Naturaleza — 1 de mayo de 2013 at 00:00

La ruta transpirenaica: descubriendo un paraíso desde la bicicleta

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Explica una de las leyendas del Pirineo que hace mucho tiempo, cuando en Iberia reinaba el rey Tubal, Gerión, el monstruo de las tres cabezas, el más feo que nunca haya existido, lo mató y le arrebató la corona y el cetro.
El rey Tubal tenía una hija de gran belleza, Pirene; Gerión consideró que para consolidar su poder debía matarla, para evitar que ella o algún descendiente le discutieran el trono. Advertida de sus intenciones, Pirene huyó a los grandes bosques del norte de Iberia, donde pensó que podría esconderse. Gerión no se lo pensó dos veces e incendió los bosques.
El fuego fue tan terrible y feroz que no solo quemó todo lo que había de vivo, sino que también fundió las rocas. Los ríos de magma bajaban a placer dejando un paisaje desolador. Satisfecho por el trabajo realizado y convencido de que las llamas acabarían con Pirene, Gerión se retiró a Gades.
Hércules, que por aquellos días corría por esas tierras, atraído por las grandes cortinas de humo que se alzaban al cielo y el mal olor a vidas quemadas, se acercó para averiguar lo que pasaba; y fue entonces cuando oyó unos gemidos de dolor insoportable, se adentró en las brasas y encontró a la princesa Pirene, que antes de librar su alma al rey del Hades tuvo fuerzas para explicar lo sucedido, lo que había sido el próspero reinado de su padre, y también explicó a Hércules con todo detalle lo muy bonitas y fértiles que habían sido aquellas tierras ahora devastadas por el fuego, y la amabilidad de su gente, sacrificada por la ambición de Gerión.
Pirene, conocedora de quien era aquel que la tenía en sus brazos, y como heredera de su padre, el rey Tubal, antes de emprender su viaje al Hades cedió solemnemente las tierras de Iberia y el cuidado de su gente al gran semidiós.
Conmovido por el relato de la bella princesa y por la gran y profunda tristeza que esta sentía por la quema de sus tierras y su gente, con el cuerpo sin vida de Pirene, Hércules se dirigió a la parte más norte de Iberia, donde construyó un mausoleo en su honor. Amontonó y alineó cuidadosamente rocas y más rocas desde el mar Mediterráneo hasta el océano Atlántico.
En honor a la princesa, la gran cordillera surgida de las manos de Hércules fue llamada Pirineo.
Recorrer el mausoleo de la princesa Pirene, de mar a océano, en buena compañía, es un placer, y más si los dioses te conceden un tiempo tan fantástico como el que nosotros pudimos disfrutar.
Para hacer la ruta transpirenaica, conocida coloquialmente como la “transpi”, seguimos las indicaciones del libro de Jordi Laparra La travesía del Pirineo en BTT.
Fueron 16 etapas repartidas en cuatro Comunidades Autónomas: Cataluña, con 9 etapas, Aragón con 4, y 3 entre Navarra y País Vasco; 950 km y 23.650 m de desnivel positivo.
Cataluña, 9 etapas: de Llançà a Pont de Suert
Después de hacernos la foto con el Mediterráneo, iniciamos nuestra ruta en la playa de Llançà (Costa Brava).
Pirineo1   Pirineo2

