Sociedad — 31 de agosto de 2014 at 22:00

La felicidad a través del mindfulness: vivir el presente

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El término mindfulness está cada vez más presente en nuestra sociedad, hasta el punto de poder afirmar que esta disciplina está de moda. Podemos traducirlo como «conciencia plena» y definirlo como la capacidad de vivir el presente con plenitud, sin ser esclavos del pasado ni proyectar hacia el futuro.

¿Qué es mindfulness?

Nos ha llegado de Estados Unidos, pero se basa en principios extraídos del budismo. Actualmente, en los más diversos ámbitos proliferan los que ofrecen sesiones de mindfulness; de entre todos ellos, tocará discernir entre los que lo hacen con rigor y los que aprovechan su tirón para hacer negocio.

Su nombre anglosajón ya nos advierte de algo: el mindfulness lo hemos importado de fuera, en concreto de Estados Unidos, como muchas otras metodologías y tendencias. La iniciativa y el carácter emprendedor de aquel país hace que se convierta a menudo en una fuente de ideas para nosotros, que somos un país acostumbrado a ver qué hacen los demás y traerlo al cabo de un tiempo. Lo cierto es que las ideas en las que se fundamenta el mindfulness provienen de principios del budismo, aunque adaptados a la mentalidad de Occidente y dirigiendo su práctica principalmente hacia el tratamiento de trastornos emocionales. El nombre anglosajón también ayuda a que sea más fácil de comercializar aquí, ya que le confiere un carácter más científico y, al mismo tiempo, un aire de modernidad.

Podemos traducir mindfulness como “conciencia” o “atención plena”, y consiste en la capacidad de focalizar nuestra mente en el momento presente para vivir con plenitud y conseguir ser más felices. Vivir el instante presente requiere un trabajo constante y progresivo con nuestra mente, una mente que si no ha sido entrenada, tiende por naturaleza a la dispersión. Es fácil comprobar en nuestra propia experiencia hasta qué punto somos esclavos de circunstancias del pasado, con pensamientos recurrentes que impiden sacar a relucir todas nuestras capacidades presentes. El recuerdo de las circunstancias negativas del pasado disminuye nuestro entusiasmo, nuestro optimismo y, por tanto, nos agría el momento actual, limitando nuestro potencial y dispersando nuestra energía. Incluso los recuerdos de circunstancias positivas, si son recurrentes, afectan al gozo del momento presente, ya que conllevan un sentimiento de nostalgia, aquella idea de que cualquier tiempo pasado fue mejor. En definitiva, mientras pensamos en el pasado se nos escapa el goce del presente.

Del mismo modo, también es evidente la tendencia que tenemos de proyectar hacia el futuro, fijando objetivos y metas que convierten el presente en un mero trámite hacia su consecución. Mientras no se consigue el objetivo no nos sentimos realizados y, en caso de que se consiga, ante la incapacidad de vivir en plenitud, sentiremos la necesidad de marcar nuevos objetivos, que creeremos nuevamente que son la llave de la felicidad. Ello no significa que no tengamos que fijar metas ni organizar nuestras vidas, sino que hacerlo no debe convertirse en una postergación de la felicidad presente ni debe conducirnos a infravalorar lo que tenemos y, sobre todo, lo que somos.

Mindfulness y salud

Aunque es ahora cuando más escuchamos hablar de mindfullness, lo cierto es que hace cuatro décadas que se aplica en Estados Unidos y que se integra en la medicina y la psicología. Jon Kabat-Zinn fue el introductor de esta práctica dentro del modelo médico cuando fundó a finales de 1970 la Clínica de Reducción de Estrés en el Centro Médico de la Universidad de Massachusetts. Con la práctica de mindfulness trataba en sus pacientes problemas físicos, psicológicos, el dolor crónico y otros síntomas asociados al estrés.

En los años 90, Mark Williams, John Teasdale y Seagal Zindel desarrollaron el modelo para ayudar a personas con depresión, combinando el mindfulness con prácticas de la terapia cognitiva. El Mindfulness Based Cognitive Therapy (MBCT) está clínicamente aprobado en el Reino Unido por el Instituto Nacional de Excelencia Clínica (NICE) como tratamiento de elección para la depresión recurrente.

El mindfulness está basado en la práctica de la meditación, en aceptar las cosas tal como son, sin juzgarlas, en focalizar nuestra mente en el momento presente y controlar los pensamientos errantes que nos alejan de nuestra conciencia, si no puede ser evitando que surjan, dejándolos pasar cuando aparecen, sin aferrarnos a ellos. El control de la respiración y la conciencia de este acto tan natural y que realizamos inconscientemente es un ejercicio fundamental que permite que conectemos con nuestro yo, con la vida y con el instante presente.

Entre las ventajas de la práctica del mindfulness está el reconocimiento de las causas del sufrimiento, del estrés y de la ansiedad, y aprender a combatirlas. También conlleva un control de las emociones y permite conseguir una mejor conexión entre cuerpo y mente.

