Filosofía — 4 de junio de 2010 at 20:37

Sócrates: tan lejos, tan cerca

por

ANÉCDOTAS Y ENSEÑANZAS

SÓCRATES, EL HOMBRE

Sócrates nació en Alopeca una pequeña población de la región del Atica alrededor del 500 a. C hijo de Sofronisco, un humilde cantero y de Fenareta una partera. Vivió casi toda su vida en Atenas, la capital de Grecia, verdadero crisol del pensamiento, y de la belleza de la antigüedad.
Tenia un carácter inconformista, curioso, poseía un atractivo inmenso para la comunicación y cautivaba con la palabra poseía el don de hacer reflexionar a quienes le escuchaban.
Caminaba descalzo, vestía una sencilla túnica ,la misma en invierno y en verano, de escasa estatura, su rostro no era agraciado, todo lo contrario tenía  más bien  aire de sátiro potenciado por su  larga  barba, ojos saltones que parecían investigarlo todo y una nariz ancha y regordeta. Le gustaba hablar con la gente, iba a los talleres de artesanos, frecuentaba el ágora y siempre estaba rodeado de jóvenes. Y su secreto entre ellos era que aprendían casi sin darse cuenta en un ambiente relajado y lúdico que solo su maestro sabia crear, pronto se extendió su fama de sabio aunque siempre afirmaba que no sabia nada, vivía modestamente  y no necesitaba más de lo que tenía:
“El hombre que tiene lo que necesita para vivir, no es pobre, pues tiene lo que necesita ”afirmaba muchas veces .Pronto empezó a granjearse tanto filias como fobias  y empezó a ser un personaje muy molesto para el poder imperante y se ganó a pulso el sobrenombre de: El tábano de Atenas.

“ Yo aguijoneo a los potros dormidos y les espoleo para que despierten y sean mejores”

EL TÁBANO DE ATENAS

Con el tiempo, Sócrates fue creándose enemigos, no hay nada que asuste más al poder que un pueblo que piensa y el hombre menudo de cuerpo pero grande de corazón y de mente fue sentenciado en un juicio a beber cicuta, un veneno mortal que callaría para siempre una mente preclara y una lengua lucida que lograba con preguntas precisas que la gente pensara.
“ yo he de marchar a morir, y vosotros a vivir, ¿sois vosotros o soy yo quien va a una situación mejor? Eso es oscuro para cualquiera salvo para la divinidad”

Pero con lo que no contaras sus verdugos fue que con esta injusta muerte su fama se extendiera no solo por toda Grecia sino por todo el mundo y sus enseñanzas hayan llegado hasta nosotros a través de  discípulos de la talla de un Platón y de Jenofonte.
Ellos se encargaron que las enseñanzas de su maestro no quedaran en el olvido y abrieron escuelas de filosofía por toda Grecia y más tarde por todo  el imperio Romano y el ; Conócete a ti  mismo. Se ha convertido en la enseña de todo hombre que ama la verdad ,y que la busca:  un filósofo

Sócrates no dejó escritos, sus enseñanzas eran orales, su forma de enseñar era la mayéutica a través de preguntas para despertar la curiosidad de sus discípulos y enseñarles a pensar, todo lo que conocemos sobre su vida y su saber es por medio de sus discípulos que nos han dejado mil y una anécdotas.
Platón su discípulo más brillante inmortalizó la figura de su maestro a través de sus Diálogos

CONÓCETE A TI MISMO

Convencido de que el  dominio de sí mismo, es bueno para quien se dispone llevar a cabo una acción hermosa. Se mostraba ante sus discípulos, como el hombre, más disciplinado  del mundo y en sus conversaciones los dirigía hacia el dominio de sí mismos.
Por ello pasaba el tiempo recordando todo lo que es útil para la virtud y se lo hacia recordar a todos sus compañeros. (Jenf. Rec.IV)

