Filosofía — 31 de agosto de 2015 at 22:00

El exceso de información: Platón y su caverna

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Muchas consecuencias podemos extraer de los conocimientos que los antiguos filósofos legaron a la posteridad. Algunos, aplicables a asuntos tan desconocidos para ellos como los medios audiovisuales de comunicación o de propaganda masiva. Y, sin embargo, todavía tiene Platón algo que decir al respecto.

Un viejo mito muy actual

Platón, filósofo clásico que, además de ser autor de grandes diálogos, fue un estupendo narrador de mitos y alegorías, expuso en ellos su pensamiento filosófico, y los ofreció a su generación como un cauce adecuado para expresar una verdad atemporal, pero han trascendido hasta el punto de que siguen siendo soporte de comprensión para nuestros días. En el mito de la caverna se han encontrado interpretaciones de tipo antropológico, esotérico, epistemológico, filosófico, metafísico, educativo y político.

Este mito, que se escribió en el siglo V a.C., puede ser muy revelador actualmente, ya que hay una sorprendente similitud con algunos de los problemas de nuestros días: la sobreinformación en los medios de comunicación es como una sombra proyectada dentro de una caverna mediática, tal como expresaba Platón en su relato. En la era en que vivimos, la información nos influye sutilmente y proyecta sombras de una verdad cada vez más virtual.

Vislumbremos una caverna bajo tierra. Unos hombres encadenados unos con otros se sientan de espalda a la entrada mirando una pared de la cueva. De la caverna sale un camino de ascenso hacia el exterior. Por ella no entra del todo la luz del sol. En el medio hay un fuego propiciado por unos hombres que lo utilizan para proyectar con algunos objetos imágenes a los encadenados. Ellos solo ven las sombras de los objetos en la pared y, como han nacido y crecido viendo esas sombras, creen que esa es la realidad de las cosas. Sus ojos se han habituado a la oscuridad y esas sombras son el único entretenimiento y “medio de información” que tienen de la realidad.

Los hombres de la caverna, al estar encadenados, no pueden ver ni concebir otra realidad distinta. Pero uno de ellos despierta de su estado, se libra de sus cadenas y va hacia el exterior… Se da cuenta de que existe otra realidad que es más verdadera, donde los objetos e imágenes son iluminados por la luz del sol.

La caverna mediática

Las sombras significan el mundo sensible, al cual tenemos acceso a través de nuestros sentidos. Nos proporcionan un conocimiento relativo y temporal, donde no todo es verdaderamente real sino contradictorio, siendo una sombra dispersa del mundo inteligible.

Como se accede al mundo inteligible a través de los sentidos, los amos de la caverna, en este tiempo nuestro, acceden a los humanos a través de los medios audiovisuales, que son una herramienta masiva disfrazada de modernidad global. Aclaramos que los medios de comunicación no son perjudiciales; el peligro está en el mal uso que se les da por parte de ciertos poderes económicos o fácticos.

La era de la información sumada a la globalización genera una multiplicación de medios audiovisuales que transforma en noticia lo que no es una noticia. ¿Por qué? Porque son copias de informaciones de otros medios, o se priorizan verdades sin relevancia, o bien se esconden algunas noticias importantes bajo toneladas de información para que pasen desapercibidas.

La versión moderna del antiguo mito consiste en que, en vez de cavernas ahora existen realidades virtuales con medios audiovisuales, en vez de hombres que proyectan imágenes en la pared, ahora lo hacen a través de diarios, revistas, anuncios, televisiones y teléfonos, y en vez de las escasas sombras o imágenes proyectadas, ahora hay exceso de ellas.

En los años 80 se empezó a tener en cuenta el significado del exceso de información. Como expresa Eli Wiesel, nobel de la Paz en 1986, “Estar sobreinformado es como estar mal informado”. Son las cadenas que atan hoy al ser humano, haciéndole creer que tiene la libertad absoluta para saber e informarse de todo. Sin embargo, esa presunta libertad está condicionada por ciertos amos de la caverna que influyen a nivel mundial. Así, accedemos a una realidad limitada, fruto de la propaganda y la publicidad, que casi nunca proveen de información precisa y sí de información que distorsiona o disfraza la realidad con el propósito de persuadir o manipular a las personas para que algunos obtengan grandes beneficios.

Este es el motivo por el que los temas de ciencia, arte, filosofía y cultura, que son de formación, no suelen ser el objeto prioritario de atención de estos medios de comunicación, porque no generan la información, que supone negocio.

