Filosofía — 17 de abril de 2007 at 00:17

Dalai Lama: corazón del Tíbet

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Su imagen es mundialmente conocida, pues lleva a cabo constantes viajes transmitiendo la voz del pueblo tibetano, difundiendo el mensaje del budismo y exponiendo la situación de opresión que vive su país. Su verdadero nombre es Tenzin Gyatzo y es el décimo cuarto Dalai Lama del Tíbet, sin embargo él sólo dice de sí mismo: “Soy un simple monje budista, ni más ni menos”.

QUIÉN ES EL DALAI LAMA

Dalai Lama significa Océano de Sabiduría. Por lo general, los tibetanos se refieren al actual Dalai como Yeshe Norbu, la Gema que concede todos los Deseos o, simplemente, Kundun, ‘la Presencia’. Pero, como Tenzin Gyatzo, nació el 6 de julio de 1935 en una familia de campesinos en el pequeño poblado de Takster (Amdo) en el noroeste del Tíbet.

Los budistas consideran que los Dalai Lamas son la reencarnación del Bodhisattva Avalokiteshvara, patrón del Tibet, y que tras su muerte, su espíritu tarda un intervalo de cuarenta y nueve días, por lo menos, para nacer de nuevo en un niño, que ya desde su nacimiento da señales de su “origen sobrenatural”. Tras la muerte del Dalai Lama, el Panchen Lama (Regente tibetano) se encarga de reconocer su reencarnación por ciertas señales. A su vez, el Dalai Lama debe reconocer a la reencarnación del Panchen Lama tras la muerte de éste.

Según cuentan los tibetanos, después de la muerte del décimo tercer Dalai Lama, Reting Rimpoché, el regente había tenido un sueño. Soñó con un monasterio, una carretera, una casa con tejado azul, un perro y un pórtico con un niño sentado bajo él. Como en “otras ocasiones”, se presentarían signos donde ir a buscar. En 1938, altos lamas y dignatarios fueron enviados por todo el Tibet para buscar el sitio de la visión. En Takster encontraron dicho lugar. Los monjes de la comitiva se vistieron como mercaderes y Kewtsang Rimpoché, el dignatario que encabezaba la expedición, como sirviente. Pero el niño reconoció al auténtico sirviente y dijo que era un monje del monasterio de Sera, y además adivinó su nombre. A continuación, realizaron una serie de pruebas y exámenes, incluyendo la del reconocimiento de las pertenencias.

A los cuatro años de edad fue ordenado monje budista y entronizado como XIV Dalai Lama del Tíbet. En 1950, cuando cumplió los 15 años de edad, recayó sobre él la responsabilidad política de ser Jefe de Estado. Ese mismo año, el Tíbet era invadido por China y, tres años más tarde, partía para el exilio con ochenta mil seguidores, hacia Dharamsala, en el Norte de la India, donde asentó el gobierno tibetano en el exilio.
Desde entonces, China ha cometido un genocidio cultural y humano, con más de tres mil monasterios destruidos y más de medio millón de tibetanos asesinados. Y aunque ha sido enorme el precio pagado, el Dalai Lama ha señalado en alguna ocasión que la invasión ha permitido al Tíbet “salir de su tradicional aislamiento”, y que la doctrina budista se haya extendido por Occidente. Asimismo, uno de sus ejemplos ha sido el de persistir en una actitud no violenta frente al invasor.

LA SOLEDAD DE OCCIDENTE

Como viajero y gran observador, el Dalai Lama ha expresado públicamente su opinión sobre la vida en el mundo occidental: “Mi impresión de la vida en los países más desarrollados materialmente es que hay menos satisfacción y mayor angustia. El sentido de comunidad y pertenencia ha sido reemplazado por la soledad, la alienación, la competencia y el deseo de seguir con las apariencias”. Según el Dalai Lama, preocuparse de la felicidad de uno mismo y restar importancia a la de los demás, constituye el modo más erróneo de alcanzarla.

Como transmisor de la doctrina budista su enseñanza se ha centrado en explicar que la mayoría de nuestros problemas se deben a “nuestro ardiente deseo y apego por las cosas que consideramos duraderas y que, en realidad, no lo son”. Además, se plantea qué podemos hacer para controlar y regular estos “venenos” (engaño, codicia, agresividad, etc.) puesto que sabemos que “son ellos los que se encuentran detrás de casi todos los problemas mundiales”.

En 1963 promulgó una constitución democrática basada en el budismo y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, como el modelo para un Tíbet libre. Asimismo ha recibido numerosos premios internacionales, incluido el Nóbel de la Paz en 1989 por su defensa de la paz y la pluralidad ideológica.

Una profecía tibetana afirma que el XIV Dalai Lama será el último de su estirpe y que, entonces, el pueblo tibetano perderá su país y su Dalai Lama, aunque “volverá a recuperarlos a ambos”.

No es posible saber si se cumplirá la profecía, pero sí valorar la decisión y la voluntad de servir a la humanidad del Dalai Lama, ya que afirma que, “mientras haya sufrimiento en el mundo” volverá para ayudar, y el que lo haga como Dalai Lama o no, es una cuestión que carece de importancia.

 

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