Sócrates: Respóndeme  hijo mío, ¿Sabes que hay hombres a los que se les llama ingratos?
Lamprocles: Seguramente.
Sócrates: ¿Y sabes que acciones les han hecho merecer ese título?
Lamprocles: ¿Puedo ignorarlo?
Sócrates: Se llama ingratos a los que han recibido beneficios, pueden demostrar su agradecimiento y no lo hacen. ¿Y no crees que se les puede colocar a los ingratos entre los hombres injustos?
Lamprocles: lo creo.
Sócrates: si esto es así, la ingratitud es, pues, una injusticia odiosa.
Lamprocles convino en ello y modifico su carácter, a pesar que le costaba aguantar su mal humor. (Jenf. Rec.III)

SÓCRATES Y EL CUIDADO DEL CUERPO

–  Nunca descuidó su cuerpo y reprochaba su descuido a los que lo abandonaban. Así, desaprobaba el comer en demasía para hacer un trabajo excesivo, pero aceptaba trabajar proporcionalmente a lo que el espíritu admite de buen grado.
Tampoco era afectado ni presumido en el vestir ni en el calzar, ni en su régimen de vida en general.  (Jenf. Rec.I)

–  Insistía mucho a sus seguidores en el cuidado de la salud, haciéndoles aprender de los entendidos cuanto era posible, prestando cada uno atención a sí mismo durante toda su vida, sobre que alimento, que bebida, que trabajo le convenía y que uso debía hacer de ello para conservarse sano. Decía que observándose uno de ese modo le resultaría trabajoso encontrar un médico que diagnosticara mejor, que el mismo lo que le convenía para conservar la salud. (Jenf.Rec.IV)

SÓCRATES Y LA AMISTAD

Se sorprendía de que hiciera dinero uno que predicaba la virtud, en vez de pensar que la mayor ganancia era adquirir un buen amigo. (Jenf. Rec.II)

Afirmaba que había oído decir a muchas personas, que el más precioso de todos los bienes era un amigo seguro y sincero, pero veía que la mayoría se preocupaban de cualquier cosa, más  que de adquirir amigos.
Y que mientras no dejaban sin atender ni vigilar ninguna de sus posesiones, se desatendían de sus amigos cuando necesitaban ayuda.
Añadía a esto que veía que la mayoría de la gente conocía la cantidad de sus bienes por numerosos que fueran, mientras que de los amigos, aun siendo tan pocos, no solo ignoraban el número, sino, que al tratar de hacer una lista para los que los que le hacían esa pregunta, volvían a borrar a los que habían incluido entre sus amigos: Hasta tal punto, no se preocupaban de ellos.
A pesar de que con toda seguridad no hay otra posesión que pueda compararse con la adquisición de un buen amigo. (Jenf. Rec.II)

Sin embargo, algunos intentan cultivar árboles por sus frutos, pero cuando se trata de la posesión más fructífera, que es un amigo, la mayoría la atienden con pereza y desgana. (Jenf. Rec.II)

SÓCRATES Y EL PODER

Critias y Caricles, mandaron llamar a Sócrates, le mostraron la ley y le prohibieron dirigirse a los jóvenes.
Sócrates: Pues bien, estoy dispuesto a obedecer las leyes, pero para no infringirlas por ignorancia, quiero saber con claridad una cosa de vosotros, si creéis que el arte de la palabra del que me mandáis abstenerme es del razonamiento correcto  o del razonamiento incorrecto. Porque si se trata del razonamiento correcto, es evidente que me he de abstener de hablar correctamente, y si es del incorrecto, esta claro que hay que intentar hablar correctamente.
Caricles: (Irritado) Puesto que eres un ignorante Sócrates, te hacemos una prohibición que es más fácil de entender: TE PROHIBIMOS TERMINANTEMENTE HABLAR CON LOS JÓVENES.
Sócrates: Entonces, para que no haya ninguna duda de que no haga nada de lo prohibido, precisadme hasta cuantos años hay que considerar jóvenes a los hombres.
Caricles: En tanto no puedan pertenecer al consejo por no ser todavía juiciosos. No hables con personas más jóvenes de 30 años.
Sócrates: Y en el caso de que quiera comprar algo, si el vendedor no tiene aun los treinta años, ¿puedo preguntarle cuanto pide?
Caricles: Eso sí. Es que tu Sócrates, tienes la costumbre de preguntar  cosas que en su mayoría ya sabes cómo son y eso es lo que no debes preguntar.
Sócrates: En ese caso ¿no debo responder si algún joven me pregunta algo que yo sé, por ejemplo: dónde vive Caricles o dónde esta Critias.
Caricles: Eso al menos sí.
Critias: En cambio tendrás que abstenerte de los zapateros, carpinteros y herreros, pues creo que ya los tienes desgastados y ensordecidos*. (Jenf. Rec.I)

