Libros — 31 de octubre de 2019 at 23:00

«Lo que no podemos saber», de Marcus du Satoy

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Lo que no sabemos, de Marcus du Satoy

Marcs du Satoy, profesor de Matemáticas en la Universidad de Oxford, es uno de los grandes divulgadores de este ámbito del saber en los inicios del siglo XXI. Y además, desde un punto de vista filosófico, casi me atrevo a decir teleológico. Famoso por su libro La música de los números primos, escrito en 2003 y llevado por la BBC a la televisión, causó también gran impacto en millones de interesados con su documental en tres partes The Code (BBC, 2011), en que revela la estructura matemática en la naturaleza, como un «libro» escrito por las manos de Dios, de una Inteligencia Cósmica, o cristalización de la mente divina. Y, desde luego, su Historia de las matemáticas (BBC, 2008), en cuatro partes, una obra de arte en lo pedagógico. En el año 2009 recibió el premio Michael Faraday de la Royal Society of London por su excelencia a la hora de divulgar la ciencia, y fue Caballero Oficial de la Orden del Imperio Británico en 2010 por sus servicios a la ciencia.

El título completo de este libro que hoy referimos es What We Cannot Know: Explorations at de Edge of Knowledge. Si las matemáticas son las que nos han permitido dar forma a nuestra comprensión de las leyes de la naturaleza, o incluso encontrar la quintaesencia de estas mismas leyes (en este problema kantiano no vamos a entrar ahora), Marcus du Satoy explica en esta obra en qué medida también nos han hecho conscientes de los límites de nuestro conocimiento, en la aplicación de las mismas a la mecánica y a la física nuclear, por ejemplo. Usa la imposibilidad fáctica de saber qué número va a salir en un dado (en condiciones de juego normal), a pesar de que conocemos las leyes de movimiento que lo rigen, o el sorprendente movimiento caótico de un péndulo doble, aunque nada debe haber en la naturaleza más predecible que el movimiento de un péndulo simple, o la emisión radiactiva del uranio, donde, hasta donde sabemos, es imposible saber el momento exacto en que se va a producir y, sin embargo, la «ley de su decaimiento» es perfectamente conocida.

Discute, con este mismo criterio, la imposibilidad de saber si el universo o el tiempo son infinitos o no, o sea, la gran pregunta de si hay un antes del big bang. Aunque también deberíamos preguntarnos si tenemos una total certeza de que nuestro universo comenzó con una «gran explosión», Kant diría desde luego que en ciencia de la naturaleza no hay ninguna certeza inconmovible, a diferencia de lo que ocurre en las matemáticas. También incurre en los dominios de la conciencia y la vieja polémica de si esta nace en el cerebro o simplemente se expresa en él.

El libro está escrito de modo muy claro y educativo, las reflexiones son sinceras, y algo extremamente importante: se nota una gran humildad en su aproximación al conocimiento. No se pierde la conciencia del misterio, esta que ilustró Newton diciendo que lo que nos rodea es un mar insondable y que jugamos apenas con sus piedrecitas, o con el agua que entra en un vaso más o menos pequeño; o cuando dijo que él simplemente era como un niño a hombros de gigantes, todos los sabios de la Antigüedad que le precedieron.

Quizás este sea el primer libro en que necesita adentrarse en disciplinas que no son su especialidad, lo que le ha llevado a más de un año de estudios, entrevistas, etc., pero vemos al filósofo y al matemático de cara a los grandes problemas del conocimiento, algunos de los cuales, curiosamente, son los mismos que hace 2000 o más años.

Mudan los escenarios y las herramientas, pero el ser humano, intrínsecamente, tampoco muda tanto, o quizás estas transformaciones se verifican en ciclos más largos, de decenas o centenares de miles de años; ahí vamos, sí, avanzando como Ulises de retorno a Ítaca.

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