Mafalda y la lucha contra la injusticia
Queremos hacer una breve reflexión filosófica sobre la cuestión de la injusticia en Mafalda. Breve, porque en verdad hay mucho más que se puede decir.
Mafalda rechaza el mundo tal como es, y nos dice que si los hombres, o los adultos, quisieran, la vida en la tierra podría ser feliz y fraterna en todas partes. Nos llama a la reflexión y al despertar de la conciencia. Astuta, impertinente, contestataria, defensora del planeta, rebelde, perspicaz y valiente. Representa a todo ser humano, con sus virtudes y defectos, pero que quiere ser mejor.
Y como testimonio de su coraje, nos convida a no ignorar la miseria y la injusticia que nos rodea. Realmente, no podemos ignorar todo lo que pasa en la Tierra, ha de ser de nuestro interés. Somos responsables, nosotros, adultos, de dejar un mundo mejor que el que encontramos. Y no se consigue esto con la evolución tecnológica, sino por medio del desarrollo de las virtudes y de los valores, que es el que nos hace humanos. Por eso Mafalda habla tanto de humanidad, hace que estemos alerta respecto a la gran verdad de que somos parte de la misma familia. Y debemos ser, por tanto, responsables.
Mafalda protesta siempre. Porque quien nada hace ante una injusticia es cómplice de la injusticia.
La obra de Quino puede ser vista como un verdadero tratado de llamada a la justicia. Dirige nuestra atención ante la ausencia de justicia, para que veamos que es posible hacer lo contrario, la justicia. Esto es, la injusticia revela la necesidad de justicia. Si la injusticia desaparece, dejaríamos de sentir esa necesidad de justicia, porque estaría siempre presente. Si la buscamos, es porque no existe aquí. En un tiempo de oscuridad, es necesario que alguien encienda la luz.
La justicia
Aunque el objetivo de este artículo no es reflexionar sobre el concepto de justicia, y ciertamente estas pocas páginas no serían suficientes, es esencial hacer una breve consideración sobre este concepto.
¿Qué es la justicia? Es una pregunta muy difícil de responder, y confieso que no soy capaz de hacerlo. Pero, si reflexionamos, nos damos cuenta de que nada hay mejor que recurrir a los clásicos, y entre ellos, a Platón. Platón nos dice en la República, que justicia es «dar a cada uno lo que le corresponde en conformidad con su naturaleza y sus actos».
Prestemos atención al gráfico siguiente:
Hay tres dimensiones de la justicia: una en cuanto arquetipo, su virtud y la justicia material, que es nuestro derecho positivo. Vemos en este esquema que nuestro derecho actual tiene, o debería tener, una raíz espiritual. Las leyes de la Naturaleza son la raíz de nuestro derecho, son su espíritu.
Veamos que si la justicia es una virtud del alma, por el contrario, la injusticia será un vicio. Aplicando la idea de la figura 1 a la figura 2, podemos concluir que debemos despertar las virtudes del alma para poder ser justos.
No es lo que sucede en la mayoría de los casos en nuestra sociedad, en que la ley practicada es la ley del más fuerte. Por ello, Mafalda nos alerta tanto en la cuestión de los más desfavorecidos. Para ser verdaderamente justos, debemos proteger a los más débiles.
No es así tan necesario basarse en las leyes para ser justo. Como vimos antes, la justicia es una cualidad del alma, está en todos nosotros. Todos tenemos una «brújula» interna que nos dice lo que está bien y lo que no lo está. Tenemos que aprender a escucharla. Mafalda llama a esa brújula «inquilino».
La desigualdad
Uno de los temas que es continuamente tratado por Mafalda y sus amigos es la cuestión de la desigualdad. Ahora bien, dice el artículo 1.º de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que: «Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en sus derechos». Es un buen principio universal más que en el terreno de los hechos no es practicado.
Somos, en tanto que sociedad, y desde hace miles de años, desiguales. Nuestra sociedad, actual y evolucionada nos dice que somos todos iguales, cuando no es verdad. No es verdad ni desde el punto de vista jurídico. Lo que dice el principio de igualdad es que debe ser tratado como igual aquello que es igual, y desigual aquello que es desigual. Más que de igualdad, hablamos de equidad. Como enseña Aristóteles: «La justicia no puede ser igual sino entre iguales».
La desigualdad a la que se refiere Mafalda es la desigualdad social, y esta es una cuestión diferente. Mafalda aporta gran luz sobre la cuestión de los pobres y los ricos. Ninguno debe ser perjudicado ni beneficiado por el hecho de ser pobre, o por ser rico; si no, existirían dos mundos con leyes diferentes.
El mismo razonamiento se aplica a los países desarrollados y en vías de desarrollo. Mafalda nace en un país en vías de desarrollo y por ello se centra mucho en este problema, haciendo uso de la ironía. Continúa siendo un tema actual en los Estados, que pierden cada vez más su soberanía, en que los ricos dominan a los pobres, hecho justificado y aceptado naturalmente en el liberalismo económico.
El gran problema es que estamos en una sociedad deshumanizada; ya no nos choca ver pobres ni personas sufriendo. Mafalda no pierde esa sensibilidad. Por eso, aunque no podamos hacer mucho, no podemos perder la sensibilidad, que es el primer paso para comenzar a cambiar.