SÓCRATES Y EL TRABAJO

El trabajo no es ninguna vergüenza, la ociosidad es vergüenza.
Sócrates que reconocía que el ser trabajador es útil y bueno para el hombre y ser vago es perjudicial y malo, o sea: Que el trabajo es una bendición y la ociosidad una desgracia.
También decía que trabajan los que hacen algo bueno y son buenos trabajadores, mientras que los que juegan a los dados o realizan alguna ocupación mala o sancionable, los llamaba vagos. (Jenf. Rec.I)

Sócrates: Sin embargo Eutero; No es nada fácil encontrar un trabajo en el que no se tenga responsabilidad.
Si difícil es hacer algo tan bien, que no se cometan errores, también es difícil, aun haciendo algo sin cometer equivocación, no encontrarse a alguien que critique a la buena de dios. Por ello es necesario que intentes librarte de los criticones y busques personas de juicio.
Que acometas los trabajos que puedas aguantar y té libres de los que no puedas. Y que cuanto emprendas: Lo hagas de la mejor manera posible y con el mayor interés.
Yo creo que obrando así, es como incurrirás en menos inculpaciones, encontrarás más ayuda en tiempos de escasez y llevaras una vida más tranquila y sin peligro, y, sobre todo, más solvente hasta tu vejez.  (Jenf. Rec IV)

SÓCRATES Y LA RIQUEZA

Antifonte: Sócrates, yo creía que los que se dedicaban a la filosofía llegan a ser más felices, pero me parece que tu has conseguido de la filosofía el fruto contrario. Estas viviendo de una manera, que ni un esclavo le aguantaría a su amo un régimen como el tuyo: Comes los manjares y bebes las bebidas más pobres y la ropa que llevas, no solo es miserable, sino que te sirve lo mismo en el invierno que en el verano, no llevas calzado ni usas túnica.
Encima, no aceptas dinero, que da alegría al recibirlo y cuya posesión permite vivir con más libertad y más agradablemente. Pues bien, si, de  la misma manera que los maestros en otras actividades enseñan a sus discípulos a imitarles, tú, también instruyes a tus discípulos  en ese sentido; Considérate un profesor de miseria.
Sócrates: Me da la impresión, Antifonte, de que te has hecho una idea tan triste de mi manera de vivir, que estoy convencido de que preferías morir a tener una vida como la mía. Observemos,  pues, que es lo que de difícil aprecias tú en mi vida.
¿Será acaso que los que cobran dinero están obligados a realizar la tarea por la que cobran, mientras que yo, como no cobro, no tengo necesidad de conversar con quien no quiera?.
O ¿menosprecias mí régimen de vida haciendo ver que como manjares menos sanos que tú y que proporcionan menos energía?.
O ¿ qué mis medios de subsistencia son más escasos y por ello más caros que los tuyos?.
O ¿qué son más agradables para ti los manjares que tú te preparas, que para mí los míos?.
¿No sabes que el que come más a gusto, es el que menos condimento necesita y quien bebe más a gusto, menos necesita la bebida que no tiene a mano?.
Y en cuanto a la ropa ¿sabes que los que cambian de ropa, lo hacen por el frío y el calor y llevan calzado para no verse impedidos de andar por donde no puedan hacerse daño en los pies? Pues bien ¿notaste tú alguna vez, que yo me quedara en casa a causa del frío, más que otra persona, o que a causa del calor me peleara con alguien por una sombra, o que por dolerme los pies no pudiera ir donde yo quisiera? ¿No sabes que los que por naturaleza son más débiles físicamente, a fuerza de ejercicios, se hacen más fuertes y aguantan mejor en aquello a lo que se dedican que los que siendo más fuertes, no se entrenan? ¿Y no crees que yo, entrenando continuamente mi cuerpo para soportar  las continencias, pueda soportarlo todo con más facilidad que tú, que no te entrenas?. Para no ser esclavo del estómago, ni del sueño, ni de la lascivia.
Me parece,  Antifonte, que opinas que la felicidad es molicie y derroche. En cambio yo creo, que no necesitar nada es algo divino y necesitar lo menos posible es estar cerquísima de la divinidad; Como la divinidad es la perfección, lo que está más cerca de la divinidad, está también más cerca de la perfección. (Jenf. Rec.I)