Hinchados de información: ignorancia y superficialidad

Hoy recibimos gran cantidad de información por numerosos medios, lo que nos lleva a creernos conocedores de la realidad que nos rodea. Pero para adquirir nuevos datos es preciso olvidar otros: por eso nuestra percepción del mundo sensible e inteligible siempre se ve limitada.

El hombre actual está sacrificando conocimientos profundos de calidad a cambio de información superflua en cantidad. El contenido de la información cada vez es más reducido, lo que da una imagen incompleta del mundo en el que creemos vivir. Por eso las numerosas noticias de hoy se olvidarán mañana, ya que serán reemplazadas por otras numerosas noticias. Cuanta más información tiene una sociedad (por exceso), menos memoria guarda, lo que disminuye su perspectiva histórica, y por ende, también la capacidad que tiene para regirse a sí misma.

Las sombras de información nos van afectando constantemente porque nos obligan a desviar la atención de lo profundo para llevarnos a lo superficial, a lo insulso y lo anecdótico. Aquí aparece la confusión entre entender de un tema y haber oído hablar de él. El hombre de hoy renuncia por comodidad a formarse una idea propia y espera que los medios de comunicación se la proporcionen; eso mantiene las cadenas de la caverna.

¿Por dónde se sale de esta caverna?

exceso de informacion2¿Qué podemos hacer ante la sobreinformación? Si retomamos el mito, dice que llega un día en que uno de esos hombres encadenados ve que la caverna tiene una salida. Entonces decide desencadenarse y se aproxima poco a poco hacia la luz del sol. Al principio es una luz cegadora que no deja ver los detalles del mundo exterior; luego, poco a poco se va adaptando y ve los objetos en sí, que son más reales y definidos que las sombras que solía ver.

El liberado comienza a entender que el mundo real está iluminado por el sol, que es como Platón representa la idea del Bien (causa de lo bueno, bello, justo y verdadero). Su luz llega del mundo inteligible, mundo de las ideas, de la ciencia, de la sabiduría. Así pues, es el saber el que nos aproxima a la verdad y nos hace libres de ataduras, no la información. Y el caminar hacia él es la filosofía. Como filósofos, seres que reflexionan sobre la realidad que nos rodea, podemos discriminar la información exterior y buscar la verdad.

Aplicado el mito a nuestros días, nuestras cadenas no son físicas sino mentales. Debemos ampliar nuestros puntos de vista de la realidad, investigar, comprender y dar uso consciente a los medios de comunicación, en lugar de “tragar” o creer a pies juntillas lo que nos llega. Una sana mirada crítica para ver lo que realmente puede ser la verdad de las cosas puede darle el valor correspondiente a la información y no caer en el juego de la sobreinformación.

El verdadero conocimiento nos ayuda a ser más libres, y para llegar a él,  debe haber una selección consciente de los contenidos que recibimos, igual que seleccionamos nuestra comida. Deberíamos elegir más formación del carácter y menos sobreinformación.

Recordemos:

La información solamente es útil en la medida en que somos capaces de relacionarla con otro conocimiento y extraer de ella una consecuencia.

Para prevenir la mala información por falsedad o por sobreabundancia, se puede utilizar la duda como filtro para discernir lo real. Si lo que nos llega no es verdadero, bueno ni necesario (es decir, si utilizamos el filtro que recomendaba Sócrates), hay que sumirlo en el olvido porque no aportará nada al entorno ni a uno mismo.

La cantidad de información adecuada está en relación con nuestra capacidad de poder razonar sobre ella e integrarla con otros conocimientos.

La información recibida debe ayudarnos en nuestro quehacer cotidano, es decir, que debe potenciar nuestra memoria y no nuestro olvido.

El tiempo dedicado a recibir información no debe ser mayor que nuestro tiempo para la reflexión.

– Uno de los síntomas más frecuentes ante la sobreinformación diaria es el aburrimiento, porque ya no estimula la imaginación y la inteligencia de las personas.

La saturación de noticias graves produce, además, insensibilidad ante el sufrimiento humano.

La información debe aceptarse o rechazarse más con razones que con emociones.

Nuestro modo de hablar o pensar no debe venir de ideas o frases publicitarias.

– Tratemos de recordar que mucha información proviene de empresas cuyo objetivo es vender.

No pensemos que a mayor número de noticias que veamos sobre todos los acontecimientos del mundo, tendremos una visión más clara de la realidad. Creer esto es como estar mirando sombras proyectadas en una pared.

No debemos olvidar que casi todas las informaciones se basan en opiniones y estas pueden variar de un día a otro. Solo la verdad puede pervivir en el ayer, el hoy y el mañana.

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