Historia — 30 de noviembre de 2018 at 23:00

Nep Jeperu Ra: El azaroso destino de Tutankamón

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NEP JEPERU RA: El azaroso destino de Tutankamón

En el año 35 de Amenofis III, siglo XIV a. C., la gran esposa real Tiyi dio a luz al último de sus vástagos, Tutanjatón. Un nombre de la herejía atoniana. Poderosa es la vida de Atón, significa. Luego, Tutankamón, cambio de dios. Y desde el día de su consagración, Neb Jeperu Ra: El Señor de las Transformaciones es Ra.

Tebas estaba en su apogeo, y Ajet Atón, la ciudad herética, era su joya. Todo florecía: las artes, las letras, la moda.

El faraón vive en Malgatta, un barrio real. Y su salud no es muy buena. Cuando en el año 36 el rey aliado Tushratta le envía en matrimonio a su hija Taduhipa, Amenofis está ya muy debilitado. No habrá más príncipes.

Tutankatón va a la escuela desde los cuatro años, como todos los niños de la corte. Hay que aprender la escritura hierática y luego la jeroglífica. Eso, por la mañana. Por la tarde toca educación física: lucha, arco, natación. El príncipe es feliz corriendo con sus perros, pero también jugando al senet con sus compañeros.

La reina Tiyi es una gran política, aunque sea en la sombra. Y ha urgido a la Señora de Egipto para que se sitúe cerca del corregente, porque Amenofis III se muere, hace ya tiempo que se desinteresa por lo que le rodea. Y los sumos sacerdotes de Karnak toman cada vez más poder. Y la situación de Asia es preocupante, y de los aliados de Egipto nadie hace ya cuenta, sus cartas no se responden. Los habiru palestinos y los hititas van penetrando cada vez más en el territorio, y las provincias sirias se van independizando. Es necesario que el rey hereje empiece a tomar cartas en el asunto.

Amenofis muere, y Ajnatón ocupa el trono. Con él, Nefertiti, La belleza ha llegado. Pero su autoridad es discutida. Y en Tebas, Tutankatón tiene partidarios. Ajnatón manda desfigurar las imágenes de los dioses y borrar sus nombres, algo que cae francamente mal, y es traicionado en diversos lugares.

Y, misteriosamente, Nefertiti deja de ser parte de la pareja real. O fue abandonada, repudiada, o se separó ella, consciente de que la dinastía estaba siendo aniquilada. Se vuelve hacia Tutanjatón como única esperanza de un renacer. El trono de Egipto puede ser salvado por el último hijo de Amenofis III, que es todavía un niño, y con él los sacerdotes de Amón pueden recobrar el poder. A su lado, el Padre Divino Ay y la Nodriza Real Ti.

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Tutanjatón tiene nueve años. Le casan con su prima Anjsenpaaton. Y sube al trono de Egipto. Es consagrado en el templo de Karnak. Y con él vuelve la supremacía de Amón. Ahora pacta los dos cetros ceremoniales de Osiris, el heka o cayado del sur y el nejej o látigo del norte: lo que atrae y lo que castiga.

Tanta ceremonia inacabable, tanta solemnidad, tantas coronas sobre su cabeza, tantos altos funcionarios… Solo tiene nueve años. Siempre pensamos en un faraón, no en un niño. Está, seguro, asustado y confuso. Sobre todo confuso: hace poco, todo era Atón. Ahora todo es Amón… es un dios vivo…y tiene esposa…

Le dicen que tiene que reconstruir y volver a la vida los templos abandonados. Reponer las estatuas rotas de los dioses. Rehacer las barcas sagradas. Refundar los santuarios. Él no sabe de eso, pero tiene una gran ayuda: Horemheb. Y los sacerdotes de Amón. No obstante, Atón no es suprimido, sino «rebajado» de su poder. Caben todos. Y su esposa, la pequeña Anjsenpaaton, ahora se llama Anjsenamón.

El pequeño rey, con quince años, empieza a interesarse por la política. Su madre Tiyi, extraordinariamente culta, le ha enseñado, en su enorme biblioteca, a estudiar las tácticas para dividir a sus adversarios y utilizar las alianzas, y lo lleva a efecto con los babilonios y los asirios. De ello tenemos evidencias por cartas de Burraburiash de Babilonia.

Tutankamón empieza a ser un verdadero faraón, cargo que va a ejercer por muy poco tiempo. Porque muere cuando tenía entre dieciocho y veinte años, según se desprende del análisis de su momia. Lo que no sabemos es si muere por enfermedad, accidente… o asesinato. Pero como sus dos hermanos también murieron jóvenes, es posible que fuese fragilidad familiar.

Sí sabemos que murió en enero, porque hacen falta dos meses para la momificación, y las flores de su tumba maduran en marzo y abril. Así que muere en enero o febrero.

Su nombre figura en las fundaciones de Karnak y Luxor, y en dos templos de Nubia. Pero ¿se habrá preparado ya su tumba? ¿No era demasiado joven para ello? Quizá sí. Si no él, quizá su camarilla había escogido el emplazamiento en el Valle de los Reyes. Quizá Maya, intendente del Tesoro, había empezado a preparar lo que debía acompañar al rey.

Rey que muere sin hijos. Por tanto, quien va a ocuparse de todo será el general Najtmin, junto con Ay, el Padre Divino. Porque es su nombre, Najtmin, el que aparece como «el servidor que hace revivir el nombre de su señor».

Egipto guarda riguroso luto. Absoluto duelo. Los talleres de los artesanos trabajan aceleradamente, y se llevan muebles del palacio, los objetos de su niñez y algunos elementos de la tumba de Smenjara.

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El ritual de embalsamamiento y sepultura se han cumplido. El luto ha terminado. Empiezan los banquetes fúnebres. Los elementos rituales están guardados en un rincón de la tumba: vajillas, telas. El rey va camino de la eternidad.

Y mientras, ¿qué ocurre en Egipto? Su muy joven viuda, Anjsenamón, La vida está en Amón, necesita un rey a su lado. Van camino de él Ay y Horemheb, pero ella tiene otra idea. Y, algo nunca visto, se dirige a Shuppiluliuma de los hititas para pedirle «uno de sus hijos» y ella le hará rey. Porque ella no desea tomar por marido «a un servidor», y este solo puede ser Horemheb. Que se entera de la trama, y decide abortarla: sale al encuentro del prometido príncipe, Zannanza, y lo asesina.

La reina se ve obligada a aceptar a un corregente. Y escoge a su abuelo, Ay. Se dice que se casaron. Nada se sabe cierto. Solo que Ay permanece cuatro años en el trono. Después, Anjsenamón se desvanece en la historia.

Ay, el Padre Divino, muere, es muy anciano. Y el camino del trono está libre para el general Horemheb. Su sueño se ha realizado. Se casa con Mutnedjemet, hija de Ay y de Ti. Y se aplica a la tarea de picar los nombres de sus dos predecesores. Ahora es su nombre. La ciudad de Ajet Atón es arrasada.

También construye. Por supuesto. Pero Tutankamón es prácticamente borrado de la historia.

Una historia que Carnarvon y Carter sacaron de nuevo a la luz.

Gracias.

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