Otro día que  Antifonte estaba conversando con Sócrates.

Antifonte:  Sócrates, yo te considero una persona justa, pero de ninguna manera sabia y creo que tu mismo así lo reconoces. Pues no sacas ningún dinero por tu compañía, a pesar de que no darías gratis, ni tu manto, ni tu casa, ni ninguno de los bienes que posees, si creyeras que valen algún dinero. Por ello es evidente, que si creyeras que tu compañía vale algo, no cobrarías por ello menos dinero de lo que vale. Es posible que seas justo;  Ya que no engañas a nadie por codicia, pero no puedes ser sabio, pues no sabes nada que valga algo.
Sócrates: Antifonte, entre nosotros se considera que tanto la belleza como la sabiduría se pueden tratar de manera elogiosa o vil.
Si uno vende su belleza por dinero a quien desee, eso se llama prostitución, pero si alguien conoce a un enamorado que es un hombre de bien y se hace su amigo, entonces lo consideramos juicioso y moderado.
Con la sabiduría ocurre lo mismo: Los que  la venden por dinero a quien la desea se llaman Sofistas. En cambio, si alguien, reconoce que una persona es de buen natural, le enseña todo lo bueno que sabe y le convierte en un buen amigo; Entonces decimos que hace lo que le corresponde a un hombre de bien. A mí me gustan más los buenos amigos y si sé algo bueno, se lo  enseño y los pongo en relación con otros, que pienso que podrían ser provechosos para la virtud.
Los tesoros que los antiguos sabios dejaron escritos en libros; Yo los desarrollo y los recorro en compañía de mis amigos, y si encontramos algo bueno, lo seleccionamos. Consideramos un gran beneficio unos de otros.  (Jenf. Rec.I)

SÓCRATES Y LA EDUCACIÓN

Sócrates que siempre  dialoga para alcanzar la verdad, conversa con el joven Lisis sobre la educación.