La mayor parte del recorrido de estas nueve etapas ya lo conocíamos. Pero la sensación de cruzar estas queridas montañas transversalmente nos hizo sentir el Pirineo de una forma muy diferente.
Empezamos en el Alt Empordà, entre sus campos de cultivo y sus bosques moldeados por el viento de la tramontana. Rodeando el Parque Natural de las Alberas, caracterizado por sus encinas de corcho, atravesamos pequeños pueblos muy bonitos y llegamos a la Garrotxa. Días más tarde, parte de la primera etapa quedó destrozada por el trágico incendio ocurrido a finales de julio.
De la Garrotxa saltamos al Ripollès, rodeando el pico Bassegoda y bajando por el espectacular barranco de Sant Aniol. Atravesamos la encajonada Vall del Bac, hasta llegar a Sant Pau de Seguries, donde cogimos una pista que, siguiendo el río Ter, nos llevó hasta Camprodon.
Del Ripollès pasamos al valle del río Freser por el impresionante Collado Verde (1595 m), con unas buenas rampas. Aquí empezamos a notar que el homenaje de Hércules a Pirene se alzaba hacia el cielo. Bajamos hacia Ribes de Freser por una pista técnica bajo la atenta mirada del Pico Taga.
Dejamos el valle del Freser subiendo el Collado de Tosses para llegar a la Cerdanya. De la Cerdanya saltamos al Berguedà por el solitario collado de Pal, atravesando el precioso Parque Natural del Cadí-Moixeró, con espectaculares vistas a las Peñas Altas, el Pico Moixeró y el majestuoso macizo del Pedraforca al fondo.
Pedaleando por parajes solitarios pasamos del Berguedà al valle del río Segre.
Desde el pueblo de Bagà subimos por unas buenas pistas a los collados de la vertiente sur del macizo del Cadí, acompañados por la espectacular cara norte del Pedraforca.
Bajamos al valle del río la Vansa y saltamos al Alt Urgell por el collado de Arnat.
Del Alt Urgell remontamos el río Pallerols hasta el Puerto del Cantó para llegar a los grandes bosques de abetos de Sant Joan de l’Erm. Atravesando estos bosques y disfrutando de su frescor y tranquilidad, descendimos hasta el Pallars Subirà.
Pirineo3   Pirineo4
Del tranquilo y bonito pueblo de Arestui salimos a buscar el collado de Rat, que nos ofreció unas espectaculares vistas de las cimas de la Pica d’Estats (el pico más alto del Pirineo catalán), el Sotllo y el Monteixo.
Siempre vigilados por el Montsent de Pallars, recorrimos la impresionante y preciosa pista que lo flanquea hasta llegar al collado del Triador (2250 m), el punto más alto de la travesía. Aunque ya habíamos recorrido este tramo en otras ocasiones y el fuerte viento que soplaba nos dificultó el pedaleo, la imponente belleza del Pamano nunca te deja indiferente.
Del collado del Triador bajamos a la Vall Fosca por una espectacular pista en zigzag.
Dejamos la Vall Fosca y entramos al Valle de Boí por el collado del Oli, un viejo conocido, arrastrando la bicicleta, ¡cómo no! Recorrimos la parte más desconocida de la Alta Ribagorça, atravesando pueblos solitarios y, en algunos casos, abandonados.
Llegados a Pont de Suert, finalizó la parte catalana de la transpirenaica y entramos en Aragón.
Aragón, 3 etapas: de Pont de Suert a Aragües del Puerto
Aunque no subimos a tanta altura como en algunas etapas catalanas, esta parte nos permitió disfrutar de las maravillosas vistas de algunos de los tresmiles del Pirineo.
Saltamos de la Ribagorça al valle del río Ésera, portador de las aguas del deshielo de las grandes cimas del Pirineo: Aneto, Maladetas, Posets, Cotiella…
Una vez dejamos Pont de Suert, tuvimos la ligera sensación de haber bajado mucho de cuota. Volvimos a encontrar bosques de encinas y pinos, como en las primeras etapas; no parecía que entrábamos en la parte más alpina del Pirineo. Pero, llegados al bonito pueblo de Bonansa, el paisaje volvió a cambiar con una agradable sorpresa que nos acompañó durante las tres etapas aragonesas: los prados verdes estaban salpicados con unas pequeñas y aromáticas florecillas amarillas que daban un toque muy alegre al paisaje.
Entramos al valle del Ésera, puerta de entrada al valle de Benasque, enclave de los altos picos del Pirineo, pedaleando sobre el congosto del Ventanillo, sin llegar a verlo.
Pirineo3   Pirineo4
Dejamos el valle del Ésera y fuimos a buscar el del Cinca, atravesando los solitarios valles de la vertiente sur del imponente Cotiella (2912 m), y la altiva Peña Montañesa, que da la bienvenida a la entrada del cañón de Añisclo. Subimos por una bonita pista con algunas rampas empinadas hasta el bonito collado de Cullibert, desde donde tuvimos las primeras vistas del Monte Perdido y sus acompañantes.
Llegamos al valle del río Ara atravesando el precioso y estrecho Congosto de las Devotas y saltando por el collado de Fanlo, hasta llegar al pueblo de Fiscal.
La etapa de Fiscal a Larrés posiblemente sea una de las más bonitas de la “transpi”, con unas buenas pistas, poco asfalto y con las mejores panorámicas de las grandes cimas del Pirineo, y agradables sorpresas, como el descubrimiento del pueblo, medio en recuperación, de Susin y su encantadora iglesia.