La cuestión femenina
En los años sesenta las mujeres procuraban la igualdad. Y fue un período de transición en que las mujeres comenzaron a trabajar fuera de casa y a tener una profesión. Esta no era una cuestión pacífica, y Quino la plantea por medio de sus personajes femeninos, Susanita, Mafalda y la madre Raquel.
Mafalda representa a la mujer que lucha por la igualdad, que es libre e independiente, que ama la cultura y la educación. Critica y cuestiona el papel de la madre, que considera rutinario y sin importancia. En el lado opuesto, Susanita personifica los viejos patrones, y su objetivo es tener hijos y ser una señora. Y es banal, prefiere un vestido a la cultura.
¿Qué diría Mafalda hoy, que la mujer conquistó el derecho a trabajar fuera de casa, en igualdad con el hombre, y sin embargo carga aún muchas veces con el trabajo doméstico? A pesar de todo, fue, en cincuenta años, una conquista importante.
Derecho de los niños
Después de que Mafalda se retirase de la «vida pública», pocas veces Quino la hizo reaparecer. Una de estas pocas veces fue en el año 1976, para promover la Declaración Universal de los Derechos del Niño, para la UNICEF. Una vez más asume su papel de luchadora contra la injusticia y protectora de los niños.
Cómo luchar contra la injusticia
La lucha contra la injusticia es una misión constante, y se vence en ella trabajando interna y externamente. Internamente, trabajando la justicia dentro de nosotros, para así poder vivirla, desarrollando las virtudes del alma, procurando ser «mejor» cada día que pasa. Si imaginamos la justicia como una escalera, deberemos subir poco a poco sus peldaños.
Esta búsqueda de la justicia, combatiendo la injusticia, es un camino.
Mafalda no es perfecta, tiene sus tentaciones, y muchas veces va contra sus principios tal y como nos sucede a nosotros; está en el Camino de la Evolución. Pero tiene conciencia de sus errores, incluso a pesar de no querer admitirlos.
Un aspecto muy importante en la lucha contra la injusticia es la educación de los niños, que serán la generación futura, en dirección a la justicia. En términos jurídicos hablamos de educación para el derecho, uno de los principios fundamentales del Derecho del Niño y del Joven. Para educar necesitamos antes ser.
Busca de la felicidad
Una de nuestras misiones, en cuanto seres humanos, según mi perspectiva, es la búsqueda de la felicidad, que no puede ser separada de la justicia. ¿Qué es felicidad? Un asunto tan difícil de definir como el de la justicia. Para «saber» lo que es la felicidad es necesario antes conocernos a nosotros mismos, esta es la clave.
Es esencial ser nosotros mismos, lo que implica un autodescubrimiento. Para ser nosotros mismos debemos tener un eje, que puede ser la filosofía, el arte, aquello que esté de acuerdo con nuestra propia naturaleza. Este eje nos va a ayudar a mantener el foco y elevar la conciencia. Nos parece que Mafalda tiene ese eje; por eso no se deja convencer por la televisión, por la radio, por su madre o por su padre. Ella sabe quién es. Tiene sus propias opiniones, no se deja llevar por la corriente. Aun cuando no sea oída, no deja de decir lo que piensa.
Según las palabras de la filósofa Delia Steinberg Guzmán, «sabremos que somos felices cuando comencemos a disfrutar de las cosas simples, cuando la sonrisa surja fácilmente de nuestros labios, cuando estemos atentos para aprender algo nuevo todos los días y avancemos sin prisa y sin pausa hacia metas que nosotros mismos hayamos trazado. Imaginar sin fantasía, soñar con sentido práctico, lanzarse a la aventura con riesgos calculados, amar sin restricciones son los exponentes de una felicidad bien asentada». Creo que cuando alcancemos esta felicidad, vamos a encontrar también la justicia. Creo que es posible, que no es una utopía.
Cada uno tiene su llave…
Conclusión
Mafalda, de Quino, continúa teniendo una actualidad asombrosa, ya que muchos problemas de la humanidad están aún sin solucionar pasados cincuenta años. Podemos haber evolucionado mucho técnicamente, pero a nivel de los valores humanos, que es lo que hace al mundo andar hacia adelante, no. Para alcanzar la justicia tenemos aún un largo camino que recorrer. Debemos luchar contra la injusticia. Podemos, en este camino, oír las llamadas de atención de Mafalda en cuanto a la injusticia, para que un día la justicia sea soberana. No debemos olvidar que las grandes verdades son simples: mantener vivo al niño interior, buscar la fraternidad para hacer juntos un mundo más justo y feliz para todos.
Un gran riesgo es que si no cambiamos el mundo… es él quien nos puede cambiar, según nos llama la atención Mafalda.
Según las palabras del filósofo Jorge Ángel Livraga: «El alma es como un águila prisionera en una jaula, observando un mundo distorsionado y fragmentado. Pero en sueños concibe «las alturas», que son los ideales del alma y su potencial ascendente» . Volemos hacia ellos…
Que hermoso y fascinante artículo. Felicidades. Que viva Mafalda por siempre!
Buen trabajo. Agradable de leer y útil.