Debido precisamente a esta conexión entre cuerpo y mente, entre la salud y las emociones, el trabajo con nuestra psique implica una mejora de nuestro estado físico. Estudios realizados en la Universidad de Massachussets han demostrado que la práctica de mindfulness ejerce una acción beneficiosa en el tratamiento de distintos trastornos físicos, especialmente los asociados a los cuadros de estrés y ansiedad, como los trastornos cardiovasculares y respiratorios, la hipertensión, el dolor crónico, e incluso se ha comprobado la mejoría en enfermedades como el cáncer.

El mindfulness en nuestra sociedad

mindfullness-1Hasta aquí hemos visto las ventajas que puede aportarnos la práctica de mindfulness tanto en psicoterapia como en medicina. Sin embargo, su proliferación y su adaptación a nuestra sociedad nos obliga a tener algunas reservas y a hacernos algunas preguntas inevitables.

La primera pregunta es quién hace de terapeuta o instructor. Es evidente que no cualquiera tiene la preparación ni la capacidad para ejercer de instructor. Para enseñar a los demás a controlar la mente, lo primero es haber aprendido a controlar la propia y tener clara la metodología a seguir. Cuando una disciplina se pone de moda, siempre hay aquellos “aprendices de todo” que se lanzan al filón e intentan sacar partido. ¿Que lo que se lleva ahora es el mindfulness?… Pues se lee algún libro sobre el tema y en marcha.

La segunda pregunta es cómo se adaptan unos principios basados en el budismo a nuestra sociedad. El budismo no es solo un camino para controlar la mente, es una filosofía asociada a un sistema de valores y de conocimientos que en muchos aspectos difieren de los que imperan en nuestra sociedad actual. Los mayores conocedores de esta filosofía en nuestra sociedad son los formadores en yoga y meditación; por lo tanto, muchos de estos profesionales sí que pueden estar capacitados para trasmitir a sus alumnos los valores que acompañan a la meditación y a un modo de vida pleno, sin limitarse a un simple ejercicio de concentración. Si quienes ejercen el mindfulness son otros profesionales, como médicos, psicoterapeutas u otros, sin conexión con la filosofía budista, sería mejor no hacer creer que esta disciplina tiene relación con el budismo, simplemente por el deseo de darle un mayor arraigo o fundamentarlo en conocimientos ancestrales.

La anterior pregunta nos lleva a otra: ¿qué fin tiene en realidad esta práctica? El mindfulness, llevado a cabo con rigor, puede ser una herramienta muy útil para combatir los trastornos emocionales y también físicos antes citados. Puede ayudar a las personas a ser más felices, a vivir con plenitud y a sacar el mayor partido de sus potencialidades. Pero cuando vemos que esta práctica se está incorporando en grandes compañías y empresas, uno se pregunta si no se hace con el fin de que los trabajadores acepten su situación y sean “felices” pese a tener unas condiciones laborales abusivas. El uso que se hace de estas disciplinas es algo sobre lo que deberíamos reflexionar. No hay nada mejor para mantener el poder que tener a la gente satisfecha.

Otra pregunta es si el mindfulness es una moda pasajera o algo más. Es posible que en algunos ámbitos se mantenga, pero en otros, que funcionan en base al oportunismo, lo más probable es que desaparezca. Sabiendo cómo funciona nuestra sociedad, en la que todo tiene una caducidad a corto plazo debido a las propias dinámicas del mercado, es de esperar que de aquí a un tiempo, cuando los clientes pierdan el entusiasmo de la novedad, los creadores de nuevos negocios tengan la necesidad de sacar algo distinto e inventar un nuevo término, anglosajón a poder ser, que resuene en las mentes ávidas de algo nuevo y esperanzador.

El mindfulness, el tiempo lo dirá, puede ser una vía para una vida más plena y feliz, o bien puede representar la mayor paradoja de nuestra sociedad: intentar promover la atención plena en un mundo con individuos educados en la inconstancia y ansiosos por conocer cuál es la última tendencia y cuál el siguiente milagro.

Para saber más:

Gunaratana, H. (2003). El libro del mindfulness. Barcelona. Kairós.

Hanh, T.N. (2007). El milagro de mindfulness. Barcelona. Oniro.

Hick, S. F., Bien, T. (2010). Mindfulness y psicoterapia. Barcelona. Kairós.

Kabat-Zinn, J. (2009). Mindfulness en la vida cotidiana: dondequiera que vayas, ahí estás. Barcelona. Paidós.

Langer, Ellen J. (2007). Mindfulness: La conciencia plena. Paidós Ibérica Ediciones S. A.

http://www.mindfulness-salud.org/

http://institutmindfulness.org

 

Toni Font

Periodista, especialista en filosofía oriental y sanscritista

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