Subimos hacia la Peña Oturia, donde disfrutamos de una sensacional panorámica: la Peña Montañesa, el Cotiella, todas las cimas del cañón de Ordesa, Monte Perdido, el Cilindro, el Marbore, la Brecha de Roland, el Tallón, y al fondo, el Posets y el Aneto (la cima más alta del Pirineo con 3404 m). ¡Verdaderamente espectacular!
Pirineo7   Pirineo4
Bajando de la Peña Oturia, aconsejados por unos ciclistas de la zona, nos desviamos a visitar la bonita iglesia románica de Susín, con sus curiosos símbolos paganos.
Desde Larres, por carretera, remontamos el Valle de Acumer para subir a la Sierra de Escués, flanqueada por unos frondosos bosques de pinos, y por donde saltamos al Valle de la Garcipollera, con la cima del Collarada y la Peña Telera al fondo. A partir de aquí, llegamos por carreteras poco transitadas a los valles de Aísa y Aragües, con sus dos guardianes: el pico Aspe y el Bisaurín.
Entramos a los pintorescos valles de Ansó y Hecho por pistas buenas y algún sendero muy poco apto para bicicletas, y notamos que el Pirineo se suaviza; las monumentales y altas cimas quedaron atrás.
Dejamos Aragón por la carretera que sigue la estrecha garganta del río Beral, que nos llevó a los verdes prados de Zuriza. De allí saltamos a Navarra por el collado de los Navarros.
Bajamos al señorial pueblo de Isaba por el valle de Belabarce por carretera, pistas y senderos muy adecuados para andar en bicicleta.
Pirineo3   Pirineo4
Navarra y País Vasco, 3 etapas: de Isaba a Hondarribi
Aunque fue un verano muy seco y caluroso, al entrar en Navarra notamos que estábamos en la parte más húmeda del Pirineo.
La primera etapa de esta última parte fue la más fresquita de todas.
Salimos de Isaba en busca del collado de Laza para bajar hacia el río Salazar y de aquí remontar al collado de Ollokía, para adentrarnos en los grandes y espectaculares hayedos de la selva de Irati que ya conocíamos.
El día era gris, y a medida que nos adentrábamos en Irati, una niebla húmeda bajaba de las partes altas. Rodeamos el pantano de Irabia y, llegados al collado de Orión, ya nos tuvimos que proteger de la fina lluvia que caía.
Como las otras veces que habíamos estado en este mítico enclave, llegamos a Orreaga acompañados por una niebla llorona pedaleando por unas bonitas y frondosas pistas. Aprovechamos para visitar de nuevo la preciosa iglesia románica de Santa María.
Al día siguiente, nos despedimos de Orreaga con una fría y espesa niebla que no nos permitía ver la rueda delantera. Abrigados con toda la ropa que llevábamos, alcanzamos en seguida el collado de Lindus; a partir de aquí, una bajada de 20 km hasta el pueblo de Banca nos dejó helados. El frío no duró mucho, las fuertes pendientes que suben al collado de Elorrieta nos hicieron entrar rápidamente en calor. Las empinadas rampas fueron la tónica de las últimas etapas de la “transpi”.
El cielo se despejó y la temperatura era buena. A nuestro alrededor el paisaje era muy verde y suave, con cerros muy redondeados.
Llegados al collado de Iñaberri, después de una dura ascensión por fuertes rampas y tramos dificultosos de sendero, olvidamos el calor y el cansancio al divisar las impresionantes vistas del Atlántico*, nuestro destino. A la derecha, la planicie francesa de Bayona, y a la izquierda, vemos cómo los últimos cerros del mausoleo de Pirene, modelados suavemente por Hércules, no se atreven a tocar las aguas atlánticas.
Iniciamos la última etapa de la transpirenaica en el pueblo de Etxalar. Aunque la etapa fue corta, las fuertes pendientes y los tramos de sendero donde arrastramos la bici la hicieron intensa. Era domingo y hacía un día precioso, el paisaje era muy verde y bonito.
Desde el pantano de Oneaga llegamos al collado de Poiriers desde donde bajamos a Behovia, y desde aquí, por carretera, seguimos el río Bidasoa hasta llegar a Hondarribi. Este último tramo fue muy estresante por el excesivo tráfico de coches que había.
Llegamos a Hondarribi un poco agobiados. El paseo marítimo estaba lleno de gente y en la playa no cabía una aguja. Llevábamos dieciséis días disfrutando de la tranquilidad y soledad de los valles pirenaicos y ya no recordábamos el bullicio de los lugares turísticos de playa en verano. Aun así, Hondarribi nos gustó mucho.
La foto con el Atlántico al fondo ponía punto final a nuestra “transpi”.
Dieciséis días inolvidables de julio de 2012, en los que disfrutamos plenamente del maravilloso mausoleo que Hércules, el gran héroe griego, construyó en honor a la princesa Pirene: el Pirineo.
Pirineo3
Logística
A Llançà llegan trenes y autobuses.
La vuelta se puede hacer desde Irún en tren o autobús. Hay que tener en cuenta las restricciones que hay para poder viajar en tren con la bicicleta.
Respecto a los alojamientos no tuvimos ningún problema, pero es recomendable reservar con unos días de antelación, sobre todo, en fin de semana.
*Nota: en este artículo, se considera el mar Cantábrico como una prolongación natural del océano Atlántico, y se le llama con este segundo nombre siguiendo la leyenda relatada al comienzo sobre el origen de la ruta.

Datos-Etapas-Transpirenaica

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