Sócrates: Pienso Lisis, que tu padre y tu madre te aman mucho, ¿No?
Lisis: Enteramente.
Sócrates: Por tanto, ellos te desean el mayor bien y felicidad posibles ¿No?
Lisis: Evidentemente.
Sócrates: ¿Crees tú que se puede ser feliz siendo esclavo y sin tener la posibilidad de hacer lo que uno quiere?
Lisis: Ciertamente que no.
Sócrates: Por consiguiente, si tu padre y tu madre te quieren, si ellos desean tu dicha, ellos buscan todos los medios de asegurarte tu felicidad ¿No?
Lisis: ¿Cómo no?
Sócrates: ¿Te dejan, pues, hacer siempre tus caprichos, sin nunca reprenderte ni prohibirte nada?
Lisis: De ninguna manera, Sócrates; ellos me prohíben multitud de cosas.
Sócrates: ¿Qué me dices? ¿Quieren tu felicidad y te prohíben hacer lo que tú quieres? Veamos, respóndeme. Yo imagino que tú deseas montar sobre uno de los carros de tu padre y tomar las riendas en una competición de velocidad. ¿Crees que ellos te lo iban a permitir?
Lisis: Cierto que no ¡por Zeus!
Sócrates le hace ver que su padre no le permite casi nada de lo que le gusta y sí en cambio,  lo educa y prepara con una gran cantidad de maestros.
Sócrates: Sea mí querido niño. No es el número de tus años lo que tiene en cuenta tu padre para ponerlo todo en tus manos, sino el día que te juzgue más sabio que él, se confiara personalmente a ti con todo lo que posee.
Lisis: Así lo creo.
Sócrates: ¿Y tu vecino, no se portara respecto a ti de la misma manera que tu padre? Cuándo te juzgue más hábil que él para llevar una casa, ¿Te confiara la suya o guardará él la dirección de la misma?
Lisis: Creo que me la confiara
Sócrates: Y los atenienses, ¿no crees tú que ellos también te confiaran sus asuntos cuando juzguen que tu capacidad es suficiente?
Lisis: Así lo pienso.
Sócrates va llevando el diálogo viendo que la necesidad de educación es necesaria para poder hacer cualquier cosa en la vida, y que realmente nadie puede hacer bien las cosas sin estar preparado, y por eso,  no es tanto hacer lo que se quiere sino lo que se debe. (Plat. Lisis )

SÓCRATES Y LA JUSTICIA

Sócrates dialoga con Hipias sobre que es lo justo, Hipias se le supone un versado en la justicia y un conocedor del tema.

Sócrates: Cometer la injusticia es hacer el mal; y practicar la justicia es conducirse honestamente.
Hipias: Cierto.
Sócrates: Por tanto, el alma más fuerte y mejor, cuando comete una injusticia, la cometerá voluntariamente, y la menos buena la cometerá sin querer ¿no?
Hipias: Es evidente.
Sócrates: Y un hombre es bueno cuando su alma es buena, y es malo cuando ella es mala, ¿no?
Hipias: Ciertamente.
Sócrates: De donde se sigue que el hombre que es bueno le corresponde ser voluntariamente injusto, y al malo serlo sin querer, puesto que el hombre es bueno cuando su alma es buena.
Hipias: Así es, ciertamente.
Sócrates: Así, pues, Hipias, el que voluntariamente hace el mal, el que se conduce vergonzosamente y con injusticia, ese tal, si existe alguien que sea así, no puede ser más que el hombre bueno.
Hipias: Realmente, Sócrates, me resulta imposible concederte eso.
Sócrates: Y a mí también, Hipias, me es imposible concedérmelo a mí mismo. Y sin embargo, eso es lo que por el momento nos impone nuestro razonamiento. Pero como ya te decía antes, no hago más que cambiar de opinión en este aspecto: unas veces pienso de una manera, otras de otra. Pero el que yo me haya fijado tan poco en esta cuestión, yo, y cualquier otro ignorante, no tiene nada de sorprendente.
Pero que vosotros, los “sabios”, estéis sujetos a estas mismas variaciones, es algo que para nosotros mismos resulta horrible, pues entonces, por mucho que recurramos a vosotros, no se nos sacara de nuestras incertidumbres. (Plat. Hipias)

SÓCRATES Y EL AMOR

Sócrates va a consultar con una sacerdotisa, Diotima, sobre el misterio del amor, siendo esta una sabia  del tema, Sócrates se muestra su discípulo deseoso de aprender.

