron los grandes emperadores del siglo II. Los opuestos a este modo de ver el gobierno serán los tiranos, los autócratas como Nerón, Domiciano o Cómodo. Dirigir el Imperio con respeto a la ley y al Senado, tal como propugna el estoicismo, o gobernar desde el despotismo será lo que marque la diferencia entre buenos y malos emperadores, dos formas diferentes de hacer política según se adopte o no la ideología estoica.

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¿Es el emperador Marco Aurelio el culmen de la política, basada en el estoicismo, que Séneca no pudo poner en práctica?

En efecto, Séneca no pudo educar a Nerón. No consiguió plasmar sus ideas estoicas en la política porque no era él el emperador, no ostentaba el poder sino que vivía en torno al poder. Eso frustró las intenciones de Séneca, que tuvo que abandonar la corte y fue condenado a muerte por el tirano. Pero un siglo después, Marco Aurelio, emperador y filósofo, sí podrá poner en práctica las ideas estoicas, las de Séneca y las generales de esta corriente de pensamiento. Y entonces, por primera vez en la historia, el mundo verá cumplido el sueño de Platón, un filósofo en el poder. El gobierno de Marco Aurelio, a pesar de estar acosado por gravísimos males como las guerras y la peste, fue uno de los mejores. Marco Aurelio está considerado el mejor gobernante de la historia. La suya fue una época en que ética y política caminaron de la mano. De él dirá el historiador británico Edward Gibbon que aquella fue probablemente la época más feliz de la historia de la humanidad. Sin duda, el estoicismo tuvo mucho que ver en ello.

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