2400 años después de su muerte, 2016 ha sido declarado por la UNESCO Año de Aristóteles. Esta conmemoración nos ofrece un pretexto para acercarnos a su maestro, Platón, un personaje que ha marcado profundamente el pensamiento filosófico occidental, y a la Academia de Platón.
En Grecia, la cuna de Platón, se inauguró en 2015 un museo, innovador por su concepción digital y dedicado exclusivamente al filósofo y al centro docente que instituyó. Se consideró como emplazamiento idóneo la zona arqueológica que corresponde a la verdadera ubicación que la Academia de Platón tuvo en Atenas.
El visitante entra a este museo por la parte posterior del edificio, apareciendo en el espacio dedicado a la época de Platón, y hace un recorrido digital por su biografía, su obra y su influencia a través de los milenios, mediante aplicaciones multimedia y juegos interactivos. El recorrido desemboca en el actual barrio ateniense en el que se encuentran los restos antiguos donde Platón enseñaba a sus discípulos. El vecindario del siglo XXI y la escuela filósófica del ilustre griego confluyen en este lugar, que fue el origen de la escuela más influyente de la historia occidental a lo largo del tiempo.
La Academia de Platón
Los filósofos clásicos Sócrates, Platón y Aristóteles, unidos por una invisible y sólida cadena de transmisión, fueron grandes maestros que comunicaron sus saberes a través de la mayéutica, la dialéctica y el diálogo de discusión científica, cada uno en su contexto histórico. Esta transmisión del conocimiento se llevó a cabo en lugares específicos que eran espacios en los que se encontraban verdades que resuenan hasta hoy. La plaza pública en el caso de Sócrates, la Academia de Platón y el Liceo de Aristóteles fueron «vividos»: «Ese espacio, como un componente del proceso docente-educativo, se configura simbólicamente, es y a la vez significa, muestra y oculta algo, es un lugar donde habitan personas, un filósofo, el maestro por excelencia y sus discípulos, los ávidos por ser en el mundo» (Calderón y González Agudelo).
Sócrates influyó poderosamente en el pensamiento de Platón. Guiado por una concepción moral en la que la virtud es conocimiento y el vicio es ignorancia, Platón intentó aplicar al terreno político una propuesta de un gobierno de filósofos, ya que pensaba que solo así se podría conseguir un gobierno justo. Fundó la Academia en el año 388 a.C., y fue clausurada en el 529 d.C.
Las ruinas que hoy conocemos estaban situadas, cuando todavía no eran reliquias, en un olivar dedicado a Atenea, diosa de la sabiduría, en las afueras de la Atenas clásica. Allí estaba la tumba del héroe legendario Academo, respetada siempre por los espartanos cuando invadían el Ática. Ese fue el espacio donde se cimentó la Academia de Platón.
Sócrates poseía su propia metodología; Platón heredó de su maestro la mayéutica como método de enseñar en los inicios de su Academia, aunque con el tiempo dio paso a la dialéctica, y lo verbal fue complementado con lo escrito.
Platón prefirió tener una sede donde instruir y donde resguardar su extensa colección de libros. Su institución de docencia e investigación se convirtió en centro de la vida intelectual durante muchos siglos. Platón enseñó allí a lo largo de veinte años.
En la Academia platónica se estudiaban el trivium (gramática, retórica y lógica) y el quadrivium (aritmética, geometría, astronomía y música), además de profundizar en distintos campos del saber. En su frontispicio se podía leer: «Aquí no entra nadie que no sepa geometría». Destruida durante la Primera Guerra Mitridática y refundada después, fue clausurada definitivamente por el emperador Justiniano por ser considerada pagana.
A la muerte de Platón, la Academia pasó a manos de Espeusipo, acentuándose su tendencia matematizante. En el platonismo medio, sus principales representantes fueron Plutarco de Queronea y Apuleyo de Madaura. Posteriormente confluyó con el movimiento neoplatónico hasta que fue cerrada.