– Diotima: Corre por ahí un dicho, que asegura que los enamorados son aquellos que andan buscando la mitad de sí mismos, pero lo que yo digo es que el amor no es la mitad, ni el todo, sino se da, amigo mió la coincidencia de que esta sea de algún modo bueno, ya  que aun sus propios pies y sus propias manos, están dispuestos ha amputarse los hombres, si estiman que los suyos son malos. No es lo propio a uno mismo lo que tiene apego cada cual. Pues no es otra cosa que el bien lo que aman los hombres. ¿Tienes acaso otra opinión?
Sócrates: ¡Por Zeus! Yo no.
Diotima: ¿Se puede decir así, sin más, que los hombres aman lo bueno?
Sócrates: Sí
Diotima: ¿No ha de añadirse, que aman también poseer lo bueno?
Sócrates: Ha de añadirse.
Diotima: ¿Y no solo poseerlo, sino poseerlo siempre?
Sócrates: También ha de añadirse eso.
Diotima: Luego en resumidas cuentas, el objeto del amor es la posesión constante de lo bueno.
Sócrates: Es completamente cierto lo que dices.
Diotima: Pues bien, ya que el amor es siempre esto ¿de qué modo deben perseguirlo los que le persiguen y en qué acción, para que su solicitud y su intenso deseo se pueda llamar amor? ¿Qué acción es por ventura esta? ¿Puedes decirlo?
Sócrates: No Diotima, porque si pudiera decirlo no admiraría tu sabiduría, ni hubiera venido con tanta frecuencia para aprender eso mismo.
Diotima: Pues bien, yo te lo diré, es esta la procreación de la belleza, tanto según el cuerpo como según el alma.
Sócrates: Arte adivinatorio requiere eso que dices. No lo entiendo.
Diotima: Te lo diré con mayor claridad. Conciben los hombres, ¡Oh Sócrates! No solo según su cuerpo, sino también según su alma, y una vez que se llega a cierta edad, desea procrear nuestra naturaleza. Pero no puede procrear en lo feo, sino tan solo en lo bello. La unión de varón  y mujer, es procreación, y es una cosa divina, pues la preñez  y la generación es algo inmortal que hay en el ser viviente que es mortal. Pero ambos actos es imposible que tengan lugar  en lo que no tenga  armonía con ellos; y lo feo es inadecuado para todo lo divino, y lo bello, en cambio, es adecuado. La belleza es pues la Moira (Suerte, Parca) y la Ilitiya (Diosa del alumbramiento) de los seres. Por este motivo, cuando se acerca a un ser bello, lo que esta preñado se sosiega, se derrama de alegría,  alumbra, procrea.  En cambio, cuando se aproxima un ser feo, su rostro se ensombrece, se contrae entristecido en sí mismo, se aparta, se repliega, y no procrea, sino que retiene dolorosamente el fruto de su fecundidad. De ahí precisamente que sea grande la pasión por lo bello que se da en el ser que esta preñado y abultado ya por su fruto, porque lo bello libera  al que lo posee  de los grandes dolores del parto. Pues no es el  amor, Sócrates, como tú crees, amor de la belleza.
Sócrates: Entonces ¿ Que es?
Diotima: Amor de la generación y del parto en la belleza.
Sócrates: Sea
Diotima: Así es, en efecto. Más ¿por qué es la generación? Porque es la generación algo eterno he inmortal, al menos en la medida de que esto pueda darse en un mortal. Y es necesario según lo convenido, que desde la inmortalidad juntamente con lo bueno, si es que verdaderamente tiene el amor la posesión perpetua de lo bueno. Necesariamente pues, el amor será también amor de la inmortalidad. (Plat. Banq.)

SU ÚNICA DEFENSA: LA VERDAD

Sócrates iba ganado influencia entre los jóvenes cada vez era más numerosos sus discípulos y su presencia era cada vez más molesta fue juzgado y condenado a muerte en un juicio multitudinario, más de 500 personas.
Su discípulo, Platón, lo recoge en este dialogo

– Sócrates: Hay una perfecta armonía entre mi conducta y el hecho de haber sido entregado por el dios a la ciudad. Yo no me he cuidado durante tantos años en mis intereses, en cambio he trabajado estos años en interés vuestro; lo atestigua mi pobreza, me he acercado en privado a cada uno de vosotros, como un padre o un hermano mayor, para tratar de moveros a prestar atención a la virtud. (Plat.  Apol.)

Sócrates:   Habéis oído decir en muchos lugares, que tengo la influencia de algún dios y de algún  genio; como aludió Meleto en la acusación. Se trata de una voz que comenzó a mostrárseme en mi infancia, lo cual siempre que se deja oír, trata de apartarme de aquello que quiero hacer y nunca me incita hacia ello. Eso es lo que se opone a que yo me dedique a la política y me parece que se opone con sobrada razón. (Plat.  Apol.)

Sócrates: Yo no puedo ceder ante nadie por temor a la muerte, en contra de la justicia, como he demostrado en numerosas ocasiones.
Que la muerte no me importa y perdóneseme la expresión; Un comino, y que todo mi interés esta en no cometer ninguna acción injusta ni impía. (Plat.  Apol.)

Sócrates: Yo, si se analiza toda mi vida, poco he hecho en el terreno público; Si se atiende a lo privado, apareceré el mismo: Un hombre que jamás transigió con nadie, en nada que fuese contrario a la justicia. Pero yo jamás fui maestro de persona alguna, sino que cuando alguien, sea joven, sea viejo, desea oírme hablar o presenciar mi modo de comportarme, nunca pongo obstáculos, ni tampoco soy persona que converse mediante estipendio, ya que lejos de eso me pongo a disposición tanto del rico como del pobre. Y no se me puede imputar, en buena ley que cualquiera de ellos se haga bueno o se haga malo, ya que  a ninguno prometí ni enseñe jamás disciplina alguna. (Plat.  Apol.)

– Sócrates:  ¿Cuál es la razón por la cual gustan algunos de pasar mucho tiempo en mi compañía? Que escuchando la pasan bien con el examen a que son sometidos los que creen ser sabios sin serlo; y en verdad que la cosa no es desagradable.
Este cometido, repito, me ha sido impuesto por la divinidad por medio de oráculos, sueños y por todos los procedimientos de que la voluntad divina se ha valido. (Plat.  Apol.)

– Sócrates: Si como dicen mis acusadores yo estoy corrompiendo a una parte de los jóvenes y a los restantes los he corrompido ya; Si algunos de ellos yo les di algún mal consejo suban ahora a la tribuna y me acusen y se venguen. Ahora bien: en caso de no quererlo hacer ellos mismos, será forzoso que lo hagan sus parientes; padres, hermanos etc. si realmente sufrieron algún daño por causa mía.
Pero encontrareis todo lo contrario de esto, es decir que todos están dispuestos a salir en mi defensa, en defensa del corruptor, del hombre que ha dañado a sus parientes, como sostienen Meleto y Anito. (Plat.  Apol.)

– Sócrates: ¿Y que premio cuadra a un hombre pobre, a un bienhechor de la ciudad, que se ha visto obligado a desatender sus intereses personales, para dedicarse a instruiros? No hay cosa más adecuada que mantener a un hombre así en el Pritaneo.
Persuadido de que a nadie hago daño y mucho menos voy ha hacérmelo a mí mismo, diciendo que merezco algún mal y proponiendo para mí una cosa tal. (Plat.  Apol.)

Sócrates: Pues ni en el proceso, ni en la guerra, debo yo, ni otro alguno, buscar el modo de huir a la muerte, apelando a cualquier medio.
Y mucho me temo que no sea esto lo difícil, sino que resulte mucho más difícil escapar de la maldad, que es cosa que corre más ligera que la muerte. Y ahora yo, por ser lento y anciano, he sido alcanzado por la más lenta, mientras que mis acusadores fuertes y rápidos, han sido atrapados por la más rápida; La maldad. (Plat.  Apol.)