Un lugar para aprender
En sus inicios, el método utilizado era el diálogo socrático, que consistía en una conversación, donde el maestro, valiéndose de preguntas y objeciones, suscitaba interrogantes y respuestas del interlocutor hasta que este se veía en la situación de reconocer su ignorancia, descubriendo así un camino hacia el verdadero conocimiento: «Sobre cualquier tema en discusión (…) confesaba el maestro su ignorancia, como preámbulo (¿o pretexto?) de una serie de preguntas (…) Contestaba objetando, para desembarazarlos de sus errores, y a partir de allí buscar la verdad que, hallada, debía plasmarse en una definición» (Azucena Fraboschi, La educación en Grecia: Atenas, s. V a.C. ).
Esta fase del método tenía como objetivo sacar al interlocutor del contexto de sus habituales preocupaciones para instalarlo en la importancia de su ser y de su vida. El discípulo quedaba liberado de sus errores y percibía con mayor claridad qué era lo que sabía y qué era lo que desconocía. Era el momento de la docta ignorancia.
Posteriormente, se daba paso a la construcción o mayéutica, en la que debería llegarse a una verdad universal, donde el maestro acompañaba al discípulo mientras este dialogaba consigo mismo, ahora sin el lastre de la falsa sabiduría.
Platón reservaba la dialéctica para hombres mayores de treinta años, «de carácter estable y ordenado, que hubieran pasado con éxito el entrenamiento y aprobado las disciplinas matemáticas preliminares tales como aritmética, geometría, estereometría, astronomía, matemática y armonía matemática, consideradas como propedéuticas de la dialéctica» (Harold Cherniss, El enigma de la primera Academia ).
«Platón arremete contra las lecciones formales y contra la costumbre de consignarlas por escrito. Critica asimismo los manuales de instrucción y niega que las notas escritas sean de ayuda para la memoria» (James Bowen, Historia de la educación occidental ).
La enseñanza continúa
Platón dotó de sentido didáctico a su propio espacio para construir y comunicar conocimientos que llegan hasta nuestros días. La Academia fue un centro abierto a la discusión, el diálogo, la investigación y la innovación.
La Academia Antigua termina acentuando las ideas matematizantes; la Academia Media surge con Arcesilao y la orienta hacia el escepticismo pirrónico; la Academia Nueva intenta conciliar las doctrinas más verosímiles; por fin, la Academia Novísima se caracteriza por un talante ecléctico.
Muchos fueron los académicos brillantes que pasaron por los jardines de olivos de Platón, pero fue Aristóteles quien adoptó para sí mismo aquel espacio vivo, después de habitarlo durante veinte años, con el fin de fundar otra institución de educación: el Liceo. Estaba situado cerca del santuario de Apolo Licio, y Aristóteles paseaba y discutía con sus discípulos. Por esta razón, su filosofía tomó el nombre de peripatética .
Una ilustre trayectoria
Sabemos de algunos distinguidos discípulos acogidos en el recinto académico fundado por Platón, aunque, desafortunadamente, en muchos casos no conservamos sus obras, como por ejemplo Eudoxo de Cnidos, matemático y astrónomo que desarrolló un modelo planetario, Heráclides Póntico, astrónomo, o el emperador Juliano.
El platonismo llegó a ser el movimiento intelectual dominante en los primeros siglos de nuestra era. Con la adopción del misticismo oriental en el siglo III, se transformó en neoplatonismo.
Los espacios albergan las ideas. La Academia fue un semillero de personajes que influyeron en la historia y el pensamiento occidentales. Platón les enseñó a educir su propia verdad, y hoy todavía podemos acudir a él en busca de respuestas.
no entiendo ayudaaaaaaaaaaa 🙁
Muy interesante!
Muchos datos que no conocía
Muy interesante y gracias por dar a conocer aspectos relevantes de la iniciación de la Academia y aspectos mas desconocidos.