– Sócrates:  La muerte es una de estas dos cosas: o es como no ser nada y no tener ninguna sensación de cosa alguna, o de acuerdo con lo que se dice, es un cambio y una migración del alma, de este lugar a otro.
Si, por el contrario la muerte significa, un viaje de aquí a otro lugar, y es verdad lo que se dice, que allí están todos los muertos, ¿qué bien puede haber mayor que estos jueces? Yo por mi parte morir quiero mil veces, para mi seria maravillosa la estancia allí: Cuando encontrase a Palamedes, a Ayante, hijo de Telamón y, en general a todos los antiguos que murieron a consecuencia de un fallo injusto. Y he aquí lo que sería más importante: Él dedicarme a examinar y sondear a los de allí, como he hecho con los de aquí para ver cual es sabio y cual cree serlo pero que no lo es. (Plat.  Apol.)

– Sócrates: Debéis tener buenas esperanzas ante la muerte y pensar que hay una cosa cierta, y es que al hombre bueno no alcanza ningún daño, ni en la vida ni en la muerte, y que sus asuntos no son descuidados por los dioses. (Plat.  Apol.)

– Sócrates:   Y ahora he aquí lo único que os pido: Cuando mis hijos lleguen a la mayoría de edad, castigadlos afligiéndoles del mismo modo que yo os afligía: si os parecen que se cuidad de la riqueza, antes que de la virtud, y si creen ser algo no siendo nada.
Y no digo mas por que es hora de partir; yo he de marchar a morir, y vosotros a vivir, ¿sois vosotros o soy yo quien va a una situación mejor? Eso es oscuro para cualquiera salvo para la divinidad.  (Plat.  Apol.)

Fue condenado por 281 votos, mas de los que le absolvían. Pero Sócrates ante una segunda votación, sobre la pena que le convenía dijo: Yo juzgo que la pena a que debo ser condenado, es que se me mantenga en el Pritaneo (edificio ilustre, el alcázar de Atenas). Esto irrito a los que lo juzgaron y se le agregaron 80 votos más. (Dioj. Vidas)

– Este fue el fin de Sócrates, pero los atenienses se arrepintieron tanto que cerraron las palestras y gimnasios, desterraron a algunos y condenaron a muerte a Melito. Los de Heraclea echaron a Anito en el día mismo que llego. En cambio a Sócrates le hicieron una estatua de bronce el escultor Lisípo, y la colocaron en el Pompeyo (edificio público donde se guardaban las pompas festivas de Atenas). (Dioj. Vidas)

–  Sócrates era hijo de Sofronisco, (cantero de profesión) y de Fenareta (obstetriz, partera). Nació en Alopeca (pueblo del Ática). Nació, siendo arconte Apsefión, el año IV de la olimpiada LXXVII, a 6 de Tragelión (Abril 470 a.C.) en el día que los atenienses lustran la ciudad, y los delios dicen que nació Artemisa.
Y murió en el año I de la olimpiada XCV a los 70 años de su edad, (399 a.C.) otros dicen a los 60 años. (Dioje. Vidas)

– Sócrates: ¡Oh Critón! Debemos un gallo a Asclepios. Pagad la deuda y no la paséis por alto. (fueron sus últimas palabras) (Plat. Fedon)

Falleció al ponerse el sol de una plácida tarde de Marzo después de tomar cicuta.
Murió el hombre pero muchos siglos después, su pensamiento y sus enseñanzas siguen vivas y resuena aun y lo hará siempre la frase que engloba toda su filosofía “CONOCETE A TI MISMO”  punto de partida de la evolución y el progreso del hombre de ayer, de hoy y de siempre.

* Autores de los testimonios y recuerdos
Sócrates: 469-399 a.C
Platón: Atenas 429-347 a.C. Fue discípulo de Sócrates hasta la muerte de este.
Jenofonte: Natural del Demo(distrito rural de Atenas 430 a.C.  discípulo de Sócrates.
Diógenes Laercio: Se cree que vivió en la primera mitad del siglo III, pero no se sabe casi nada de su vida, fue un recopilador de la vida de los filósofos más ilustres

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